Tradiciones de fin de año se convierten en un lujo ante altos costos, vea algunos precios
Comer uvas en año nuevo es un tradición en diversos países | Foto referencial
Las tradiciones decembrenias para este año 2016 quedaron a un lado para muchos venezolanos dadas las duras condiciones económicas del país.
Muchas como las uvas, lentejas y la ropa interior de color amarillo han sido sacrificadas para lograr permitirse una cena navideña e incluso intercambios de regalos.
Entre la inflación y el desabastecimiento, pocos son los que logran conseguir y costear las fiestas de fin de año. A continuación algunos precios:
UVAS
Las tradicionales uvas para pedir los deseos durante las 12 campadas que le dan la bienvenida al nuevo año, regresaron esta temporada a un altísimo precio, reseñó El Nacional.
El kilo de uvas importadas hoy en dia vale Bs 18.000, esto representa un aumento de 620% en comparación con el 2015, cuando el precio promedio era 2.500 Bolívares. Sin embargo, si busca algo sustancialmente más barato, la uva cosechada en el país le puede costar de 1.000 a 5.000 bolívares el kilo, lo que igual muestra un alza de 400%.
“Estoy pensando seriamente en no comprarlas este año porque están tan caras como un panetón italiano. Será que este año utilizaré aceitunas para pedir los deseos de las doce campanadas”, comentó Zenaida García, ama de casa y profesional.
LENTEJAS
Las lentejas, este año brillaron por su ausencia en los establecimientos recorridos. “Hace meses que no nos llegan”, indicó el dueño de un bodegón en la Candelaria.
ROPA ÍNTIMA
Otra tradición de fin de año, más que todo para las mujeres, es colocarse rompa interior amarilla, para llamar la abundancia y el dinero en el nuevo año.
En una tienda de ropa íntima ofrecen la panty con rebaja de 20% a 6.392, cada una, mientras que en locales del Unicentro El Marqués y Centro Comercial Líder están en 6.000 y 9.800 bolívares la unidad, respectivamente.
“Es divertido celebrar la tradición, pero este año paso de comprar la pantaleta amarilla. El presupuesto no me da”, se lamentó una empleada pública en una tienda del centro.
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