Lea el artículo de Nacho: “Errar es de humanos, rectificar es de sabios”
Sería imposible enumerar las veces que me he equivocado sintiéndome plenamente seguro de haber estado en lo cierto. No es tan difícil aceptar un error si entendemos que los desaciertos son parte de la naturaleza humana; pero cuando nos aferramos a nuestras razones sin dar cabida a la duda, aún recibiendo las más contundentes pruebas de que lo que creemos verdad es una mentira, se nos hace casi imposible asimilar, reconocer y sobre todo soportar, que fallamos. Por eso entiendo y me sensibilizo con los simpatizantes del chavismo, que aún quedan.
No debe ser nada fácil saber que eres parte del motor que ha impulsado, durante 17 años, un proceso tan destructivo. Darse cuenta a estas alturas de que, gracias a ese apoyo incondicional, el país está sin agua, sin luz, sin comida, sin seguridad, sin medicina, sin justicia, sin democracia, sin calidad de vida, debe sentirse como una sacudida al razonamiento, un golpe contundente al orgullo y es por orgullo que, en casos como este, no somos capaces de decir: “me equivoqué”; preferimos entrar en negación, desempolvando, e incluso inventado teorías y situaciones que apoyen nuestra defensa.
Yo sé que los seguidores del gobierno son capaces de ver y sentir nuestra realidad, ni siquiera un invidente es incapaz de verla y sentirla en estos momentos, pero la terquedad aumenta la creatividad de dichos adeptos para inventar nuevas excusas para cada nuevo desastre generado por quienes temporalmente determinan el destino de Venezuela.
Creo firmemente en la posibilidad que todos tenemos de abrir la puerta de nuestro corazón, de darle paso a la humildad y reconocer que estábamos equivocados si alguna vez apoyamos a este gobierno. No es tiempo de darle protagonismo al ego, trabajemos en fortalecer nuestro espíritu y venceremos el orgullo que nos impide hacer las paces con nuestros errores y como consecuencia no nos permite aprender de ellos, si no, no solo estaremos propensos a tropezar con la misma piedra varias veces, estaremos condenados a fracasar en nuestro intento de prosperar, amarrados a nuestras creencias, encerrados en la testarudez de pensar que somos dueños de la razón.
Toda Venezuela sabe quiénes son los políticos que se han enriquecido en nombre de la revolución, quiénes de ellos siembran odio en el pueblo, quiénes de ellos sin ningún cargo que le conceda el poder de dictar sentencias y de ordenar acciones, hacen apariciones públicas condenando al que les de la gana, decidiendo el futuro de quien les da la gana, acusando al que mejor les parezca.
Todos en Venezuela sabemos que la Guardia Nacional Bolivariana no está a favor del pueblo y que su tarea más popular en estos últimos meses, ha sido reprimir la voluntad del soberano para proteger los intereses del alto mando militar.
Sospecho que Lorenzo Mendoza sigue libre, al igual que Henrique Capriles, porque no quedan tantas opciones para la adjudicación de culpas. Seamos sinceros, como compatriotas que somos, como gente con tres dedos de frente, sin rabias, sin insultos, sin ataques: ¿nos conviene el gobierno de turno o seguimos luchando para que se nos respete el derecho constitucional de prescindir de él?