¿Qué tan peligroso puede ser el moho en los alimentos?
En muchas ocasiones, puede suceder que vayamos a consumir un alimento y tenga moho por la zona exterior o, incluso, este haya penetrado hacia el interior del producto. En este tipo de situaciones hay que tener cierto cuidado, ya que ingerir alimentos con moho puede resultar perjudicial.
La presencia de moho delata el crecimiento de un microorganismo que puede ser perjudicial para la salud humana. De hecho, consumir bacterias, hongos o protozoos puede derivar en intoxicaciones o en toxiinfecciones alimentarias.
Este tipo de patologías se basan en la colonización del tracto digestivo por microorganismos invasores, o en la deposición de productos de deshecho tóxicos para la salud. La sintomatología, en muchos casos, suele ser de carácter intestinal. Los vómitos, las diarreas y los malestares intestinales son bastante frecuentes en estas situaciones.
Sin embargo, dependiendo del organismo causante, los perjuicios pueden ser más graves. De este modo, el hígado puede verse afectado, desarrollando ciertas patologías de carácter severo que causan complicaciones de consideración en la salud.
Los alimentos secos o con bajo nivel de humedad pueden consumirse una vez retirado el moho de su exterior. Sin embargo, este proceso no es tan sencillo en los carnosos o húmedos, ya que los hongos pueden extenderse hacia el interior del producto, provocando una patología tras su ingestión.
Lea también: En Miami Beach proponen limitar la venta de alcohol, según alcalde
En caso de duda, siempre es recomendable desechar el alimento al detectar la presencia de moho. Existen ciertas excepciones, sobre todo en el caso de los quesos, donde la aparición de mohos o microorganismos no suele presentar un problema de salud. No obstante, este tipo de casos son los menos frecuentes.
Cabe destacar que la presencia de moho denota la existencia de un hongo en el exterior y, posiblemente, en el interior del producto. Las infecciones de tipo fúngico suelen presentar una sintomatología diferente a las de carácter bacteriano. En este caso es más probable que el hígado sea el órgano afectado.
Además, la toxicidad hepática por la ingestión de mohos presenta carácter acumulativo, es decir, no manifiesta síntomas hasta que la cantidad de tóxico en el organismo es lo suficientemente alta para causar una lesión severa.
Para prevenir la aparición de mohos es preciso desarrollar una buena higiene alimentaria. Conservar los alimentos bajo las condiciones de temperatura y humedad adecuadas resulta crucial. Además, es necesario separar los alimentos para evitar contaminaciones cruzadas. No manipular distintos alimentos con los mismos utensilios, sobre todo en el caso de alimentos crudos y cocinados, elimina también muchos riesgos.
Por otra parte, es fundamental no romper la cadena de frío y realizar descongelaciones de forma adecuada. La temperatura ambiente no suele ser correcta a la hora de descongelar los alimentos, lo recomendable es realizar este proceso en el frigorífico.
Exceder las fechas de consumo preferente de los alimentos también aumenta la probabilidad de que estos desarrollen mohos en la superficie o alberguen algún tipo de organismo patológico en su interior.
Para minimizar estos riesgos, la industria utiliza elementos conservantes. En algunas ocasiones, estos son de tipo natural, como la sal, el azúcar y el envasado al vacío. En otras situaciones, recurren a la utilización de elementos químicos cuyas consecuencias sobre la salud no siempre están claras a largo plazo.
Este es uno de los motivos por los cuales se debe de priorizar el consumo de alimentos frescos frente al de procesados, pero siempre bajo unas condiciones higiénicas correctas.
Con información de Venezuela Al Día