El devastador testimonio de una familia en el barrio Nicolás Maduro “tienen que esperar la bolsa del clap para poder comer”

La familia Vásquez Fiaggio, conformada por papá, mamá y cinco hijos, viven en un rancho de tres metros por cinco, construído con láminas de acerolit prestadas, duermen en dos colchones sobre el suelo y comen solo cuando pueden.

La familia vive en el barrio Nicolás Maduro de Barinas, y son oriundos de Guatire, estado Miranda, llegaron a la zona cuando intentaban alcanzar mejor calidad de vida

La madre, Gioconda Carolina Fiaggio, de 43 años, explicó que en Guatire comenzaron a cobrar en dólares el alquiler del lugar donde vivían, ella estaba embarazada y una amiga le comentó que en Arauca, Colombia, la Cruz Roja podría brindarle atención para su embarazo, por eso emprendieron el viaje hacia la frontera.

En Colombia, su esposo, Douglas Vasquez, de 47 años, consiguió trabajo y ella pudo dar a luz, pero poco después los colombianos comenzaron a verlos diferente debido a los migrantes que llegaron al vecino país para cometer delitos, esto los motivó a regresar, pero estando en un terminal de Apure, un transportista les informó que el dinero que tenían solo les alcanzaba para llegar a Barinas.

Sin más alternativa, llegaron a Barinas con la intención de reunir el dinero y poder regresar a Guatire, contaron que a su llegada vivieron cosas terribles hasta que un pastor evangélico los ayudo a conseguir una parcela en el barrio donde viven ahora, la iglesia evangélica les prestó las láminas de acerolit con las que improvisaron una vivienda que próximamente deberán desarmar porque los hermanos cristianos están necesitando ese material.

La familia no tiene asegurada ni siquiera la alimentación: «Cuando nos llega la bolsa (CLAP) es que podemos comer dos veces».

La madre explicó que el resto de los días deben hacer sacrificios para que sus hijos puedan alimentarse.

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Mary
Mary
1 año de publicado

Estas son las cosas que nunca entenderé… no tienen plata, son humildes en extremo pero paren como conejos. La gente no tiene el mínimo para pensar.