Logros de la Revolución: Éxodo de atletas hostigados por gobierno de Maduro
Cuando un deportista eleva el estándar humano, la algarabía contagia a un país por igual, sin distingo de color político y representando orgullo para su gentilicio. Difícil es para ese atleta que su pensamiento político lo coloque en pugna con autoridades, que como castigo ignoren sus resultados o los obliguen a renunciar a su prestigio y su terruño, obligándolos a buscar medios para sobrevivir en el exilio.
Ejemplo de ello son los casos de la judoca Keivi Pinto, el esgrimista Denis Méndez y el ciclista Jonathan Suárez, entrevistados por el Nuevo Herald.
Se trata de ex miembros de selecciones olímpicas de Venezuela que hoy denuncian el mundo de las corruptelas en el régimen de Nicolás Maduro en materia de deporte, como días atrás también lo hizo la ciclista Daniela Larreal.
Estos atletas resultaron afectados por la corrupción a la que echa mano el Ministerio del Deporte como una herramienta más para que aliados del régimen se beneficien del erario público, especialmente de las divisas provenientes del petróleo.
La judoca Keivi Pinto es medallista de oro en tres de los cuatro Juegos Bolivarianos —en los últimos obtuvo una medalla de plata—, es ganadora de preseas de plata y bronce en Campeonatos Panamericanos y obtuvo el noveno lugar en los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004.
Pinto trabajaba en una empresa estatal venezolana. Desde estas instituciones, que supuestamente deberían ser apolíticas y para todos los ciudadanos, la obligaron a participar en marchas y eventos políticos para respaldar al gobierno. Llegó el momento en que no lo toleró más, y por su negativa la obligaron a renunciar a su trabajo.
“La gente de CVG-VENALUM —empresa siderúrgica estatal venezolana— me obligaba a ir a marchar a favor del gobierno… Porque no iba, más me presionaban. Yo decidí venir para acá, a los Estados Unidos, porque así podía ayudar a mi familia, que es de bajos recursos”, dijo Keivi, quien trabaja actualmente en el aseo de un restaurante de Miami.
“Allá en VENALUM le daba clases a niños. Representé a mi país en unas Olimpíadas. Entonces, me ha pegado mucho venir a limpiarle a alguien. Pero no me siento apenada, porque no estoy haciendo nada malo. Estoy ayudando a mi familia y aquí tengo la seguridad que en mi país no tengo”.
Prueba de la inseguridad descrita por la judoca es que Venezuela cerró este 2016 con más de más de 28,000 muertes violentas y quedó en el segundo lugar de la lista de países más peligrosos del mundo.
Recursos para “los amigos”
“Sobre el judo allá en Venezuela, hay muchísima corrupción. A los atletas que viajaban no les daban sus viáticos. Algunos hacían el chequeo nacional pero la Federación ponía a viajar a los que ellos querían, pero no a los que ganaban”, indicó Pinto.
La historia sobre falta de recursos para impulsar el deporte venezolano, en contraste con los recursos que recibía la cartera de las federaciones, no es un mito, a juicio del esgrimista Denis Méndez, quien fue parte de la selección venezolana de esgrima. Hoy vive en Roma, Italia.
“Cuando nosotros habíamos calificado en las competencias, siempre nos decían que no había recursos. Mediante el esfuerzo de mi familia salíamos a Europa, a Estados Unidos, para representar a Venezuela con nuestros propios fondos y con la promesa de que las federaciones y el Instituto Nacional de Deportes nos iba a reembolsar ese dinero cuando volviéramos. Nunca lo hacían. Soy uno de los atletas que viene de dormir en estaciones de trenes, pagar cualquier cantidad de dinero en taxis para poder representar a la nación”, indicó Méndez.
Tampoco daban viáticos a quienes incluso llegaban a ser campeones en disciplinas tales como el ciclismo BMX, de reciente data en el calendario olímpico. “Cada vez que iba a buscar apoyo para una competencia me sacaban miles de excusas para que no fuera. Tenía que sacar de mis bolsillos, pedir prestado o vender algún artículo para poder asistir al evento y después salían ellos, ‘Ah… el Mosquito ganó’, pero sin el apoyo de ellos”, dijo Jonathan Suárez, hoy día exitoso entrenador en Quito, Ecuador.
Sumándose a las recientes denuncias de la ciclista Daniela Larreal, el apodado “Mosquito” por la afición —campeón mundial en la Categoría Élite masculina y Crucero Rin 24 en el 2007 y el primer venezolano en asistir a unos Juegos Olímpicos en BMX, en Beijing 2008— acusó públicamente al Ministerio del Deporte de Venezuela de no ser transparente en la entrega de divisas para entrenamiento de los atletas.
“Hay muchas personas en el Ministerio a quienes simplemente por el amiguismo le pueden dar la carpeta de CADIVI [remesa de divisas] para que se vayan al exterior a hacer su preparación, cuando el atleta no se va al exterior y sigue en Venezuela. Eso es corrupción”, señaló.
“Muchas personas se lucraron de tener carpetas CADIVI, de hacer sus preparaciones afuera, mientras al Mosquito le decían: ‘Se tiene que comer las verdes’. ¿Cuántas verdes me tuve que haber comido yo, si antes de que Venezuela fuera a sus primeros Juegos Olímpicos en el bicicross yo estuve viviendo en Estados Unidos alrededor de cinco años, sin que el Ministerio ni la Federación cubrieran parte de mi entrenamiento o estadía, y siempre estaba en los 10 primeros lugares y dándole resultados a nivel internacional. Nunca recibí nada para ello”, agregó.
Crisis que no distingue medallas
A Suárez no le alcanzaba para vivir el sueldo como deportista, ni tampoco el que le hubiera correspondido como entrenador en Venezuela. Para sobrevivir condujo un taxi ejecutivo durante un año. “De una u otra manera tenía que mantener a mi familia, para poder pagar comida, pañales, leche, colegio. Me sentí mal, pensé: ‘Tantos logros que di a mi Venezuela y ¿no puedo recibir una beca bien remunerada?”.
Antes de decidir salir del país, Suárez acudió a la delegación de ex atletas de Venezuela, pero allí le comunicaron que tenía que cumplir 40 años para contar con una beca como antiguo miembro de la selección venezolana, en momentos que tenía 32. Debido a la necesidad de ingresos para su familia, decidió aceptar una propuesta como entrenador en Ecuador y está viviendo en Quito con su esposa actual y una de sus hijas.
Tanto Pinto como Suárez son oriundos del estado Bolívar, afectada recientemente por desórdenes callejeros que dejaron un saldo de por lo menos cinco muertos y decenas de negocios saqueados, tras la decisión del gobierno de eliminar el billete de 100 bolívares.
“Prácticamente vivieron una semana de peligro, de no poder salir de las casas, porque temían que las casas fueran saqueadas. Siento pena ajena por los microempresarios que perdieron toda su mercancía. Tengo mi mamá y mi hijo de 11 años allá y me da un dolor terrible no poder estar en el país”, dijo Suárez.
Todos coinciden en que en caso de que cambie el gobierno no dudarían en volver al país a ayudar a las nuevas generaciones de atletas. Sobre los que vienen detrás, no ocultan su angustia, pues tienen información de que el comedor del Ministerio del Deporte no funciona, que los médicos de la institución no tienen medicinas y casi ninguno recibe fondos para su preparación en competencias fuera del territorio venezolano.
por León Hernández / El Nuevo Herald