Aymara Lorenzo rompió el silencio tras 8 años de la “ayudaíta” a María Bolívar (+Detalles de impacto)
Corría el mes de agosto del año 2012 y con él la contienda electoral para un nuevo presidente, Hugo Chávez (batallaba con su enfermedad y la permanencia en el poder), Henrique Capriles (unificando a la oposición), y una mujer que sobresalió de una docena más de aspirantes, se trataba de María Josefina Bolívar, una monaguense criada en Maracaibo, que trabajó como muchacha de servicio, para sobrevivir. Pero luego la vida le permitió poner su propio negocio (una panadería), y al ver las expropiaciones por parte de Chávez se motivó a terminar con eso fundando su partido y optando por al presidencia.
Bolívar se catapultó en su primera entrevista en televisión nacional, al pedir una «ayudaíta» a la periodista de Globovisión, Aymara Lorenzo, al abordar el tema inflacionario.
Luego de eso mucha agua a corrido, María Bolívar, prácticamente no salió más en la TV, puntualmente asistió a uno que otro programa en la televisión local del Zulia, pero aun así continuó en la contienda, y otras elecciones.
«Aymara, échame una ayudaíta», se convirtió en un eslogan. en decir popular, e incluso en una frase para ironizar en la política venezolana.
Habla Aymara
A ocho años de aquella entrevista, la reconocida y respetada Aymara Lorenzo, se tomó el tiempo para escribir unas líneas, y explicar lo que ocurrió desde su óptica, también sobre lo que sintió en el aquel momento en el que la misma periodista confiesa que el estudio de televisión «explotó en una sola risa» .
«El estudio se oía el eco explosivo de la risa general en la que cayeron todos los que estaban allí», comenta.
¿Qué pensaste cuando ella te pidió la ayudaíta?
«Les confieso que lo primero que pasó por mi cabeza fue ‘esta vaina no me está pasando a mí’. Acto seguido en cuestión de nanosegundos reaccioné: ‘si no la ayudo la entrevista no puede continuar’».
¿Cómo no te reíste en su cara?
La verdad es que el asombro que sentí, mezclado con el hecho de ponerme en sus zapatos y suponer por un momento lo que ella pudo haber sentido en ese instante, frente a una cámara en un programa en vivo, me llevó a darle la ayudaíta que me pedía.
En lo personal, me conmovió su honestidad y su sinceridad que la llevaron a pedir ayuda para poder responder a un asunto que para muchos parecería sencillo. —La verdad es, que si lo fuera, y si tuviéramos gobernantes con voluntad política, otro sería el cantar para nosotros—.
Aymara, échame una ayudaíta —
De ese episodio hasta ahora no había escrito una línea, aunque no hay quien no me pregunte, después de 8 años, por ese momento.
Ese 23 de agosto de 2012, quedará en la memoria colectiva de nosotros como venezolanos.
Hoy comparto este texto como un #TBT
, porque cada vez que veo el video reflexiono sobre lo que ella pudo haber vivido, pero sobre todo lo que viví como ser humano y como profesional.Se preguntarán ¡Ajá! pero ¿qué pensaste cuando ella te pidió la ayudaíta?
Les confieso que lo primero que pasó por mi cabeza fue «esta vaina no me está pasando a mí». Acto seguido en cuestión de nanosegundos reaccioné: «si no la ayudo la entrevista no puede continuar».
Este diálogo en mi cabeza sucedía mientras en el estudio se oía el eco explosivo de la risa general en la que cayeron todos los que estaban allí.
Se preguntarán también, ¿cómo no te reíste en su cara?
La verdad es que el asombro que sentí, mezclado con el hecho de ponerme en sus zapatos y suponer por un momento lo que ella pudo haber sentido en ese instante, frente a una cámara en un programa en vivo, me llevó a darle la ayudaíta que me pedía.
En lo personal, me conmovió su honestidad y su sinceridad que la llevaron a pedir ayuda para poder responder a un asunto que para muchos parecería sencillo. —La verdad es, que si lo fuera, y si tuviéramos gobernantes con voluntad política, otro sería el cantar para nosotros—.
Por supuesto que al pedirme esa ayuda ella puso la pelota de mi lado: tenía que dársela para que la entrevista continuara, pero además debía que hacerlo bien, porque si no, la noticia no habría sido ella sino yo. (Ejerzo el periodismo convencida de que el periodista nunca, pero nunca, debe ser la noticia).
A escasos días para otro proceso electoral en Venezuela —ya perdí la cuenta de cuántos hemos vivido en 22 años, ¿creen ustedes que algún candidato, para el ilegítimo proceso que vamos a vivir este domingo, se atrevería a pedir ayuda a sus electores?
Es más, les planteo la pregunta también desde la otra cara de la moneda: en el contexto país que vivimos hoy ¿creen que convocar la ayuda de todos es un asunto de debilidad?
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