¡Sin frenos! Precios en Venezuela están en una estratosfera que parece no tener techo
Una producción que cayó en picada, tres meses sin adjudicación de divisas y un dólar paralelo que crece desbocado mientras el Gobierno no deja de aumentar salarios y el Banco Central inunda el sistema de unos bolívares cada vez más devaluados es el cóctel explosivo con el que cierra el año Venezuela.
Los precios de bienes y servicios en el país petrolero están ya en una estratosfera que parece no tener techo y el Gobierno insiste en las mismas políticas que según los economistas han llevado a lo que describen como un desastre.
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Según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA), que publica estadísticas periódicas sobre el costo de la vida, el precio de los alimentos necesarios para sostener a una familia promedio aumentó en octubre un 47,9 %, la mayor subida en 20 años.
La firma de análisis financiero Econométrica calculó para octubre una inflación del 50,6 %, que hacía que este indicador superara por primera vez en la historia el umbral del 50 % y Venezuela entrara técnicamente en hiperinflación.
Este fenómeno de precios desbordados se define por el descalabro del poder de compra en una moneda local en la que nadie ahorra al anticiparse su mayor depreciación, una dinámica que lleva a que se dispare la demanda de una moneda extranjera estable (el dólar, en este caso) y a que los precios se fijen según la cotización de esa divisa.
Desde que comenzó en 1999 la llamada revolución bolivariana, los Gobiernos chavistas han subido el salario mínimo en más de 40 ocasiones, 5 de ellas este año, con el objetivo de hacer frente a la subida de precios y con unos resultados contraproducentes.
Productos como el café o el azúcar, que Venezuela generaba en el pasado, han desaparecido prácticamente de la industria nacional tras nacionalizar el Estado algunas de las grandes empresas productoras.
Su precio -y el de casi todos los demás bienes esenciales- se ha disparado y ahora son un lujo para muchos venezolanos.
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Desde 2003, el Estado venezolano tiene el monopolio de la venta de divisas, y las ofrece a una tasa controlada, mucho más baja que la que se maneja en el mercado libre.
La reducción en la asignación estatal de divisas se ha agravado en los últimos tres meses, en los que el Gobierno ha dejado de otorgar divisas, pues necesita apartarlas para pagar la deuda externa.
Por si fuera poco, el Estado venezolano ha visto limitada su capacidad de maniobra en el sistema financiero internacional, por las sanciones de Estados Unidos y las sospechas de actividades ilícitas generalizadas entre unos bancos cada vez más reacios a trabajar con Caracas y más minuciosos en sus controles.
EFE
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