El misterio de la viuda precoz, sus grandes negocios y la casa “de Delcy”

Armando Info: El misterio de la viuda precoz, su rosca de negocios y la casa “de Delcy”

¿Por qué un inmueble en construcción en la urbanización Los Palos Grandes de Caracas, cuya dueña sería la vicepresidenta de la República según las consejas del vecindario, aparece en los papeles a nombre de la pareja de un empresario asesinado hace casi tres años? ¿Hay una relación entre ambas? Las murmuraciones, una muerte sin resolver y una colección de negocios con el Estado proyectan sus sombras sobre esta transacción de bienes raíces en la que destaca una mujer de 41 años, cabeza de una red de contratistas.

En la octava transversal de Los Palos Grandes, en el noreste de Caracas, una inmensa grúa reemplazó a un oasis tropical que un botánico alemán había creado. No hubo piedad o sensibilidad ecológica con aquel bucólico refugio, antes mejor conocido como La Posada Corporativa: una hostería de ambiente bohemio, con vista a la mole verde del Parque Nacional El Ávila, donde se cultivaban muchísimas orquídeas y que sirvió, durante años, de abrigo a huéspedes y eventos que querían congregarse en un espacio íntimo en la capital venezolana.

Hoy el servicio de geolocalización de Google avisa que el otrora hotel, de escasas cinco habitaciones, está cerrado. El bosque tropical fue mutilado y en su lugar trabaja un grupo de obreros para cambiar la fachada. Un enorme muro gris se levantó en lo que antes era la entrada de este albergue, mientras un módulo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) se estacionó a su lado para vigilar quién transita por la cuadra. Sin duda, un despliegue de seguridad del que no goza ninguna obra de ingeniería privada en Venezuela.

Aunque el archivo de la propiedad se mantiene con especial resguardo en la oficina de los ingenieros de catastro del municipio Chacao, con solo asomar la duda de por qué semejantes muro y vigilancia se destinan a la parcela de la antigua posada, cae como una flecha la respuesta: “Esa es la casa de Delcy Rodríguez”,  dijo uno de los consultados, cuya identidad pidió se mantuviera en reserva.

De hecho, antes de la compra, la familia alemana que era dueña de la exclusiva posada tuvo de vecina intermitente a Delcy Rodríguez Gómez, vicepresidenta de la República, quien, junto a su hermano Jorge, presidente del parlamento oficialista, conforma uno de los polos de poder político más sólidos del chavismo en la actualidad. Por temporadas, ella pernoctaba en el edificio Aldaba, ubicado enfrente, mientras sus escoltas solían mantenerse en la entrada de la residencia. Teniendo en cuenta esa cercanía, no sería de extrañar que se interesara por la propiedad.

Sin embargo, nada en los papeles de propiedad hace mención a Rodríguez. En cambio, en ellos figura el nombre de una mujer de 41 años, Sofía Quevedo Sobezak, que al momento de comprar la propiedad de 1.800 metros cuadrados declaraba su residencia en Guatire, ciudad satélite de clase media baja a 40 minutos de Caracas, según consta en su Registro Único de Información Fiscal (RIF). Este dato de su posible estrato social contrasta con su currículo, que la muestra como directiva de una red de empresas a su nombre tanto en Venezuela como en Panamá y Reino Unido.

Sofía Quevedo Sobezak es una empresaria y contratista del Gobierno, de 41 años de edad, dueña de ocho empresas en Venezuela, Panamá y Reino Unido. Imagen tomada de Facebook

Quevedo Sobezak podría haber pasado inadvertida como un ejemplo más de éxito singular en los negocios de la destartalada Venezuela, favorecida por su conexión con con el poder. Pero resulta que también fue socia y pareja de Edward Velásquez, empresario venezolano-estadounidense, un prolífico contratista del gobierno venezolano cuyo nombre llegó a los titulares tras haber sido secuestrado el 12 de noviembre de 2020 en Chacao. Tres semanas después, su cuerpo apareció en el Cementerio General del Sur.

