Venezolana se ganó la admiración de todos al vender tortas con su bebé en brazos en Miami
Entre harina, azúcar y sueños, Alejandra Alves salió a conquistar las calles de Miami con algo más que sus recetas: su bebé en brazos y la determinación de encontrar el sustento para su familia. Tras enfrentarse a un diagnóstico que le cambió la vida en Venezuela y descubrir en la repostería una gran pasión, mezcló el valor que la caracteriza y un toque de creatividad para construir un negocio de postres llamado Luci Cake.
Todos los días emprende una larga caminata junto a su pequeña hija, quien se convirtió en su fiel compañera para vender tortas. Ha capturado miradas y su trabajo, el de una madre que no teme a comenzar desde cero, la hizo viral en redes. ¿Qué desafíos enfrenta en una ciudad donde muchos buscan destacar? La respuesta esconde una admirable historia, de esas que dejan huella en el corazón y sabor a esperanza.
Alejandra José Alves Tovar no siempre se dedicó a la repostería. Su inicio profesional ocurrió en un entorno totalmente distinto, como empleada de la estatal petrolera Pdvsa, donde trabajó desde los 18 años. Sin embargo, un diagnóstico médico devastador lo cambió todo.
“A los 22 años empecé con unos dolores de cabeza y me desahuciaron. Fui con muchos médicos y me diagnosticaron un tumor a nivel cerebral (…) no me garantizaban ver, hablar, escribir, pasé muchos años en casa sometiéndome a tratamientos, hasta que en 2018 me pudieron operar”, contó a La Patilla. En esos años de encierro y silencio forzado nació su pasión por la repostería.
La motivación que encendió su amor por los postres vino de un lugar inesperado. “Una vecina hizo unos ponquecitos, y de allí es donde, no sé por qué, dije: ‘oye, voy a hacer una receta’. Empecé, me gustó, como no podía salir, empecé a vender en minimarkets, estaciones de servicio, tiendas y así fui creciendo poco a poco”.
Así, su destreza con los ingredientes la llevó a instalar una cocina industrial en Venezuela y a distribuir sus postres hasta ganarse el cariño de muchos paladares.
La repostería como salvavidas
Aun con éxito en la cocina, las dificultades económicas que enfrentaba en Venezuela la empujaron a dar un salto más allá de las fronteras. “Decido emigrar porque, hiciera lo que hiciera, estaba como en un círculo. No iba a crecer más, no iba a tener oportunidad de comprarme otro carro o de montar mi propio negocio”, admitió Alejandra. Su destino sería Miami, donde la esperaba una amiga que le ofreció un punto de partida para esta nueva etapa.
Ya en suelo estadounidense, los primeros trabajos de Alejandra poco tenían que ver con el aroma a dulce que la distingue en la actualidad. Desde labores de “housekeeping” en hoteles hasta trabajos de demolición y limpieza, no hubo tarea que temiera afrontar.
“Dejé de trabajar una semana antes de dar a luz y es allí donde ya tenía unos 8 o 9 meses que no trabajaba, no hacía nada. Estaba bastante fuerte la situación por el tema de la bebé”, relató.
Fue entonces cuando inició la idea de Luci Cake, un emprendimiento que surgió del amor maternal y de una inagotable voluntad de salir adelante. Pero la travesía no ha resultado tan sencilla en un entorno con competidores más experimentados y bien establecidos.
“Emprender en otro país no es difícil, lo difícil es la competencia (…) hay mucha gente con muchísimo más campo en el área de la repostería que yo”, señaló la criolla. No obstante, su determinación la llevó a las calles de Miami, siempre con su pequeña Lucía en brazos, en busca de nuevos clientes y oportunidades.
Una historia viral
La imagen de Alejandra con sus tortas en las calles de Miami, junto a su hija, es un ejemplo de inspiración que sigue latente cada día. Cada torta que ofrece es un pedacito de su historia hecha a base de sacrificios. “Es difícil con Lucía, pero lo intento porque es la única manera de poder conseguir más clientes”, explicó.
Alejandra descubrió su predilección por la repostería en el momento menos esperado y la convirtió en su aliada para sacar a flote su mejor versión lejos de su tierra natal. Por eso, es un proceso que disfruta y así lo manifestó. “Escojo la repostería porque ya es algo que conozco y que me gusta. Me da mucha satisfacción escuchar esos buenos comentarios cuando pruebo mis postres: ‘son muy ricos’, ‘oye, no están tan dulces’. También me gusta que sean críticos, siempre me ha gustado eso y nunca lo he visto como un trabajo ni como un sacrificio”.
Aunque, no pudo ocultar que salir a la calle, con tortas y su bebé en brazos ha sido todo un reto. “Es como una montaña rusa, hay días en que la gente es muy receptiva y otros en que camino dos o tres horas y no vendo nada”, acotó Alves, quien ha hecho de las zonas de Doral, donde vive gran parte de la comunidad venezolana, su punto de venta principal. “Probé por Kendall, pero el público no es nada receptivo. Caminé tres centros comerciales y vendí solo dos tortas. Decidí que no caminaría más por allí”, confesó.
Y lo que comenzó como una idea para sustentar a su familia, ahora es una experiencia que se viralizó en redes sociales. “La cantidad de gente que me empezó a escribir y a apoyar cuando se hizo viral fue increíble. No son solo los seguidores, sino personas interesadas en probar mis postres, que me preguntan dónde estoy, qué tengo nuevo. Tengo una muchacha que, cada vez que hago algún postre distinto, me llama inmediatamente: ‘por favor, tráelo que quiero probar’”, comentó entusiasmada.
Para Alejandra, el apoyo tanto de sus seguidores como fieles clientes han sido un impulso cuando el desánimo y el cansancio la arropan. A su vez, resaltó que siguen cada paso de su evolución como repostera. “Eso a nivel personal es una satisfacción que no puedo ni siquiera describir. La cantidad de bendiciones y mensajes que recibo, como: ‘sigue así’, ‘lo estás haciendo excelente’, me dan muchísimo aliento. A pesar de lo difícil que es con mi bebé, me levanto a hornear con mucho amor, a hacer todo para salir a la calle y vender”.
Vía lapatilla.com