5 cosas que quizás no conoces de la frontera entre México y EEUU
¿Sabía que los astronautas que viajaron a la Luna se entrenaron en desiertos de la frontera entre México y Estados Unidos?
¿O que en esta región existe una ancestral nación con territorio en ambos países?
Son algunas de las historias que poco se conocen de los 3.000 kilómetros de zona común entre las dos naciones y que fue uno de los temas centrales en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Es un área con una de las mayores economías del mundo: más de US$ 535.000 millones de intercambio comercial al año.
Todos los días un millón de personas cruza la frontera para estudiar, trabajar o hacer compras en una u otra nación, y varios miles lo hacen sin documentos migratorios.
BBC Mundo reunió cinco historias que quizá no conocía de esta área fronteriza, en la que existe más que el muro que pretende reforzar el presidente electo estadounidense Donald Trump.
1. De Altar a la Luna
Cuando se diseñó la Misión Apolo, los científicos de la NASA se dieron cuenta que necesitaban ensayar en un sitio lo más parecido al suelo lunar.
Y lo encontraron en el desierto de Altar, que se extiende desde Sonora hasta Arizona.
La región no sólo tiene uno de los climas más extremos del mundo, sino que su suelo y orografía son parecidos a los del satélite de la Tierra.
De hecho, parte del equipo manual de la misión Apolo XIV, que alunizó en la zona lunar de Fra Mauro en 1971, se probó en la actual Reserva de la Biósfera de El Pinacate, en Sonora, en el noroeste de México.
Es un sistema de volcanes a 50 kilómetros de la frontera, con una gran cantidad de cráteres y formaciones rocosas con 40 millones de años de antigüedad.
En 1970 los astronautas Allan Shepard y Edgar Mitchell recogieron piedras en esta zona con el instrumental que luego llevaron a la luna.
También probaron algunas cámaras de cine, que finalmente no se utilizaron en la misión.
Además de estos experimentos en El Pinacate, la NASA ha probado equipo espacial en otras partes de la frontera común.
Uno de estos fue la resistencia del sistema de paracaídas de Orión, la nave con que se pretende enviar a los primeros seres humanos a Marte.
2. Una nación en dos países
La Nación Tohono O‘odham es la segunda etnia originaria más numerosa de Estados Unidos, después de la Nación Navajo.
Su territorio actual, de 1,2 millones de hectáreas, se ubica en el sur de Arizona y el norte de Sonora, dentro del Desierto de Altar.
El pueblo es descendiente de los primeros habitantes del continente, e incluso su idioma es una derivación del náhuatl que hablan varios grupos indígenas en México y Centroamérica.
La Nación comparte lengua, tradiciones religiosas, culturales y alimentarias.
Durante cientos de años los Tohono cruzaron libremente por su territorio, incluso en la mayor parte del siglo pasado.
Pero a partir de los años 90, cuando se endurecieron las leyes migratorias estadunidenses y se construyeron los primeros muros fronterizos, su situación empezó a cambiar.
En su página oficial la Nación señala que la línea que divide a los países obstaculiza su libertad.
Ahora los Tohono deben portar pasaportes y documentos de identidad, algo que nunca habían necesitado.
La mayor parte de las tribus se encuentran en territorio estadunidense, y 9 permanecen en México separados sólo por la cerca que divide a los dos países.
La frontera “es una barrera artificial para atravesar sus tierras, perjudicando su capacidad de recolectar alimentos y materiales necesarios para sostener su cultura, y visitar a sus familiares y sitios sagrados tradicionales”.
El principal centro religioso de la Nación es el Pico Baboquívari, al este de Tucson, Arizona.
La montaña puede verse desde territorio mexicano y es, de hecho, una de las señales más importantes para los migrantes que cruzan la frontera sin documentos.
3. La puerta que se abre una vez al año
El Parque de la Amistad se encuentra en la costa, en Playas de Tijuana, y frente a una cerca de 4 metros de alto que separa a México de Estados Unidos.
Cada fin de semana decenas de familias se reúnen a ambos lados de la frontera para comer, festejar cumpleaños o simplemente conversar a través de la valla.
Pero una vez al año se abre una puerta en el muro para permitir que, por unos minutos, las familias puedan abrazarse.
Son momentos de mucha emoción. A veces las personas llevan años o décadas sin tocarse.
En esos segundos hay abuelos que conocen a sus nietos o niños que conversan por primera vez en mucho tiempo con su madre deportada.
Se llama La puerta de la esperanza, y contrasta con otra a unos kilómetros de distancia, en el puerto de deportación El Chaparral en Tijuana.
Por este lugar se deporta anualmente a miles de mexicanos.
A diferencia de la primera, cerrada casi permanentemente, ésta se abre todos los días.
4. El juego “más subversivo” de la frontera
Se llama “wallyball” y se practica cada abril desde 1979 entre Naco, Arizona, y Naco, Sonora.
Es un partido de voleibol que se juega en la cerca que divide a los dos pueblos. La valla es, de hecho, la red sobre la que se arroja el balón.
El encuentro, al que algunos llaman “el más subversivo de la frontera”, es parte de un festejo para recordar el carácter binacional de la región.
Los promotores -organizaciones civiles y la alcaldía de Naco, Arizona- dicen que es una forma de recordar que la frontera no los separa.
Pero en realidad es una fiesta. Además de jugar voleibol los participantes escuchan música, comparten comida e intercambian regalos. Todo bajo la desconfiada mirada de agentes de la Patrulla Fronteriza.
5. La nueva realidad
Es un fenómeno reciente: la mayoría de los migrantes que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos no provienen del sur.
Al contrario. Desde hace algunos años son más los mexicanos que regresan de los que emigran.
Datos del censo del centro de estudios Pew Hispanic Center señalan que entre 2009 y 2015 un millón de personas de México volvieron a su país.
Muchos fueron deportados, pero otros emprendieron el regreso porque no encontraron empleo. En ese mismo período 817.000 mexicanos viajaron al norte.
La migración neta, es decir la media entre los que se van y quienes vuelven, fue de prácticamente cero.
Unas cifras contrarias al discurso de Donald Trump y sobre todo a su justificación para construir un nuevo muro en la frontera entre México y Estados Unidos.
BBC Mundo.-
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