“Pobrecito Diosdado”, por Jesús Puerta
¿Cómo interpretar las declaraciones del gobernador de Carabobo, jefe del partido en el mismo estado, secretario nacional de políticas electorales del PSUV, asegurando que el presidente Maduro va a designar como su vicepresidente a Diosdado Cabello para que, en caso de ser revocado en 2017, quede el otro como Primer Magistrado? No es tan sencillo. Aquí hay que agudizar el criterio hermenéutico.
Desde el punto de vista de pragmática lingüística, se trata de un acto de lenguaje. Muy bien pero ¿cuál? ¿Se trata del anuncio de una decisión ya tomada? ¿Una proposición que el gobernador y jefe del Partido en Carabobo, etc., le hace al Partido, al pueblo o al Presidente? ¿Se trata de una amenaza para desanimar a los votantes del hipotético referendo del año que viene? De paso ¿es un reconocimiento de que va a haber referendo el año próximo?
Algunos lo han interpretado como una amenaza para la oposición o, en todo caso, para los que votarían por revocar al Presidente, lo cual supone que Cabello representa algo peor que Maduro. Una especie de (como dicen los franceses) “bette noire” (bestia siniestra u oscura). De modo, que Maduro sería el chavista bueno, y Cabello el chavista malo, como dicen las series de TV que se estila entre los policías. Esto es consistente con la caracterización que a veces se le sale a otros dirigentes chavistas acerca del presidente. Una mezcla de lástima con condescendencia. Acosta Carles, por ejemplo, en una entrevista por televisión decía “pobrecito Maduro; no lo han dejado quieto”. Maduro, tan bueno, tan trabajador, pero le han dado hasta con el tobo, no pega una, no lo quieren ¡Pobrecito!
Si Cabello es “peor” que Maduro ¿en qué sentido lo es? Asumiendo el contexto y los códigos, es decir, las circunstancias y los signos que “marcan” a cada uno, la figura de Cabello siempre se presenta en la TV con un mazo estilo Pedro Picapiedra, en un escenario repleto de efigies de Chávez, el Che, Bolívar, al estilo recargado de los devotos a María Lionza, el mismo de “La Hojilla”, un verdadero modelo de cierto tipo de programas que se dedica exclusivamente a “analizar” o atacar las apariciones mediáticas de los dirigentes de la oposición. La diferencia es que Maduro es el Presidente y aparece (mucho) en la pantalla, o bien con un elegante traje (como le cabe a un jefe de estado) o bien con una chaqueta tricolor, con Cilia en los brazos, arrullándola con una especie de cuento tierno acerca de la revolución, el recuerdo de Chávez, el valor del pueblo y demás cosas que siempre se dicen en los discursos , que harían las delicias de Aníbal Nazoa en su libro “Obras incompletas”, donde daba cuenta de todos los lugares comunes.
En conclusión mientras Maduro es “pobrecito”, “elegante”, hasta “tierno” con Cilia, remedando algunas actitudes de Chávez (y de muchos otros: besar viejitas y bebés, bailar joropo, cantar, etc.), y, sobre todo, CIVIL, o sea, “blando”; Cabello es “duro”, dando mazasos, amenazando a los escuálidos designados por los funcionarios chavistas en puestos de confianza y, sobre todo, MILITAR. Pero Maduro también ha dicho y hecho cositas como mentar la madre a un líder de la oposición, aparte de otras amenazas. Y hasta ha prometido que se carnetizará a los militantes del PSUV, como a los adecos y copeyanos en su época, supongo que igual, como requisito para esos cargos de los cuales habla Diosdado.
Otra interpretación es que la intervención del gobernador y jefe del partido sea una proposición. Obviamente, por haber sido hecha por TV, se asume que es al Partido, a la gente en general o hasta a la alta dirigencia del Partido-Gobierno-FFAA ¿Y eso? ¿Acaso hay una disputa por el liderazgo? ¿Por la candidatura presidencial? Esto es consistente con la declaración de Elías Jaua, poco después de lo dicho por Ameliach, en el sentido de que Maduro pudiera repetir la candidatura en 2018.
Hay otro detalle que uno, de verdad, pudiera pensar, si no tuviera que estar resolviendo la supervivencia día a día. Por ejemplo, en su programa del mazo Picapiedra, Cabello dijo que, si revocan a Maduro en 2017 y asume el vicepresidente, éste pudiera renunciar para realizar unas elecciones generales. Eso sonaba a proposición para la oposición. No sé si conectar eso con unas declaraciones de Juan Barreto en el sentido de que la cúpula del Partido-Gobierno-FFAA estaría discutiendo ya la sucesión de Maduro para negociar con la oposición. No nos metamos en esas especulaciones. Pero dejo eso ahí.
Lo único que tengo por cierto son varias cosas. Una, que hay una triada Partido-Gobierno-Fuerzas Armadas, la cara real de la “Unidad Cívico-Militar” que gobierna a mi país, que cada vez luce más coordinada. Dos, esa triada se convierte en “cuadrado de poder” si le agregamos un cuarto ángulo representado por las compañías transnacionales que se beneficiarán con esas empresas mixtas en el arco minero del Orinoco y otros lugares. Tres, la arruga de la deuda externa, la escasa productividad nacional, los errores económicos, nos sigue golpeando y no se puede seguir corriendo indefinidamente. Cuatro, si Maduro es revocado en un referendo en 2017, el vicepresidente que quede sólo podrá medio continuar lo mismo o tendrá que variar en el sentido de aumentar su base de sustentación, llamando a sectores opositores al gobierno de emergencia que se presentaría, porque esa revocación, ese fracaso histórico, ya es un plomo en el ala demasiado duro y pesado para cualquier gobierno. Y si queda Diosdado, seguramente veremos por TV a Acosta Carles diciendo “pobrecito Diosdado”.
Por Jesús Puerta
Con información de Aporrea.
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