La investigación reveló que Lam y Serrano, junto con otros conspiradores, se apoderaron de las cuentas de criptomonedas de sus víctimas mediante accesos fraudulentos.
Una vez sustraídos los fondos, estos fueron enviados a sus cuentas. Para dificultar la trazabilidad de los mismos, se emplearon diversas técnicas de ocultamiento. Específicamente, se apeló al uso de mezcladores de criptomonedas y múltiples transacciones a través de diferentes plataformas de intercambio.
Una de las víctimas, residente en Washington D.C., perdió más de 4100 Bitcoin. Los mismos estaban valorados en más de 230 millones de dólares en ese momento.
Los fondos robados fueron utilizados para financiar un estilo de vida lujoso. Se incluyeron viajes internacionales, fiestas en discotecas, automóviles de lujo, relojes, joyas y alquiler de casas en Los Ángeles y Miami.
Asimismo, las autoridades informaron que los acusados empleaban redes privadas virtuales (VPNs). También “cadenas de pelado” para dificultar el rastreo de los fondos.
La operación del FBI incluyó una redada en la mansión de Miami, donde los agentes federales inspeccionaron meticulosamente cada rincón de la propiedad.
Lo que se sabe, es que la policía de la ciudad de Miami asistió en la operación, que resultó en la captura de los estafadores. Igualmente, que los residentes locales relataron haber escuchado lo que pensaban eran fuegos artificiales durante la redada.