Horror en España: desalmado degolló a la mascota de su pareja, lo cocinó y la obligó a comérselo

El Juzgado de Instrucción número dos de Picassent lleva el caso de malos tratos y la violencia vicaria contra el animal. LEVANTE-EMV

La violencia vicaria es toda aquella que se ejerce contra otro ser vivo, en muchas ocasiones los propios niños, en sustitución del objetivo directo del maltratador para causar un mayor dolor a su víctima. Y digo ser vivo porque no solo se limita a las personas. Aunque apenas haya sentencias por maltrato animal en el ámbito de la violencia contra las mujeres, esta es otra de las herramientas que los maltratadores usan para dañar a sus parejas o excompañeras sentimentales, golpeándoles allí donde más les duele, matando a su mascota, bien sea el perro, un gato, o como en este caso, su conejo blanco.

Un presunto maltratador, vecino de Montserrat, se enfrenta a penas que ascienden a casi los doce años de prisión por varios delitos de violencia contra la mujer, maltrato habitual, lesiones, amenazas continuadas, un delito contra la integridad moral y otro de maltrato animal por precisamente haber degollado al conejo de su pareja delante de ella, para verla sufrir. No contento con ello, le restregó la sangre por la cara, cocinó al animal y trató de que su víctima se lo comiera. Todo ello, según le dijo, como «lección, para que aprendiera» por haberle escupido.

Por este último delito el Ministerio Fiscal solicita para el acusado una pena de 18 meses de prisión, así como tres años de inhabilitación para cualquier trabajo relacionado con los animales y para la tenencia de los mismos.

Es solo uno de los múltiples episodios de maltrato a los que sometió el acusado, arrestado en su día por la Guardia Civil, a su pareja en los apenas cuatro meses que duró su relación. Golpes con un garrote porque no estaba de acuerdo con la ropa que quería ponerse su novia, amenazas con quemarla viva en la chimenea e incluso torturas, haciéndole caminar de rodillas sobre el suelo lleno de arroz, mientras la golpeaba. Todo para someterla por el mero hecho de ser mujer, ejerciendo sobre ella una situación de poder y domicilio que la tenía totalmente amedrentada.

Los hechos por los que la Fiscalía acusa a B. A. se remontan a octubre de 2021, apenas comenzó la convivencia entre víctima y agresor, en una vivienda de la localidad de Montserrat, tras un mes de noviazgo.

Estando en un hostal de la Rioja el acusado cogió un garrote y comenzó a golpear en la cabeza, los brazos y las piernas a su pareja. Pese a la gravedad de los hechos, la mujer no acudió a centro médico alguno y confiada en que cambiaría optó por no denunciar.

Un mes más tarde, estando en la vivienda de Montserrat, tras una nueva discusión, el procesado la ató de brazos y piernas, la puso boca abajo y la amedrentó diciéndole que la iba a degollar y que la tiraría a la chimenea. Todo ello según el relato de la víctima que recoge la Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales.

Luego vinieron las torturas, haciéndole ir de rodillas sobre arroz durante una hora, golpeándola con un garrote cuando se agachaba. De dichas lesiones tampoco hay constancia al no haber ningún parte médico y será clave en el juicio el testimonio de la propia víctima.

«Merecía morir por escupirle»

A finales de diciembre de 2021 se produjo un episodio que enfadó especialmente al acusado. Según relató la víctima a los investigadores, al soplar los pelos que se habían quedado en una máquina del pelo, sin querer escupió a su pareja. La violenta reacción de éste fue inmediata. Cogió un cuchillo y se lo puso en el cuello al tiempo que la amenazaba con matarla y echarla a la chimenea, diciéndole que «merecía morir por escupirle», y que después tiraría sus dientes a un campo para que nadie supiera qué había ocurrido.

Fue ese día cuando después de ello optó por descargar su ira contra la mascota de su pareja, un conejito blanco. Con el mismo cuchillo que previamente la había amenazado a ella, degolló al animal, obligándole a que mirara. Una vez muerto lo cocinó y le instó a que se lo comiera, como «lección».

Finalmente y tras un último episodio violento, en el que le propinó un puñetazo en el ojo izquierdo, la víctima denunció estos meses de pesadilla ante la Guardia Civil. Según confesó, no lo abandonó antes ni acudió a denunciarlo por miedo, ya que la amedrentaba diciéndole que «la buscaría hasta debajo de las piedras» y que «degollaría a su madre y su hijo pequeño» si le dejaba.

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Juan
Juan
9 meses de publicado

Maldito hijo de la gran puta