NYT: Navidad sin hallacas, sin niño Jesús y sin cambios políticos en Venezuela
Cada diciembre, el niño Jesús es el encargado de llevarle los regalos a los niños venezolanos. Pero Odainés Pedroza, de 27 años, voltea la mirada cuando se le pregunta qué es lo que le traerá a su hijo de ocho años.
“No tengo idea. Un muñequito sencillo cuesta 39.000 bolívares. Está imposible. Antes uno resolvía, le hacía la fiesta al hijo, las luces y los regalos. Este año está muy costoso”. Pedroza, una ama de casa del barrio La Cruz de Bello Campo, en Caracas, dijo que por su zona todavía no había visto “el primer fosforito (fuego artificial), la primera luz, una gaita, el ánimo… No hay nada para que una diga que es Navidad”.
A su lado, Carmen Calma, de 47 años, también estaba frustrada: “Este año no hay Navidad. No hay nada. No hay harina de maíz para hacer la hallaca”. Ella se dedica a hacer por encargo ese platillo, un tamal típico de Venezuela que se come para las fiestas, y apenas ha podido recibir pedidos: “Si consigo la harina, cuesta 4000 bolívares y el costo de la hallaca se sube por las nubes”.
Ambas mujeres hablaban también de otra tradición navideña, el “estreno” —la compra de ropa y zapatos para recibir las fiestas “con una pinta bien, nueva”—, con la que tampoco podrán cumplir este año. “El diciembre pasado se podía conseguir, éste es imposible. Está muy costoso todo, unos zapatos cuestan una fortuna”, explicó Pedroza.
Venezuela vive sus fiestas de fin de año con productos escasos y otros, los que sí se encuentran, con precios impagables.
La canasta alimentaria básica de octubre se situó en 429.626 bolívares —más de 600 dólares de acuerdo a la tasa oficial y unos 173 dólares según el precio del dólar en el mercado negro, a valores del 15 de diciembre—, el equivalente a 19,5 salarios mínimos, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). Con unos costos así, el esfuerzo salarial de las familias se centra en cubrir lo básico y no en los gastos extras.
“Antes había adornos, luces. Ahora no, la gente va pendiente de la comida”, contó Zaira Ruiz, de 32 años, una ama de casa que dice que, a pesar de las dificultades que sufre, “nada acaba con la Navidad. El nacimiento se pone y los pocos adornitos que hay en la casa también, eso no se va a dejar de poner así como así”.
A los altos precios y la inflación se le suma un nuevo componente: la medida anunciada el pasado domingo por el presidente Nicolás Maduro de terminar en 72 horas con el curso legal de los billetes de 100 bolívares. Estos son los de mayor denominación hasta que entren en circulación los nuevos, previstos para el 15 de diciembre, y que tendrán valores de 500, 1000, 2000, 5000, 10.000 y 20.000 bolívares. El gobierno solo ofreció tres días para depositar los de 100 y, pasado ese lapso, los billetes deberán ser entregados en el Banco Central de Venezuela hasta el 25 de diciembre.
El economista José Toro Hardy sostiene que esto no resuelve el problema de inflación en el país, que según el Banco Central de Venezuela se sitúa en 180 por ciento, pero organismos internacionales como el Banco Mundial estiman que cerrará en torno al 700 por ciento este año.
“Es incomprensible, pareciera que detrás hay urgencia y necesidad de retirar parte del excedente de liquidez que se vino colocando a través del financiamiento que hace el BCV (Banco Central de Venezula) a PDVSA (la empresa petrolera estatal)”, explica Toro Hardy. “Hay que resolver el déficit fiscal y el flujo de caja de PSDVSA; mientras no lo hagan, no bajará la inflación”.
En el país circulan 11.000 millones de billetes y más de 6000 millones son de 100, el 48 por ciento del total, una cifra que parece imposible de canjear en tan poco tiempo. “Muchos se quedarán con los billetes y la confianza en el BCV quedará destruída”, dijo Toro Hardy.
EL GOBIERNO GANÓ EL DIÁLOGO
El juego político en Venezuela parece trancado nuevamente. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), organización que reúne a los movimientos opositores, decidió no participar más en las recientes reuniones de diálogo que contaron con la participación del Vaticano, pero el gobierno ya actuó sobre los primeros puntos que se acordaron, como la decisión de nombrar a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) para el período 2017-2023. Esta medida se debía votar en la Asamblea Nacional pero se anunció el martes por la noche mediante una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia.
“El problema es que al no haber aprovechado bien las circunstancias del diálogo, la sociedad queda desprovista de una instancia que podría ayudar a la contención del gobierno y los venezolanos quedan en orfandad”, explica Colette Capriles, profesora de Filosofía Política en la Universidad Simón Bolívar. “Se quebró la Constitución, hay un tablero sin reglas de juego, el gobierno se burló de ellas y de las posibilidades de mediación de la comunidad internacional”.
Para el analista Edgard Gutierrez, el diálogo fue bueno y efectivo para el gobierno. “A la oposición no le funcionó, el cambio de estrategia no le ha rendido frutos y en sus filas hay frustración. Del otro lado ha sido un éxito porque logró desmovilizar a sus adversarios, bajar presión política y que Nicolás Maduro ganara tiempo”, sostiene.
Además el gobierno capitalizó algunos puntos positivos ya que, según una reciente encuesta del Venebarómetro, la aceptación del presidente subió de un 22,1 por ciento a 27,3 por ciento desde septiembre.
Nadia, con su bolsa entre las manos, repite: “Cómo vamos a esperar a enero, a que se sienten de nuevo. La gente no puede esperar, las medicinas no pueden esperar”.
por Alicia Hernández / The New York Time