Los hijos de Cilia Flores se compraron una calle para ellos solos y el pueblo sufriendo

“Es un mes y ahora se duplican, son dos meses de alegría, sobre todo para los niños, son los que más disfrutan las navidades“ dijo la esposa de Nicolás Maduro

La solución habitacional para los hermanos Gavidia Flores, su padre, parejas y socios de negocios, supuso llevar a cabo una ambición extravagante: comprar una a una las catorce casas de un callejón de la urbanización Cumbres de Curumo de Caracas, una meta que completaron en cuatro años. Al mudarse en manada de El Paraíso, en el centro de la capital, al este burgués del valle, simbolizaron su asombroso ascenso social en medio de la debacle económica del país. La nueva ubicación les ofrece aislamiento y la posibilidad de vivir junto a Fuerte Tiuna, el hogar de su madre, la primera dama, y su padrastro, Nicolás Maduro. Para lograrlo diseñaron una estrategia de compra paulatina mediante terceros allegados, a través de empresas de maletín, y con pagos nominales en bolívares con cheques personales.

Al menos desde 2015 pasaron a tocar la puerta, uno a uno, de los vecinos de la avenida Laguna de Tacarigua de Cumbres de Curumo, una urbanización de clase media, con casas familiares y edificios de baja altura, encaramada sobre las colinas del sureste de Caracas.

Hacían, a través de emisarios, ofertas de compra por las viviendas que bien valía considerar.

Primero, porque la transacción brindaba la posibilidad de obtener una jugosa suma en momentos en que el mercado inmobiliario se encuentra prácticamente paralizado, y con precios a la baja, en la capital de Venezuela.

Pero, sobre todo, por la identidad de quienes buscaban comprar las casas: aunque al principio no se hizo evidente, pronto diversos indicios dieron volumen a un runrún que cubrió como un nuevo pavimento de suspicacias y sobrentendidos todos los recodos del callejón. Los hijos de Cilia Flores, la Primera Dama de Venezuela -o su Primera Combatiente, según el argot oficial del chavismo-, eran quienes llevaban a cabo esa batida para tomarse toda una calle para ellos solos.

“Familia Gavidia Flores”

La presunción era cierta. Este reportaje comprueba documentalmente que catorce de las quintas de la avenida Laguna de Tacarigua fueron adquiridas por un entramado de diversas empresas detrás del cual se asoman, sin camuflar, nombres de allegados a los hijos de Cilia Flores: Walter Jacob, Yosser y Yoswal Gavidia Flores

Entre esos nombres despunta, por su frecuente repetición, el de Mario Enrique Bonilla Vallera, un veinteañero que estudió en la Universidad Santa María (USM) de Caracas con Yoswal. Bonilla ha sido señalado abiertamente como testaferro de los hermanos Flores Gavidia en un proceso penal en el sur de Florida.

Vecinos que hablaron con Armando.Info a condición de la reserva de sus nombres, confirmaron que en una de las quintas que cambiaron de dueño, la #599 según la numeración catastral de la calle, vive Walter Gavidia Rodríguez, ex esposo de Cilia Flores, también ex representante del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) al Parlamento Latinoamericano y ex presidente de la estatal Fundación Negra Hipólita.

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Otra quinta, la #335, diseñada en 1961 por el arquitecto Jesús Tenreiro y declarada Bien de Interés Cultural por el Municipio Baruta, se destinó al alojamiento del personal de escolta de los hermanos Gavidia Flores.

Son algunos de los detalles más caprichosos de este proyecto de cohousing, un emprendimiento de por sí extravagante y todavía más en la Venezuela del descalabro socioeconómico, que en silencio los hijastros del presidente Nicolás Maduro adelantaron durante cuatro años hasta completarlo con éxito.

PATRICIA MARCANO |

Más detalles en Armando.info

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