La garganta de Marvin estaba congestionada y al tragar era peor la sensación cortante como ingerir vidrios de botella partida. Práctico gárgaras con té de Llantén preparado por su abuela Severania, mejorando más por el cariño y la confianza que por la acción misma de aquellas yerbas medicinales.
Al entrar la tarde, un intenso temblor se fue apoderando de él, era un frío que calaba en lo más profundo de sus huesos. Se puso el suéter del colegio, encima la chaqueta de salir, seguido por una pesada cobija de algodón. Poco a poco fue cediendo aquel frío invernal, pasando a calor sofocante y copiosa sudoración.
Al acudir al ambulatorio, el médico rural le diagnosticó amigdalitis purulenta e indicó tratamiento con antibiótico. A los pocos días ya Marvin era el mismo de siempre, un muchacho inquieto y simpático lleno de picardía.
Al pasar dos semanas, nuevamente aparecen trastornos, esta vez con malestar general, dolor de cabeza y espalda, sensación de debilidad. Pero el terror vino cuando sintió deseos de orinar, observando como era de color rojizo, fluida y sin coágulos.
Al llegar le practicaron exámenes que reportaban glóbulos rojos y hemoglobina en la orina, así como presencia de proteínas. Al tomar su tensión evidenciaron que con 15 años de edad estaba presentando elevación de las cifras tensionales.
Siendo más acucioso el galeno se percató de una inflamación generalizada en especial de párpados y cara que no dejaban huella al ser presionado.
Un amigo de los Aristimuño, médico Internista, retirado en su finca, fue solicitado para evaluar a Marvin. Al interrogar los antecedentes pudo establecer la conexión entre aquella amigdalitis y las nuevas dolencias, caracterizadas por la presencia de sangre y proteínas en la orina, así como hipertensión arterial con hinchazón y malestar general.
El médico le explicó al joven doctor, que su impresión diagnóstica era una inflamación de los riñones, específicamente de los glomérulos, debido a la formación de anticuerpos inicialmente formados contra las bacterias que generaron la amigdalitis y que los mismos ahora estaban afectando y atacando a su propio riñón. Le solicito pruebas de laboratorio más específicas donde evidenciaron el descenso del factor C3 del complemento, así como elevación de los anticuerpos contra streptococos llamados ASTO
El sabio internista le dijo al joven médico: -Hijo, debe darle solo medidas de soporte, indíquelo dieta con poco líquido y baja en sal, así como diuréticos.
Habitualmente la Glomerulonefritis posterior a estreptococos cede en una o dos semanas, pero vigílalo y este muy pendiente, sabe que en medicina las complicaciones son traicioneras
La glomerulonefritis aguda postinfecciosa es una lesión inflamatoria del riñón específicamente de sus unidades funcionales denominadas glomérulos renales, que es el sitio específico donde se lleva a cabo la filtración de la
sangre. Se debe a la formación de anticuerpos, diseñados por el sistema de defensa del organismo, contra la bacteria que infectó días atrás.
Entre otras vías de lesión, está el ataque de estos anticuerpos contra los propios glomérulos renales, debido a que sus códigos de identificación son muy similares a la bacteria que generó la pasada infección. De esta manera el propio sistema de defensa del organismo se confunde e inicia el ataque contra sí mismo.
Estos cuadros se ven con mayor frecuencia en niños y adolescentes. Puede ocurrir posterior a infecciones de piel o garganta y por diversidad de microorganismos, siendo los microbios que más generan este tipo de infección los llamados estreptococos.
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