Regateo apurado pero efectivo

La historia del cambio de manos de la Posada Corporativa comenzó seis meses antes de la muerte de Velásquez, cuyos negocios estaban en pleno apogeo para entonces. Era 2020, y las empresas de Velásquez no hacían más que crecer. Mientras creaba otras nuevas, el joven empresario invertía en bienes raíces. La crisis económica de Venezuela parecía no afectarle. Quevedo Sobezak era su socia en una empresa que contrataba con el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS). Pero también su novia.

La mujer se interesó en el inmueble, y así lo hizo saber a su cuñada, Andreína Barreto, quien también trabaja como vendedora de bienes raíces con la empresa Grupo Coanba. Ambas comenzaron a negociar la propiedad, pero en nombre de Velásquez, y de acuerdo con testigos de la negociación, tenían mucha premura en concretar la compra.

Fuentes también cercanas a la transacción explicaron que el interés por la propiedad se debía, según lo justificaban los propios interesados, a que la madre de Quevedo Sobezak era un “dolor de cabeza” para Velásquez y este necesitaba que viviera lejos de la pareja. Un dato curioso ese, pues el generoso yerno que buscaba una propiedad de 1.800 metros cuadrados en una de las zonas más costosas de Caracas para que viviera su suegra, entonces no se permitía a sí mismo una residencia de tales características.

Apenas ocho años antes, Velásquez estaba residenciado en la Urbanización Nuevo Paraíso, en el oeste de Caracas, era administrador de profesión y dueño de una empresa que constituyó en el año 2006. Para el momento de su secuestro, su lugar de residencia, que coincide con el reportado en el Seniat y con los videos que se difundieron en redes sociales el día que desapareció, era un apartamento en las Residencias El Samán, de la calle Las Escuelas de Campo Alegre, en Chacao, que no le pertenecía.

La Posada Corporativa tenía varios años a la venta, pero hasta entonces el asking price de tres millones de dólares ahuyentaba a los compradores potenciales. Quevedo Sobezak aseguró que la casa la pagaría su novio, el ahora difunto Velásquez, quien iba a ser el dueño.

A pesar de que tenían apuro y ganas de arrase, Quevedo y Barreto se dieron oportunidad y estrategia para regatear. Al final cuadraron un precio inferior a un millón de dólares, una rebaja sustancial.

No querían los muebles de madera, tampoco los peces y tortugas que vivían en el lugar. Exigieron que sacaran todo muy rápido, pues en el lugar del selvático enclave querían levantar un volumen de diseño minimalista, todo de blanco y negro. En un mes debía ser entregada la propiedad vacía. Hasta ambientalistas del cercano Parque del Este ayudaron a sacar a los animales para desocupar el lugar lo más rápido posible y unos camiones de alguna empresa de Velásquez, sin rotulado, aparecieron para ayudar con la mudanza.

Velásquez fue visto una sola vez, de noche, en medio del desguace de la propiedad. Dejó mala impresión entre los empleados de la posada. Avisó que era quien estaba comprando la casa, observó todo a su alrededor y exigió que “no le dejaran desastres” después de sacar a los animales.

Un giro abrupto que no paralizó la obra

En octubre de 2020, Quevedo Sobezak llegó con un poder de Velásquez para firmar la compra-venta. Hasta para consumar una transacción tan importante, el hombre siguió ausente. Su novia dio la cara por él otra vez y la casa terminó quedando a su nombre.

Poco más de un mes después ocurrió el secuestro de Velásquez. Lo siguieron al salir de su oficina, a las 9:20 pm del 12 de noviembre de 2020, según videos obtenidos por Armando.info. En medio de la cuarentena por la Covid-19, era una noche de confinamiento obligado. Ningún civil podía estar en la calle. Por lo demás, Velásquez estaba contagiado de Covid-19. Por eso conducía solo. Se desplazó en una camioneta Toyota 4Runner blanca; la empezó a seguir un Ford Fiesta. A los 35 segundos, tres vehículos se sumaron a la caravana improvisada: una camioneta Toyota Land Cruiser negra, un sedán Toyota Corolla negro y una camioneta Grand Cherokee blanca.

