Técnico construyó a mano su propia Torre Eiffel y la desarmó en un día luego de venderla
En mayo de 2024 Claudio Marchetti cumplió su sueño de culminar una majestuosa obra, para la que trabajó sin descanso durante 18 meses. Combinó sus conocimientos técnicos y su alma de autodidacta para construir con sus propias manos una réplica de la Torre Eiffel en la localidad de Alicia, provincia de Córdoba, Argentina. En total hizo 86 piezas abulonadas, de manera artesanal, y necesitó 10 toneladas de hierro para alcanzar 31,6 metros de altura.
Hasta ahora permanecía exhibida en el patio de su casa, y la visitaron más de 7000 personas desde que la terminó, pero recientemente aceptó la propuesta de un emprendedor inmobiliario y vendió su preciada creación. “Llegó el momento de soltar este proyecto, y a pesar de todo estoy contento, porque la van a disfrutar muchas familias y ese era el objetivo principal”, le cuenta Marchetti a Infobae. El nuevo destino será Villa Parque Síquiman, a la vera de la Ruta Nacional 38, y formará parte de una propuesta turística con un centro comercial regional.
Sus cálculos fueron correctos, y en tan solo un día y medio logró el objetivo de desarmarla para comenzar el traslado. Son cuatro horas de viaje hasta la flamante sede de la Torre Alicia. “Admito que entre bulón y bulón quedaron varias de mis lágrimas, pero prefiero tener el corazón triste 10 días que toda una vida, y ya no hay vuelta atrás”, expresa Claudio, que se define como “un simple trabajador”. Estudió hasta la primaria, no pudo hacer la secundaria porque tuvo que trabajar, y desde hace muchos años se dedica a la carpintería.
El proceso conllevó muchos desafíos, desde las inclemencias del clima, el esfuerzo físico para colocar cada uno de los 8000 cortes ensamblados a mano, y requirió de mucha creatividad para superar las dificultades. Todo lo trasladó sin grúas, con un sistema de poleas que él mismo inventó con cables de acero, y nadie lo ayudó ni si quiera pasándole un tornillo, porque su idea era hacerlo todo solo, tal como se lo propuso desde el primer día. “Quería que sea la única en un patio particular, y fue una decisión que tomé porque las otras réplicas, que hay tres en el continente, fueron armadas por empresas y grúas; en cambio acá no, fui yo el que arriesgó la vida, y tuve que enfrentar muchos miedos para hacerlo”, confiesa, y cuenta que bajó cinco kilos por la fuerza de piernas que hizo cada vez que trepaba más y más alto.
Le puso el nombre de su localidad -que por esas causalidades comienza con “A”, la letra que inspira la forma de la estructura-, porque parte de su sueño era que fuese expuesta en algún lugar público del pueblo, pero como aquello no se dio, con el tiempo empezó a considerar las cientos de propuestas que le llegaron. Incluso le ofrecieron trasladarla más allá de la frontera, a países vecinos, pero Claudio no perdía la esperanza de que la réplica brillara en el mismo lugar donde fue creada.
“Me cansé de esperar, esa es la verdad, porque hasta ofrecí donarla para que fuese un atractivo turístico en Alicia, y como nunca tuve una buena respuesta al respecto, me decidí a venderla”, confiesa. “Y además me encariñé muchísimo, ya estaba acostumbrado a levantarme y verla, a tomar unos mates a la mañana y verla tan linda, plateada por el sol, en el patio de mi casa”, agrega.
Por Cindy Damestoy | Infobae