Británicos recibieron Premio Nobel tras descubrir estados “exóticos” de la materia

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Británicos recibieron el Premio Nobel por los estados “exóticos” de la materia | Foto: Cortesía

Los británicos David Thouless, Duncan Haldane y Michael Kosterlitz fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre los estados “exóticos” de la materia, que podrían ayudar a crear computadoras cuánticas.

Los tres científicos descubrieron inesperados comportamientos de la materia y concibieron el marco matemático para explicar esas extrañas propiedades.

“Sus descubrimientos permitieron avances en la comprensión teórica de los misterios de la materia y crearon nuevas perspectivas para el desarrollo de materiales innovadores”, escribió la Fundación Nobel.

Thouless, de 82 años, nacido en Escocia, es profesor emérito en la Universidad de Washington en Seattle. Obtuvo la mitad del premio, es decir, unos 417 mil euros.

La otra mitad será repartida entre Haldane, de 65 años, nacido en Londres, que enseña en la universidad de Princeton, y Kosterlitz, nacido igualmente en Escocia en 1942, de la universidad Brown en Providence, también en Estados Unidos.

ESTADOS EXÓTICOS

“Los premiados de este año han abierto la vía a un mundo desconocido donde la materia puede pasar por estados exóticos. Han empleado métodos matemáticos para estudiar fases o estados inhabituales de la materia, como los superconductores, los superfluidos y las cintas magnéticas finas”, explicó la Fundación Nobel.

Thouless, Haldane y Kosterlitz han estudiado los “aislantes topológicos”, una nueva forma de materiales cada vez más conocidos en los últimos diez años.

Estos superconductores y/o superfluidos tienen potencialmente revolucionarias aplicaciones para concebir ordenadores cuánticos.

Los grandes grupos informáticos y los laboratorios de investigación trabajan desde hace años sobre los ordenadores cuánticos, que serían mucho más potentes que los actuales, pues son capaces de utilizar sorprendentes propiedades de partículas, lo que permite escapar de las reglas de la física clásica.

La información más elemental de los ordenadores actuales es un “bit”, un sistema necesariamente binario (0 o 1). Un ordenador cuántico usaría quantum bits oqubits, capaces de tener varios valores al mismo tiempo y, potencialmente, hacer un mayor número de cálculos de forma paralela, lo que reduciría enormemente el tiempo necesario para realizar una tarea.

La principal dificultad para concebir semejante ordenador es que es particularmente frágil: hay que aislar individualmente todas sus partículas de influencias exteriores para preservar su estado cuántico, lo que requiere temperaturas muy bajas y cámaras protegidas contra radiaciones electromagnéticas, etc.

Y aquí entran en juego los “aislantes topológicos”, que tienen la particularidad de conservar sus propiedades en estados “extraños” o “exóticos”, como el frío extremo.

Los gobiernos también se han interesado en el ordenador cuántico para poder descifrar rápidamente cualquier código informático que proteja secretos bancarios, médicos, informaciones de defensa o del mundo de los negocios.

Los documentos divulgados por el antiguo asesor de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, Edward Snowden, revelaron que esta agencia intentaba crear un ordenador de este tipo.

ONDAS GRAVITACIONALES LLEGAN TARDE

El mayor descubrimiento físico de 2016 es, sin duda, la comprobación de la existencia de las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein. Entonces, ¿por qué no fue reconocido ayer con el Premio Nobel de Física?

Aunque los científicos del observatorio estadunidense LIGO detectaron las ondas en septiembre de 2015, el hallazgo no se publicó hasta el 11 de febrero de 2016. Y el plazo de nominaciones para el Nobel de Física termina el 31 de enero de cada año.

“Por supuesto que habrá un Premio Nobel para ello (…) pero no este año”, afirmó ayer el director del Instituto Max Planck de Física Gravitacional (Alemania), Karsten Danzmann.

Las ondas gravitacionales se producen cuando las masas se aceleran y comprimen y estiran el espacio.

Se propagan en el vacío a la velocidad de la luz y distorsionan el espacio-tiempo, de forma parecida a las ondas que produce una piedra que se lanza al agua.

Es el caso, por ejemplo, de lo que ocurre con la explosión de una estrella al final de su vida.

Los científicos pueden aprovechar estas ondas como señales procedentes del universo y esperan que sirvan para hacer nuevos descubrimientos en el espacio. Por eso consideran que se trata de una nueva era para la astronomía.

Fuente: AFP/EFE


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