 

Edward Velásquez fue seguido al salir de su oficina el 12 de noviembre de 2020 y luego unos presuntos funcionarios policiales lo sacaron de su casa en contra de su voluntad.  Crédito: Cortesía.

Casi dos horas después, a las 11:35 pm según otro video que se filtró a través de las redes sociales, se observa cómo dos hombres, presuntos funcionarios de seguridad vestidos con chalecos antibalas, salen de la residencia de Velásquez, en Campo Alegre, con el empresario, al que suben a otro carro blanco. No se supo más de él hasta tres semanas después, con un macabro hallazgo.

De acuerdo a fuentes de la policía científica, el hecho habría sido perpetrado por funcionarios de un cuerpo de seguridad y civiles armados, por motivos económicos. Según versiones difundidas en medios comunicación, los secuestradores quemaron la camioneta de Velásquez en Caricuao, un barrio de clase media baja y clase popular en el extremo suroeste de Caracas, pocas horas después de la operación.

Tres semanas después, el cuerpo de Velásquez apareció en el Cementerio General del Sur. Según las mismas fuentes de la policía científica, el empresario murió mientras estaba en cautiverio. Aunque ni el gobierno ni la policía -que aún no cierra la investigación- dijeron nada en público, la versión que prevaleció sobre el caso fue la de una presunta extorsión que terminó en homicidio. Algunos periodistas de la fuente de Sucesos se apegaron a la información de que Velásquez había recibido, en días previos a su secuestro y posterior asesinato, una fuerte suma de dinero del Fondo Nacional para el Desarrollo Nacional (Fonden). El desembolso habría llamado la atención de los criminales.

Mientras tanto, ni siquiera el secuestro de quien había asumido en público su compra detuvo las obras en la parcela de Los Palos Grandes. La casa preexistente fue demolida. Las cinco habitaciones quedaron rápidamente reducidas a escombros. No perdonaron el bosque. Las orquídeas, bromelias y bambúes fueron arrasados. No quedó ni rastro de la piscina.

El arrase y reemplazo de La Posada Corporativa en una secuencia de tomas cenitales: fue demolida con una grúa a las pocos días de concretar la compra en octubre de 2020 y se construyeron dos casas nuevas

Sofía Quevedo Sobezak se enfrentó entonces a una viudez algo precoz, apenas un mes después de la compra de la propiedad ubicada en Los Palos Grandes. Al menos, el inmueble no quedaba sujeto a ninguna disputa legal. El terreno de la extinta Posada Corporativa no figuró en la declaración sucesoral de Velásquez, a la que Armando.info tuvo acceso. Es lo que correspondía, siendo que Quevedo Sobezak aparece en documentos como la única dueña.

Armando.info contactó a través de la mensajería de Whatsapp a Quevedo Sobezak. Si bien esta, al principio del intercambio, confirmó su identidad, una vez pudo darse cuenta de que sería consultada sobre la compra de esta propiedad, dejó de responder. Se envió un cuestionario a los correos electrónicos de sus múltiples empresas, así como un mensaje directo a su Instagram personal. Hasta el cierre de esta edición, no se recibió respuesta.

El padre de Edward Velásquez, Orangel Velásquez, un internacionalista de 82 años, fue el único beneficiario de su hijo. La madre de Velásquez había fallecido unos años antes y su hermana menor, Oranny Velásquez, quien estuvo involucrada en algunos negocios entre los años 2018 y 2019, después de graduarse de odontóloga en la Universidad Santa María, migró a Madrid, España, donde fundó su propia clínica dental.

El padre de Edward Velásquez fue su único heredero, mientras que su hermana, Oranny Velásquez, creó su propia clínica dental en Madrid, España. Imagen tomada de Facebook.

