Fallece niño de un año en San Félix por desnutrición moderada
La realidad de miseria, caos y malnutrición que hay en el país no deja de sorprender, mientras tanto el Gobierno Nacional insiste en asegurar que tiene estrategias económicas para solventar el problema con medidas como los Clap, que no cubren la demanda.
Recientemente se conoció, gracias a la nota de Correo del Caroní, el fallecimiento de otro niño que se suma a la lista de muertes por desnutrición.
La víctima del hambre, identificada como Keiner Iván Cardozo Millán tenía un año y cuatro meses, cuando murió el pasado lunes en brazos de su abuela María López, en Brisas del Sur, San Félix.
Siguiendo información del medio citado, en septiembre de 2016 Keiner fue hospitalizado por estar en estado de desnutrición. Sin embargo, los familiares- sobre todo la abuela-estaban pendientes del niño para que no volviera a recaer.
Pero, en la casa hay hambre, asegura López, detallando que en la humilde vivienda, viven 9 niños y 6 adultos, éstos últimos a veces dejan de desayunar y cenar para que los más pequeños tengan algo en el estómago.
Pese a la condición de humildad en la que viven, María no se explica porqué murió su nieto, que ya estaba recuperado y que tenía alimentos separados para él.
“Ya, en verdad, lo tenía rehabilitado. Lo único que le faltaba era manutención normal. Nosotros le teníamos sus cosas: sus sopas, sus teteros y sus cositas”, contó la mujer.
El certificado de defunción se especifican dos causas de muerte: “deshidratación por síndrome diarreico” y “desnutrición moderada”.
Keiner se murió de hambre.
La abuela de Keiner recuerda que el domingo 15 de enero, su nieto “pasó el día normal: en la mañana se paró normal como siempre. Pero el lunes se fue trancando y le dimos respiración de boca a boca. Le sacamos una baba y anduvo tranquilo. Después estaba normal, acostadito, y a las 7:30 le fue dando algo y vimos que no quería respirar. Estaba trancado. No teníamos el dinero para salir a agarrar un carro”.
Sin dinero ni medio para transportarse, En brazos de María falleció su nieto. “Cuando salimos de la casa a caminar para irnos, se torcía y se torcía. Ahí se fue quedando. Se nos murió en las manos. Cuando le pusimos la mano, no tenía pulso y se puso frío”, confesó.
“Lo que pasa es la situación económica. En verdad, nosotros lo que podemos comer es lo que mi esposo hace o con lo que nos ayudamos. A veces ni desayunamos ni cenamos. Si ellos (los niños) comen, nosotros no comemos. Lo que más podemos conseguir es sardina, pero eso es si no está cara”, agrega la abuela.
Luego del fallecimiento, vinieron las 48 horas de espera para que devolvieran el cuerpo. Luego, pedir una urna en la Alcaldía. Luego, verlo descompuesto y vestirlo así. Luego, en el momento de asumir el duelo, también sentir la bofetada de la miseria. Pues si caminar hasta el hospital, porque no hay para un taxi, con un niño desnutrido en brazos y verlo morir, y sentir el desespero encarnizado y luego la frialdad de la carne, no es una bofetada de la miseria, ¿qué es?
Así está la familia. Su abuelo se encargó de abrir un hueco donde estará enterrado Keiner. Mientras tanto, atardece en Brisas del Sur. Es uno de esos momentos en los que toca saborear la amargura por la muerte del niño y por la pobreza.
María, mientras, se disculpa otra vez por el desorden de la casa. Como si ella realmente fuera culpable de algo.
Como si no hubiese otros culpables de desordenar al país y provocar, entre otras cosas, que niños como Keiner se mueran de hambre.