Lo que cuesta salvar a un niño venezolano de la desnutrición, según Cáritas
Cada 100 niños, 15 sufren desnutrición aguda en Venezuela. La cifra se desprende del “Monitoreo de la situación nutricional en niños menores de 5 años” que acaba de presentar Cáritas desde Caracas, como parte de la alerta mundial en la que “llama a detener las muertes”.
La situación que reporta el organismo de la Iglesia católica es peor que la presentada en su último informe y constata un “preocupante incremento” en el déficit nutricional de las familias venezolanas; así como el hecho de que 4 de cada 10 se ven en la necesidad de “pedir o ‘mendigar’ por alimentos”, “u obtenerlos en lugares para comida descartada”.
En todos los estados donde se realiza diagnóstico y seguimiento, los niveles de desnutrición aguda moderada y severa “superan el umbral de severidad que define una crisis”, razón por la cual han intensificado la movilización y los pedidos de ayuda para brindar atención a un cada vez mayor número de afectados.
El promedio de los registros de todas las parroquias de desnutrición aguda global está muy cercano al nivel de emergencia (15%) situándose en un 14.5%. No obstante, ese nivel ya se supera en las parroquias del estado Zulia, donde alcanza el 16%.
Por otro lado, Cáritas constata que el 71% de los hogares venezolanos reporta un “deterioro masivo de su alimentación” y advierte que desde que comenzó la crisis, al menos 6 de cada 10 “han incurrido en alguna forma de privación alimentaria”.
La situación ha requerido medidas urgentes por parte del ente de acción social, pero el sostenimiento de los programas resulta particularmente costoso. Además, por esta razón ha disminuido exponencialmente la cantidad de niños que pueden ser atendidos.
Hace menos de cinco años, Cáritas podía “graduar” con sus programas de rescate a más del 80% de la niñez afectada. Hoy esa cifra ronda el 50%.
Y es que “salvar a un niño desnutrido cuesta al menos 40 dólares”, según explica la directora del organismo, Janeth Márquez, al reiterar la necesidad de mayor cooperación nacional e internacional.
Recuerda la socióloga que aunque es posible la reincidencia de cuadros de desnutrición debido a la falta de educación y formación; así como a la ausencia de políticas de higiene o de acceso a servicios como agua potable en muchas comunidades, también es cierto que según la edad del niño, algunos daños son irreversibles.
La Iglesia se concentra fundamentalmente en los niños de cero a dos años de edad, o como en el caso venezolano: hasta los cinco, porque es una etapa muy fundamental de formación, la cual puede marcar la diferencia en cuanto al comportamiento futuro de estas personas.
Las deficiencias nutricionales en un niño cuyo cerebro está aún en parte de su ciclo de desarrollo podrán traducirse más adelante en dificultades para el aprendizaje, de adaptabilidad, o para una conducta socialmente sana que contribuya al crecimiento integral de la comunidad.
No obstante, rescatar a un niño de la desnutrición representa el proceso de desparasitación y el consumo de un complemento alimentario que recibe por espacio de tres meses, durante el cual consume –en promedio- unos 20 frascos de suplemento especial.
Además, reciben un aporte controlado de minerales y vitaminas, amén del hierro que, durante esa etapa resulta particularmente indispensable. A la par del suministro de estos alimentos, se les brinda atención médica especializada cada semana, a fin de poder monitorear la evolución del niño.
En esta etapa, los especialistas permanecen alerta de que los niños no se vean afectados por algún virus, pues la deficiencia nutricional y la ausencia de un sistema de defensas adecuado los convierte en excepcionalmente vulnerables, por lo que casi cualquier virus podría convertirse en su sentencia de muerte.
Cuarenta dólares por niño cuesta el programa, según pudo constatar Aleteia en conversación con Cáritas Venezuela, que mantiene un sólido despliegue en todo el país a través de las diócesis de la Iglesia Católica para brindar soluciones adaptadas a la realidad de cada región del país.
No obstante, el monto se podría incrementar debido a otros problemas asociados que se vienen presentando en la nación, en un intento por frenar la situación de emergencia en materia de desnutrición infantil.
Explica Márquez que son muchos los hogares –pero no todos- adonde llega la ayuda, pero ahora se requiere un monitoreo muy rígido para asegurarse de que los productos entregados en cada casa sirvan para alimentar a los niños afectados y no a todo el componente familiar.
“Ahora nos toca entregar no solo los complementos que van para el niño o niños desnutridos, sino para el resto de la familia, porque el hambre conduce a que las madres ‘repartan’ entre todos cuanto reciben. Hemos tomado medidas para atenderlos a todos, pero ello encarece el programa y dificulta el acceso”.
El informe también señala que la proporción de hogares con una diversidad de alimentación deficiente se incrementó de 66% a 85% entre febrero y agosto 2017 y considera “urgente que se dispongan recursos extraordinarios del Estado para la atención de la desnutrición severa y de los problemas de salud prevalentes”.
Sugiere además que se permita que la industria de alimentos, laboratorios e industria farmacéutica movilicen los insumos y los hagan disponibles en el país, a fin de poder responder eficazmente a la crisis.
Desde Cáritas consideran urgente “establecer una respuesta ampliada para facilitar a las familias más vulnerables el acceso al ‘agua segura’ o diversificar la formación y los medios para desinfectarla”.
Sostienen que la ayuda de Cáritas “y otros grupos de la sociedad civil es efectiva en amortiguar los efectos de la crisis alimentaria y de salud del país, pero si no se manejan integralmente los problemas de acceso a alimentos generales, agua y saneamiento, el alcance es limitado”.
No obstante, la institución de la Iglesia católica reiteró su esperanza en que con ayuda divina mejoren los aportes y se sumen al voluntariado cada vez mayor en pos de garantizar la vida de cientos de miles de niños venezolanos.
Nota de prensa