Orangel Velásquez heredó de ese modo un apartamento ubicado en El Hatillo, en el sureste de Caracas, y siete empresas, la mayoría con registro tan reciente como el mismo mes en que también se estaba negociando la propiedad de Los Palos Grandes a nombre de Edward Velásquez.

Después de su muerte, solo cambiaron sus socios y sus nombres. Los negocios apenas comenzaban.

El más allá empresarial

Sofía Quevedo Sobezak, la pareja que sobrevivió a Velásquez y nueva dueña de la extinta Posada Corporativa, nacida en Venezuela, tiene ascendencia polaca. Estudió en la privada Universidad Metropolitana de Caracas y completó su formación en Marketing y Negocios en Argentina y España.

La familia Quevedo Sobezak comenzó sus emprendimientos comerciales con la creación de una óptica. Esta fue la primera empresa que Sofía Quevedo registró en 2004, junto a su hermano, Pedro José Quevedo Sobezak. Sus padres formaban parte de la directiva.

Once años después, en plena crisis económica de Venezuela, estos hermanos, así como Velásquez, empezaron a expandirse en diferentes rubros, primero por separado pero, pronto, en conjunto. Los hermanos Quevedo diversificaron su negocios: desde petróleo a aviación, construcción e insumos médicos. Registraron empresas en Panamá y Reino Unido.

En 2013, también junto a su hermano y a Luis Eduardo Olivier Núñez, Sofía Quevedo Sobezak constituyó Soluciones Aeronaves C.A., que prestó asesorías para nacionalizar aviones. En 2015, de nuevo los hermanos registraron Agman Servicios C.A., una empresa de ingeniería encargada de prestar servicios a la industria petrolera.

Mientras protagonizaba esta expansión notable, Quevedo Sobezak siguió reportando hasta 2019 ante el Seniat -el órgano tributario del Estado venezolano- su residencia en un apartamento en la urbanización Parque Hábitat de Guatire, estado Miranda. Unos bloques modestos, de cuatro pisos de altura, y con unidades de no más de 60 metros cuadrados de área.

Ese año de 2019, Quevedo Sobezak creó, también con su hermano, la empresa Buczek de Venezuela, con otra compañía homónima en Panamá. Usaron el nombre de un poblado rural de Polonia, el terruño familiar, ubicado a más de 8.000 kilómetros de distancia de Caracas. La compañía tiene como propósito el de hacer trabajos de construcciones y servicios de ingeniería para la industria petrolera.

Curarse en salud

Esos nodos de emprendedores treintañeros que sabían surfear la crisis y hasta prosperar en ella, siguieron brotando en torno a Quevedo Sobezak y Velásquez, hasta conectarse en red.

En 2018, la empresaria compró las acciones de Corporación C.C. 16 Suplidores. Pero no lo hizo sola. Lo hizo con Velásquez.  

Corporación C.C. 16 Suplidores había pasado por varias manos antes de que, en esa fecha, se convirtiera en contratista del Gobierno. Quedó constituida en 2006, para confeccionar y vender ropa, por dos mujeres: Rosario del Carmen Calderón Becerra y Desireé del Carmen Concepción Jiménez. Esta última fue socia recurrente de la compañía hasta pocos meses antes de la muerte de Velásquez y vivió en la misma urbanización Nuevo Paraíso.

Dos años después, Oranny Velásquez, la hermana de Edward Velásquez, compró la mitad de las acciones de Corporación C.C. 16 suplidores, cuando todavía era estudiante de odontología en la Universidad Santa María. En 2011, los hermanos Velásquez, junto a Desireé Concepción, crearon una empresa con el mismo nombre en Florida, Estados Unidos. Pero dos años después cambiaron la razón social, para dedicarse a distribuir toda clase de insumos médicos y reparar hospitales.

Los hermanos Quevedo Sobezak tienen empresas de venta de insumos médicos, construcción y nacionalización de aviones. Imagen tomada de Facebook.

