La triste historia del hombre que se subió al Titanic a último momento y la carta que dejó para el amor de su vida

La mañana del 10 de abril de 1912 no prometía ser distinta para la gente de Southampton. Había nubes bajas sobre los muelles y las familias se agrupaban en torno a bultos, baúles y despedidas apuradas. Entre el gentío, casi invisible, un joven de nombre Ernest Portage Tomlin avanzaba hacia una nave inmensa que nunca debió abordar.

En la iconografía del Titanic, todos parecen destinados de antemano. Los ricos para cenar entre candelabros, los humildes para soñar en camas apretadas, los músicos para tocar hasta el final. El nombre de Tomlin no figuraba en ninguna de las listas originales ni en los registros previos a la salida. Solo a última hora consiguió un pasaje para el buque más famoso y fatal de todos los tiempos.

El camino del reemplazo

¿Cómo alguien acaba a bordo del Titanic sin haberlo buscado? La biografía de Tomlin quedó grabada en pequeñas líneas de los archivos. Nativo de Londres, nacido en 1884, había trabajado como “ayudante de colchonero”. Su familia pertenecía a la clase trabajadora que veía en América una promesa.

Tomlin había comprado originalmente un pasaje de tercera clase para el RMS Adriatic, pero fue trasladado al Titanic. El cambio de embarcación quedó registrado en la tarjeta sanitaria de inmigración de Ernest.

La vida en el Londres de inicios del siglo XX ofrecía más incertidumbre que esperanza. Se calcula que, en 1912, la capital inglesa contaba con cerca de siete millones de habitantes, donde el desempleo y la pobreza acechaban cada barrio obrero. Para muchos, la esperanza era la emigración al Nuevo Mundo.

Pero Tomlin, hasta el último instante, no tenía boleto. Los pasajes del Titanic se vendieron y reasignaron varias veces. Muchos programas de viaje dependían de cartas, ahorros o la decisión de patrones. Que un hombre joven como él figure tachado en una lista y agregado al final no es extraño.

Las investigaciones recopiladas por Encyclopedia Titanica y reportes recientes de la prensa británica, como el Daily Mail, reafirman el carácter imprevisible de su pasaje. No se conservan registros de anticipación. Tomlin compró su billete apenas horas antes del inicio del viaje, cubriendo un cupo cancelado a último minuto.

Vía lapatilla 

Por Infobae