El gobierno le pide a los becarios de Fundayacucho apoyar en público a la revolución

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El gobierno le pide a los becarios de Fundayacucho apoyar en público a la revolución | imagen de referencia

 

Varios son los estudiantes que se fueron a estudiar a otros países, cuando se les otorgó la beca de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, pero actualmente la preocupación ha llegado a sus vidas, porque la institución del estado venezolano que financia sus estudios ya no responde como antes, pues cada mes son más los recursos que dejan pendientes sin ninguna respuesta.

Se supo que estos venezolanos fuera del país, han recibido correos por parte de su asesor, donde los invitan a  colaborar con la campaña “Obama deroga el decreto ya”, y luego les fue enviado otro, donde les pedían que rechazaran la destitución de la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

En un artículo publicado en El Nacional, un joven, quien prefiere permanecer en el anonimato, identificándose con un nombre ficticio para evitar problemas, cuenta lo que están viviendo en el extranjero, por la ineficiencia de los entes que deben responder a las becas Fundayacucho.

Trabajo publicado Por  María Victoria Fermin en El Nacional

Carlos Sánchez estudia un posgrado en el extranjero hace más de un año gracias a la beca que obtuvo de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho. Transcurrido ese tiempo, el joven asegura que incomodidad y preocupación son dos sensaciones que le causa el vínculo con la institución del Estado venezolano que financia sus estudios.

Fundayacucho le debe tres meses del pago de la manutención, deuda que ronda los 4.000 dólares. Tampoco le ha cancelado el monto correspondiente al seguro de salud del año 2016 a pesar de que esto último es un requisito que le exigen mientras durante la estadía fuera del país.

El estudiante –a quien se identifica con nombre ficticio para resguardar su identidad– explica que estos pagos una vez al mes, además del correspondiente a la matrícula escolar, los debería hacer la fundación contrareembolso luego de que el beneficiario envía las facturas a Venezuela.

Él ha podido bandearse con lo que logró ahorrar, por previsión, de las cuotas que le depositaron meses atrás, pero la incertidumbre sobre cuándo le enviarán los recursos pendientes lo inquieta. “No tengo un trabajo formal y mi tutor tampoco me recomienda que me ponga a buscar empleo porque eso me quita tiempo de la investigación que desarrollo para mi tesis”, señala.

Sánchez afirma que tiene compañeros –no precisa el número– en la misma situación que él y algunos en condiciones más críticas porque tienen poco tiempo en el extranjero y no han podido reunir dinero para mantenerse mientras llega el pago de Fundayacucho.

“Cuando a través de WhatsApp se pregunta por el pago se nos pide que tengamos paciencia, nos hablan de la situación del país y la guerra económica”, cuenta el joven.

La memoria y cuenta 2015 del Ministerio de Educación Universitaria, organismo al que está adscrita Fundayacucho, indica que en 2015 la institución brindó atención socioeconómica a 336 estudiantes venezolanos que cursan estudios de pregrado y posgrado en el exterior, a través de convenios suscritos con varios países y universidades.

El informe añade que también existe un acuerdo con 5 instituciones del gobierno entre las que reparten 95 becas, pero no se explica si son nacionales o internacionales. Luego dicen que se otorgaron 31 becas para estudios de posgrado en Argentina y 96 becas para Rusia.

La imprecisión en las cifras de becarios puede deberse a uno de los aspectos que el organismo confiesa como obstáculos de su gestión: “No se cuenta con un sistema integrado que permita registrar la información de estudiantes becarios en las distintas modalidades de Fundayacucho”, se indica en la rendición de cuentas.

Solicitudes revolucionarias. En el primer semestre de este año, Sánchez y otros estudiantes recibieron un par de correos de su asesor, asignado por el organismo gubernamental, que incluían un saludo revolucionario y una solicitud particular.

En un primer mensaje, en marzo, les pedían colaborar con la campaña “Obama deroga el decreto ya” que ideó el primer mandatario Nicolás Maduro para presionar al presidente de Estados Unidos a eliminar la orden que dictó contra un grupo de funcionarios del gobierno venezolano.

“Necesitamos que los becarios realicen y nos envíen videos de apoyo y solidaridad con Venezuela…”, señalaba el texto recibido, que también refiere que es necesario que el material tenga buena resolución y subtítulos, en el caso de que participen personas que hablen otro idioma.

Poco después enviaron otra comunicación en la que instaban a una acción solidaria para rechazar la destitución de la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. En ese caso el mensaje indicaba: “Adjuntamos imágenes con las que se pueden tomar fotos individuales o en grupos para que las publiquen principalmente en Twitter” y les pedían etiquetar las cuentas del presidente de Fundayacucho, de Nicolás Maduro y del vicepresidente del Área Social, Jorge Arreaza.

Sánchez comenta que en ese entonces no atendió las solicitudes y que en el futuro tampoco tiene intenciones de hacerlo porque le parece fuera de lugar y “de mal gusto”. Hasta la fecha no ha sabido de alguien a quien hayan reprochado por negarse a participar en esas actividades. “Espero que no haya represalias”, señala.

Proyectos inconclusos. El becario también denuncia su preocupación de que Fundayacucho no concrete sus planes para promover las investigaciones de los becarios en Venezuela.

Relata que hace un año les informaron que el organismo crearía una revista científica y se les solicitó que enviaran sus publicaciones, pero hasta la fecha no han tenido noticias de ese proyecto.

“Eso condenaría la publicación de los artículos, porque pidieron la exclusividad; es decir, que no puede ser enviada a otra revista”, lamenta.
Para este trabajo El Nacional intentó contactar vía correo electrónico a personal de la Coordinación de Convenios Internacionales de Fundayacucho, pero al cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta.

Opacidad y desorden

Olga Ramos, especialista en Políticas Públicas de Educación, señala que no tiene conocimiento sobre el funcionamiento actual de Fundayacucho, pero rememora su experiencia de cuando fue becaria años atrás. “Había dos modalidades: becas y créditos. Recuerdo que la única indicación era estudiar y mantener buenas notas. Si las calificaciones eran altas hasta te podían exonerar el pago del crédito, si eran muy bajas corrías el riesgo de que te quitaran el beneficio”, cuenta. Añade que nunca recibió peticiones para que se identificara con un perfil público en apoyo al gobierno de turno.

Miembros del Núcleo de Desarrollo Estudiantil de las universidades públicas refieren que hace un par de años en una reunión en la sede de la Oficina de Planificación Universitaria una funcionaria de Fundayacucho admitió que habían identificado casos de estudiantes con más de una beca de distintas casas de estudio, así como individuos que aún sin ser estudiantes estaban gozando de la beca de ese organismo.

En ese entonces, refiere el director de Desarrollo Estudiantil de la USB, Omar Pérez, se les pidió apoyo a las universidades para contrastar las listas de matriculados para depurar a los que percibían dos o más ingresos a través de subsidios.

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