En 2018 fueron cuando los contratos les llovieron. Una mujer llamada Tao Fabiana Alvarado Guevara, que residía en Cagua, estado Aragua, compró la mitad de las acciones y quedó como socia de la hermana de Velásquez. El IVSS les contrató para comprar reactivos de laboratorio y hacer mantenimiento preventivo de equipos.

Al año siguiente, en 2019, aparecen Sobezak y Edward Velásquez. Compran las acciones a mitades y se quedan abiertamente con la empresa. El Seguro Social mantuvo los contratos para comprar dos deshumidificadores, mobiliario, equipos médicos, hacer trabajos de mantenimiento al Hospital José María Vargas, reparar mantas térmicas y prestar servicios de reparación en general.

Pero, en realidad, esta empresa sirvió para todo. Vendió pintura a la Asamblea Nacional y el Ministerio de Educación, reparó colegios, vendió material de limpieza, pañales de adulto, 138 colchones para camas clínicas y medicamentos al Instituto Nacional de Servicios Sociales, ente adscrito al Despacho de la Presidencia y Seguimiento de Gestión de Gobierno. Al Instituto de Previsión y Asistencia Social del Personal del Ministerio de Educación (Ipasme) lo surtió de material odontológico, mientras que al Ministerio del Ambiente le vendía gabinetes de cocina, neveras e impresoras. El Ministerio para la Mujer le compró más de 20.000 franelas, al Ministerio de Vivienda y Hábitat suministró comida y el servicio de festejos, y al Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia le vendió electrodomésticos.

Velásquez contra reloj

Edward Velásquez nació en Carolina del Sur, Estados Unidos, y por esta razón tenía doble nacionalidad.

Era licenciado en Ciencias Administrativas y creó su primera empresa en Venezuela en 2006. Junto a Luis Armando Espinoza registró la compañía Inversiones Niane C.A para comprar, distribuir y exportar todo tipo de mercancía.

Velásquez aún vivía en el oeste de Caracas en 2011, cuando comenzó a incorporar empresas en Estados Unidos. Abrió una empresa homónima en Florida, llamada Inversiones Niane LLC, con la que al año siguiente compró un apartamento en North Bayshore Drive, en Edgewater, una zona del condado de Miami-Dade, de dos habitaciones y tres baños, valorado en casi 727.000 dólares. En 2015, el apartamento pasó a su nombre, y el 15 de mayo de 2020, justo un mes antes de comenzar a negociar la casa de Los Palos Grandes, la vendió por 960.000 dólares.

En 2013 compró las acciones de la empresa Construcciones Banpe C.A junto a Desireé Concepción, la primera accionista de Corporación C.C. 16 Suplidores. Esta empresa, dedicada a la ingeniería civil, fue constituida en 2006 por Militza Cristina Peña y Engels Bandres.

Con esta sociedad, Velásquez y sus socios fueron subcontratados por el Consorcio Boyacá-La Guaira para hacer los movimientos de tierra que abrirían paso a la interconexión entre la avenida Boyacá o Cota Mil de Caracas con la autopista Caracas-La Guaira, obra que gestionó el Ministerio de Transporte Terrestre. En sus redes sociales destaca que este fue el proyecto que impulsó a la compañía.

Esta constructora también rehabilitó sedes de colegios bajo contratos con la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas, y llevó a cabo rehabilitaciones para el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales entre los años 2018 y 2019. En 2018, abrió una sede en Bolivia, y obtuvo el contrato para un sistema de acueductos en la Isla de Coche, así como para la instalación de plantas desalinizadoras en otras localidades del mismo estado Nueva Esparta, en el oriente de Venezuela.

Sus negocios en Estados Unidos se ampliaron en 2016, cuando compró las acciones de una empresa previamente constituida, de nombre Eco Wire INC, que en la actualidad está inactiva.

En julio de ese año, pese al auge de contratos, Velásquez vendió su participación en Inversiones Niane y Construcciones Banpe. Entonces empezó a crear empresas solo en el rubro de salud. Las empresas para vender fármacos e insumos médicos eran una constante en este grupo de mercaderes treintañeros.

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