Los cincos sintomas del cáncer que afecta más a los jovenes hoy día

Es más frecuente en personas entre los 20 y 29 años, y se manifiesta en los ganglios del cuello, bajo el brazo y las axilas o el pecho.

El linfoma de Hodgkin es una de las enfermedades para las que no existen pruebas de detección rutinarias y específicas para reducir su riesgo de muerte. Estas sirven para diagnosticar a tiempo a aquellos enfermos que no presentan síntoma alguno. La mejor manera de detectar de forma temprana este cáncer es estar alerta a los síntomas que pueden aparecer en su fase inicial.

Cada año se detectan en Venezuela unos 1.400 casos nuevos de linfoma de Hodgkin. El síntoma más común del linfoma es la hinchazón o agrandamiento de uno o más ganglios linfáticos, causando una masa debajo de la piel cuyo dolor apenas es perceptible.

Los ganglios linfáticos se localizan en muchas partes del cuerpo, aunque con mayor frecuencia se presentan en el lado del cuello, las axilas o la ingle. Realmente esta protuberancia, en la mayoría de los casos, suele tratarse como una infección. Sin embargo, es recomendable la revisión para descartar el linfoma de Hodgkin.

Sí que se puede percibir su dolor tras haber consumido alcohol. “El alcohol puede relajar los vasos sanguíneos y esto puede producir un incremento de la presión en los ganglios linfáticos que provoca dolor”, reconoció el hematólogo de la red de hospitales Oxford University del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, Graham Collins, en este artículo de The New York Post. Además, el tamaño de la protuberancia aumenta con el paso del tiempo, e incluso puede que aparezcan nuevas protuberancias cerca de la primera o en otras partes del cuerpo.

Síntomas B del linfoma

Otros de los síntomas que tienen las personas con linfoma de Hodgkin son la abundante sudoración nocturna o la pérdida de peso involuntaria, al menos un 10% del peso de su cuerpo durante seis meses. La fiebre prolongada a lo largo de varias semanas también se incluye en lo que se conoce como “síntomas B del linfoma de Hodgkin”, aquellos que pertenecen a una segunda fase, tras haber revisado los antecedentes médicos del paciente.

Además, algunas veces el único síntoma que puede sentir alguien que padezca este cáncer es estar cansado todo el tiempo. Otro factor para estar alerta es la picazón en la piel; es decir, cuando tenemos una sensación irritante que despierta la necesidad de rascarse la piel.

Cuando el linfoma de Hodgkin afecta a los ganglios linfáticos dentro de su pecho, puede comprimir la tráquea y provocar una tos constante. La dificultad a la hora de respirar por la noche también es otra de las consecuencias de esta inflamación. Algunas personas también pueden presentar dolor detrás del esternón.

Factores de riesgo

La probabilidad de padecer esta enfermedad está vinculado a los factores de riesgo. En el caso del cáncer, algunos factores de riesgo pueden modificarse, como fumar o tener sobrepeso, pero otros vienen incorporados de por vida, como la edad o los antecedentes familiares.

Por esto último, los médicos recomiendan que quienes tengan un familiar significativo se realicen regularmente revisiones médicas minuciosas para comprobar si padecen linfoma de Hodgkin. A menudo no suele encontrarse esta enfermedad en este tipo de personas, pero sí que deben conocer, al igual que sus médicos, los posibles síntomas y signos de este cáncer.

El linfoma de Hodgkin no tiene “fecha de caducidad”, ya que puede ocurrir a cualquier edad. Aunque es más común encontrarlo en adultos de temprana edad, de entre 20 y 29 años, también se puede detectar después de los 55 años. El sexo no es uno de los factores de riesgo más determinantes, pero sí que ocurre con más frecuencia en hombres que muujeres.

Sin embargo, si se cumple con una o muchas de estas características, no significa que sin ninguna duda se padecerá la enfermedad. Sí que es cierto que varios factores de riesgo causan que una persona sea más propensa a tener un linfoma de Hodgkin. Aunque, hasta la fecha, se desconoce por qué estos factores aumentan el riesgo. Lo que sí se sabe es que los afectados tienen un alto porcentaje de supervivencia e, incluso, de recuperación, tal y como le ocurrió a la tenista española Carla Suárez.

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