Lo que no muestran las cámaras del Miss Venezuela: El oscuro financiamiento que ofrecen empresarios y políticos a las misses

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Miss Venezuela 2015 | Foto: MissVenezuela

En uno de los países más violentos del mundo, donde nadie sabe si llegará vivo a su casa, si conseguirá comida o encontrará el medicamento necesario para sobrevivir, hay una figura que se mantiene casi inamovible, escondida detrás de escarcha y stilettos: el Miss Venezuela.

Un reportaje de Efecto Cocuyo ha dejado en evidencia el tras de las cámaras del certamen de belleza más importante de Venezuela; un mundo oculto para el televidente, pero también para muchas chicas que desde diferentes rincones del país llegan al certamen con la ilusión de ser protagonistas de lo que creen será una vida de princesas.

De acuerdo con el portal, cada candidata debe invertir unos 32 mil dólares aproximadamente para estar entre las chicas que compiten por la corona.

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“Unos 32 mil dólares (según cálculos realizados en el mes de abril de 2017) debe invertir una candidata que quiera estar en el cuadro de las  chicas que compiten por la corona”, detalla el reportaje.

Debido a los costos, algunas desisten de participar, otras hacen recolectas o rifas, mientras que otras apelan por “santos” que les financien ese trampolín a la fama: empresarios o políticos. El trato se hace por algo de compañía o, incluso, favores sexuales.

Y es que, en un país en el que según estimaciones del Fondo Monetario Internacional la inflación excederá 2300% en 2018  y el PIB caerá en 12% este año, la carrera por la corona es el equivalente a 924 salarios mínimos mensuales o 77 años de trabajo.

La cifra por participar podría parecer demasiado alta para una trabajadora clase media, pero no para Osmel Sousa, el zar de la belleza y quien lleva la batuta del concurso a principios de los ochenta.

Sousa no tiene complejos en admitir que busca un resultado óptimo -que a sus ojos es la “fabricación” de una Barbie en vida con medidas 90-60-90- y que hará uso de cualquier artimaña estética para alcanzarlo. “Si hay que hacerle a una niña una cirugía en la nariz, se hace. Esto es una industria y como industria debemos apuntar a la perfección. No podemos quedarnos en la mediocridad”, señaló en un documental que hiciera la BBC en el año 2014; palabras que repite como un mantra cada vez que le preguntan por su afán de perfección.

 

Para el hacedor de misses, la perfección tiene un precio.

Un vestido de gala puede costar entre 5 y 10 mil dólares dependiendo del diseñador. No obstante, en la mayoría de los casos, hay un acuerdo con la aspirante, que lo desfila, lo muestra y luego lo devuelve.

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Lo más costoso es mantenerse regia cada día durante los cuatro meses que dura la preparación. Durante este lapso las chicas gastan unos 10 mil dólares en prendas de vestir, zapatos y accesorios, preferiblemente de marca. Los Dolce & Gabbana, Louis Vuitton, Armani, Rayban y Louboutin se pasean por la Quinta (sede de la Organización Miss Venezuela) como en cualquier pasarela de París o Milán.

El patrocinio oscuro no resulta desconocido entre las misses, aunque Miss Bolívar 2015, Alvany Goncalves, entrevistada para el reportaje, aclara que muy probablemente cualquiera que haya accedido a este trato lo mantendrá en secreto.

“Si les ofrecen algo, ellas se quedan calladas, nadie va a decir ‘me está pagando tal persona a cambio de que yo sea su acompañante’. Eso es algo que todo el mundo se reserva”.

Algunas de las muchachas que acceden a este trato, usan en las redes sociales el hashtag #bendecidayafortunada o #blindadaporDios.

La figura del patrocinante no es una novedad en el certamen. Desde los inicios del Miss Venezuela, algunos diseñadores cedían sus confecciones para que las chicas desfilaran en traje de gala. En otros casos, algunos maquilladores y estilistas preparaban a las participantes a cambio de que se hiciera mención a su trabajo, práctica que aún se mantiene. Incluso se ha repotenciado gracias a las redes sociales. Este, se conoce como un patrocinio transparente.

Pero en los últimos cuatro años precisamente cuando se ha profundizado la crisis económica, se fortaleció la figura del patrocinante oculto o la participación de “el santo”, un personaje que no busca publicidad por su trabajo, por el contrario, prefiere permanecer bajo las sombras y actúa como un mecenas clandestino.

De acuerdo con las fuentes consultadas, los “santos” no obligan a las muchachas a aceptar estos acuerdos. Por lo general, se organizan fiestas o cenas en donde son presentadas a los posibles patrocinantes. De la joven queda decidir si acepta o no.

De acuerdo con cifras tentativas, un 30% de las candidatas cada año acceden a este tipo de mecenazgo, según una “missóloga” que prefiere mantener el anonimato.

El tema del financiamiento oculto o el patrocinio de los “santos”  dejó de ser un secreto a voces, luego de que la exmiss venezolana y hoy actriz y top-model, Patricia Velásquez, narrara en su autobiografía: Sin tacones, sin Reservas (2014) que había tenido que “prostituirse” para costearse su participación en el certamen Miss Venezuela en 1989.

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En mayo de 2017,  tres años después de la revelación de Patricia Velásquez, en una sala de teatro de Miami, Estados Unidos, la ex-miss Venezuela 2013, Migbelis Castellanos, volvió a encender las redes con el tema del mundo oculto del Miss Venezuela con la obra “Todo por una arepa”.

“Aquí están tus 7 maletas con la ropa que debes usar durante el certamen” yo de inmediato pensé ¿Y quién pagó todo eso? porque hasta donde yo sabía la organización solo había aprobado 300 mil bolívares que solo alcanzó para una chaqueta y un pantalón… Acto seguido me dijo: “Y esta es una cartera carísima que te mandó un querido amigo mío que te quiere conocer”. Ahí me paralicé… porque de inmediato se me vino a la mente la imagen clarita de que me tocaría cenar con el supuesto fan y así de algún modo agradecerle el regalo. ¡No que va! ni yo ni mi primera finalista vamos a pagar regalitos de desconocidos”, dijo la exmiss ante su público en Miami.

Las alarmas en la Organización Miss Venezuela se encendieron y Sousa respondió a la acusación de proxeneta que le hacía Castellanos en su obra teatral.

“En una obra de teatro en Miami  dijo que yo le había mandado a hablar con hombres. Todo el que me conoce sabe que no me dedico a eso. Si me dedicara a eso sería multimillonario porque tengo a las mejores. El único hombre con quien la mandé a hablar fue con el psiquiatra porque tenía varios tornillos flojos. Y no creo que haya ido”, dijo el hacedor de misses durante un desfile de moda organizado por Raenrra, en el que participaron los 14 concursantes del Míster Venezuela 2017.

Para leer el reportaje completo haga clic aquí


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