La muerte de un capitán de navío venezolano expone lo que viven los oficiales al pasar a retiro
Un grito de indignación y tristeza causó, entre oficiales de la Fuerza Armada, el trágico fallecimiento del capitán de Navío retirado Carlos Julio Rodríguez, el 22 de noviembre de 2024. Según compañeros de armas y gente de la zona, la decisión de acabar con su vida tuvo mucho que ver con la soledad y principalmente la situación económica que atravesaba. Numerosos militares se pronunciaron a través de grupos lanzando una alerta del riesgo para los militares quienes han perdido, bajo la revolución bolivariana, la seguridad social por la que trabajaron toda su vida.
El mensaje que llegó a los militares en sus teléfonos o portátiles fue corto e impactante: “Lamento comunicarles que ha fallecido trágicamente el CN (R) Carlos Julio Rodríguez, quien tomó la decisión de lanzarse de la azotea del edificio donde residía en Puerto Cabello”.
Militares de diversos componentes manifestaron el asombro ante lo ocurrido con el oficial que era querido y respetado, a quien recordaron por su desempeño al comandar la Unidad Táctica de Combate “General Rafael Urdaneta” (Utacur), de Puerto Cabello y el Comando Fluvial Fronterizo (Coffri).
“Esta es la terrible realidad que viven la gran mayoría de los oficiales retirados de la Armada. Luego de 30 años de servicio, una pensión miserable que no alcanza para nada y en completo abandono por parte del Estado venezolano”, manifestó un oficial.
Agobio económico
Una vecina del oficial fallecido relata que “al capitán yo lo veía todos los días, porque yo vivo por aquí cerca del centro comercial y él vivía en el edificio al frente del CC. Todos los días al pasar por aquí me saludaba y luego se iba a la joyería de un amigo de él y luego se iba para su casa. Estaba muy delgado, yo creía que sufría de depresión”.
“Sus hijos están fuera del país. Luego él vivió con una muchacha muy joven, de cuya unión nació un niño. Ella se fue para Perú después que su mamá, que era peruana, murió. Y ella no le dejaba traer el niño, quizá por temor a que se lo quitara”.
Vía lapatilla