«Uno ama a su país pero lo cierto es que desde el 99 Venezuela dejó de ser un país real para vivir», agregó.
Una vez en los Estados Unidos se instaló en el sur de Florida, junto con su pareja y dos hijastros. Gracias al TPS pudo conseguir trabajo en una organización que ayuda a otros migrantes. “He estado aquí trabajando legalmente, haciendo las cosas de la mejor manera”, sostuvo.
No obstante, su vida volvió a cambiar por completo cuando Trump empezó a aplicar su política migratoria. «Ha sido un año bien cuesta arriba, muy difícil psicológicamente hablando». En este sentido, ha sufrido de ansiedad y ha necesitado la ayuda de un psicólogo.
«Fui a la playa un día con mis chicos y pasaron unas patrullas de la policía fronteriza. Aunque tenía mi estatus legal, sentí un miedo terrible, dije ‘hasta aquí llegué’. Hay una incertidumbre y un miedo con el que uno vive todo el tiempo sin quererlo», contó.
«Me da pánico regresar a Venezuela, me da pánico incluso estar dándote esta entrevista y que resulte en un proceso en mi contra si llego a Venezuela”, reconoció.
La venezolana contó que un amigo íntimo está preso por participar en la campaña de la premio Nobel de la Paz y líder de la oposición en Venezuela, María Corina Machado.
Asimismo, no ocultó su rechazo a la política migratoria de Trump que calificó a los migrantes como delincuentes o que provienen de instituciones para enfermos mentales.
“Es muy fácil decir que 600.000 venezolanos son gente de mal, que vienen a hacer daño, pero lo cierto es que son gente que quiere hacer las cosas de manera correcta, trabajar para poder proveer a su familia de un futuro distinto”, concluyó.