Los hermanos Mestre y un legado olímpico muy familiar para Venezuela

Con un apellido que es sinónimo de natación en Venezuela, los hermanos Alberto y Alfonso Mestre competirán en París con la responsabilidad de honrar el legado olímpico de su padre, y la ilusión de superarlo.

Cuatro décadas atrás, Alberto Mestre hizo vibrar a su país en las participaciones olímpicas de Moscú-1980 y Los Ángeles-1984, donde llegó a dos finales, entre muchos otros éxitos que lo auparon como el gran referente de la natación venezolana junto a Rafael Vidal.

En París, el autodenominado ‘Team Mestre’ tiene una oportunidad doble para agrandar la dinastía familiar.

Velocista como su padre, Alberto Mestre Jr. participará en las pruebas de 50 y 100 metros libres mientras Alfonso nadará en las de 400 y 800 m libres.

Objetivo una final olímpica

Ambos tienen la experiencia olímpica de Tokio-2020 y ahora aspiran a seguir los pasos de su padre y meterse en la pelea por el podio.

“En los pasados Juegos llegué a la semifinal y ahora una meta real es meterme en la final de los 50 m libres, en la que puede pasar cualquier cosa. Por lo menos quiero tener la oportunidad de estar en ese podio”, dijo Alberto Mestre en una entrevista con la AFP.

“Mi padre logró llegar a dos finales y yo espero poder igualarlo en París, pero el gran sueño es llegar aún más lejos y conseguir una medalla”, apuntó de su parte Alfonso.

A sus 22 años, Alfonso ya emuló los éxitos de su padre en unos Juegos Panamericanos. Si Alberto Mestre se colgó cinco metales ante su público en la edición de Caracas-1983, su hijo menor cosechó dos platas (400 y 800 m libre) y un bronce (1.500 m libre) el año pasado en Santiago.

“Esas medallas me dieron una confianza que no tenía, porque a Tokio fui sin ninguna experiencia internacional”, recuerda Alfonso. “La gente piensa mucho en mí y eso me gusta. Me estoy creando un nombre y sigo llevando el apellido Mestre lo más alto posible”.

El peso de un apellido

Desde sus primeras brazadas, los hermanos tuvieron que aprender a manejar también el peso de las expectativas. Esa carga y los sacrificios que comporta este deporte hicieron que Alberto Mestre fuera en un principio renuente a que sus hijos siguieran su estela en la piscina.

“Él sabía lo que venía si queríamos llegar al mismo lugar que él, el mismo camino, los mismos sacrificios. Por eso decidió meternos en cualquier otro deporte para ver si salía algo más fácil”, recuerda Alberto Jr.

“Alfonso y yo jugamos fútbol, voleibol playa, golf, béisbol, cualquier deporte que se pueda nombrar”, explica. “Hacia los 12 años, mi padre nos dijo que era el momento de enfocarse en un solo deporte. Yo me decidí por la natación y un par de años después lo hizo Alfonso”.

“Mi padre nos hizo saber muy bien todo el sacrificio, toda la disciplina que se necesitaba para ser un buen nadador. No iba a ser un camino fácil, pero aún así decidimos ser nadadores y seguir el legado de mi padre”, señala Alfonso.

“Al final yo creo que mi padre sí sintió mucho orgullo”, recalca su hermano mayor. “Sobre todo porque fue una decisión que tomamos nosotros sin ser obligados, que para él era lo más importante”.

Dedicarse a disciplinas distintas ayudó a que los hermanos evitaran rivalidades entre ellos.

“En los otros deportes sí éramos muy competitivos, pero en natación nunca competimos el uno contra el otro”, explica Alberto. “En casa siempre nos apoyamos todos”.

Cambiar presión por motivación

Una década atrás, los hermanos Mestre se marcharon de Venezuela para estudiar en el mismo instituto de Pensilvania (Estados Unidos) de su padre.

La hoja de ruta familiar los condujo después a la universidad de Florida, donde se formaron estrellas como Katie Ledecky, si bien Alberto se trasladó hace un año a Puerto Rico para reencontrarse con su entrenador de los Juegos de Tokio.

Pese a la distancia con Venezuela, ambos quieren llevarle una gran alegría a un país que seguirá muy de cerca sus carreras.

“La gente en Venezuela espera mucho de nosotros y está ansiosa por ver nuestras competencias”, reconoce Alberto. “Pero no nos agobian las expectativas de las otras personas. Nos utilizamos el uno al otro, y también a nuestro padre, como motivación”.

“Estamos pasando momentos difíciles, como los pasaron muchos otros países”, recuerda. “Muchos venezolanos se la pasan trabajando y peleándose la vida, así sea en el país o afuera, y voy a darlo todo por brindarles un momento de felicidad o de alivio con el deporte”.

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