Sacan a la luz el mayor temor de Maduro en tiempos de cuarentena (+Detalles)
Nicolás Maduro demostró al país que le tiene pánico a los saqueos
Nicolás Maduro se ha visto obligado a un giro de 180 grados en su política económica. A un retroceso. Ha regresado a lo vetusto. A lo anacrónico. Fórmulas ya experimentadas por Hugo Chávez y por él mismo. Todas han fracasado. ¿Por qué entonces marcó la reversa?
Nicolás Maduro solamente puede tener pánico de dos cosas, a lo interno: la Fuerza Armada y los saqueos. Lo primero, en apariencia, está controlado. Controlado con bemoles, puesto que algunas fuentes como Francisco Poleo, ya han dicho que Vladimir Padrino López quiere negociar su participación con Washington en una posible transición, dentro del marco ofertado por Donald Trump.
La otra variable es la calle. En plena cuarentena, con la escasez de gasolina y la inflación desbordada, y buena parte de la fuerza laboral detenida, ya hay quienes han comenzado a protagonizar escaramuzas callejeras que derivaron en saqueos, heridos, detenidos y hasta un muerto. Incluso, el apacible pueblo de Río Caribe terminó saqueando un depósito de cajas CLAP el pasado jueves. Mismo escenario se repitió en Maturín, Upata y Cumaná.
Y Maduro sabe que de una chispa, nace la hoguera. De allí que este viernes, Jorge Rodríguez anunciara, inusualmente, las cifras de COVID-19 pasadas las doce del día, dando lugar a lo que vino más tarde: el anuncio de la ocupación «temporal» de la planta de Coposa, y las ventas «supervisadas» a Empresas Polar y Plumrose, entre otras.
«Esto se va a equilibrar», prometió Maduro, horas más tarde, en un contacto telefónico con Venezolana de Televisión, mientras Jorge Rodríguez, el psiquiatra, no paraba de reír a carcajadas de los malísimos chistes del gobernante socialista.
Con lo anterior, Maduro ha demostrado que le tuvo pánico a los saqueos. Al desastre. A las escaramuzas. Al hastío de la gente, acorralada entre el alto costo de la vida, la pandemia y la cuarentena, sin contar la escasez de gasolina, que irónicamente, golpea a un país petrolero que en el pasado, lo tuvo prácticamente todo.
Ahora el país se enfrenta a la peor noticia en medio del brote del coronavirus:
-Porque las medidas de ocupación temporal han fracasado una y otra vez a lo largo de 20 años.
-Porque Maduro, torpemente como acostumbra, pidió el viernes a los empresarios respetar «precios acordados» de 27 rubros. Y cuando Maduro pide respetar «precios acordados», de inmediato, arranca un círculo vicioso de escasez, especulación y mercado negro que no se termina. De hecho, Delcy Rodríguez usaba como base para justificar las medidas anunciadas, el índice de precios reportado por el Banco Central de Venezuela. La inflación venía en franco descenso a pesar del dólar, cuya tasa está restringida por una leonina política de encaje legal. Ahora la inflación, que tenía curva descendente, volverá a marcar su ascenso al infinito si se calcula con los precios reales de los productos que probablemente, serán vendidos nada más en el mercado negro.
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-Porque Maduro ha retrocedido luego de un importante avance: la economía ya se había adaptado a la supresión de los controles, tanto en los precios como en el tipo de cambio.
-Porque ahora habrá al menos 27 rubros de la cesta básica en peligro severo de escasez.
-Porque cuarentena o sin ella, el desastre se multiplicará, pues muchos se verán obligados a hacer colas -como en otros tiempos- para hacerse con dos tres kilos de harina de maíz precocida o de pasta.
-Entonces, más tarde, luego de fracasar la fórmula, querrán regresar a la regulación de cantidades por persona. A las captahuellas. A lo peor del comunismo del siglo XXI.
-Y porque al final, el problema que Maduro ha querido apaciguar, terminará potenciándose, generando más hambre y miseria.
Siempre se puede estar peor. Siempre se puede descender un escalón al infierno. Y Maduro ha descendido uno más.
El gobierno bolivariano de Venezuela no le teme a nada. Patria, socialismo o muerte!