Los 5 minutos cercanos “a la muerte” que experimentó este venezolano en Ecuador sobreviviente al Covid-19
Un ciudadano de nacionalidad venezolana narró a la Voz de América cómo se encontró cerca de la muerte entre los meses de febrero y marzo a causa del coronavirus y cómo logró sobrevivir gracias a la destreza de su pareja.
Jesús Ferrer, reside en Guayaquil, el lugar más afectado por el Covid-19 en Ecuador. La tarde del pasado 3 de marzo balbuceó unas pocas palabras antes de desplomarse frente a su esposa en la habitación principal de su casa.
El coronavirus, sin que él todavía lo supiera, le originó un ahogo pulmonar potencialmente letal.
Lo que le sucedió aún es un recuerdo vago. Apenas conserva fragmentos de memorias de su pareja, una cirujana venezolana que, sobre él, presionaba su pecho y soplaba aire dentro de su boca.
Antes de llegar a eso, empezó a llamarlo por su nombre. Sin embargo, no reaccionaba. El chequeo de sus signos vitales evidenció que su corazón marchaba acelerado y, de repente, se detuvo.
“Comenzó a latir muy lento, acompañado de sudoración y dilatación de pupilas. Es cuando comenzó a hacer maniobras de reanimación o RCP. Según ella, todo duró unos cinco minutos”, expresó Jesús, diseñador gráfico, de 34 años de edad, en entrevista telefónica con ese medio de comunicación.
Los síntomas de la infección respiratoria comenzaron a manifestarse en la última semana de febrero, justo después del feriado de Carnaval. En un principio, dijo, experimentó una gripe común, sin flema.
A los días, contó que apareció una fiebre “de la nada”, pero, así como surgía “se iba”.
Después, llegaron la tos, el dolor de cabeza, la taquicardia y un cansancio ligado a un malestar general. “Era un dolor muscular como si hubiera hecho ejercicio y me dolían los talones”, cuenta.
Resaltó que esos síntomas iniciales eran “tolerables”. No obstante, ocho días más tarde, el cansancio se volvió crítico.
“Ya era intolerable. Me cansaba por cualquier cosa”, afirma. La enfermedad avanzó “muy rápido”, relata Jesús, trabajador de una empresa china en Ecuador.
Minutos antes de su colapso, hace cuatro semanas, su esposa le había revisado la lengua y observó que se encontraba gravemente deshidratado, pues había padecido fatiga extrema durante los dos días previos.
Su pareja se trasladó a la cocina a prepararle un suero natural. Jesús tiene fresca la seguidilla de sensaciones previas a su desmayo: asfixia; cansancio–“no tenía nada de energía”-; sueño y mareo.
En ese momento, se derrumbó en el cuarto. Su esposa le colocó enseguida una vía intravenosa para hidratarlo, estabilizó sus valores de tensión arterial y lo llevó a la emergencia del hospital más cercano.
Pero el gobierno de Lenín Moreno todavía no había activado el protocolo sanitario para diagnosticar y atender a pacientes sospechosos o positivos por el coronavirus.
“Según mi esposa, si no me hace reanimación, tenía una alta posibilidad de que no volviera a levantarme”, expresó Jesús.
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El venezolano que vive en Ecuador desde hace tres años y medio, permaneció internado tres días en el Hospital del Seguro Social del norte de Guayaquil.
Dos días después de su ingreso, se enteró que se encontraba contagiado del Covid-19, como cotiza en el Seguro Social ecuatoriano, no debió pagar un solo dólar por su tratamiento médico, explicó.
Una tomografía permitió a los doctores detectar una mínima afectación en uno de sus pulmones, similar a una bronquitis.
“No habían activado la alarma del Covid-19 y no había exámenes para determinar que eso era lo que tenía. Lo determinaron clínicamente por los resultados de los exámenes y los síntomas”, rememora.
Los doctores le permitieron irse a su casa bajo criterio de observación. La ventaja de Jesús, tal como aquel día de su encuentro cercano con la muerte, fue que su esposa es médico cirujano.
Ella, posiblemente, también se contagió de la enfermedad, asegura Jesús. Nunca la diagnosticaron con una prueba para detectar el coronavirus.
“Tuvo los mismos síntomas que yo. De hecho, los comenzó a presentar el mismo día de mi desmayo, con la diferencia de que ella no llegó perder el conocimiento”, detalló.
Durante tus chequeos médicos, ha sido testigo del colapso sanitario en esa nación, donde ya hay 3.368 contagiados por el coronavirus y 145 muertos a causado de la enfermedad.
“Comenzó a colapsarse el hospital. Ese día, el 19 de marzo, vi cómo llegaban personas en estado muy grave, ahogándose y cayendo en la entrada del hospital”, precisó.
Ha retomado su trabajo, pero desde casa debido a la cuarentena decretada por el Ejecutivo. Sospecha que su contagio pudo ocurrir en la empresa en la que labora, donde estuvo en contacto con diferentes clientes extranjeros y ecuatorianos que acababan de arribar al país.
Después de su alta médica, sufrió de dolores de cabeza ocasionales. Le tomó una semana recuperarse del cansancio extremo. Pero, eso sí, no ha dejado de toser un solo día desde entonces.
“Toso varias veces al día. Pueden pasar horas sin tener esa sensación de toser”, indicó, optimista. Jesús, a pesar de haber retomado su rutina en casa, no se siente del todo bien.
“Siento que no estoy totalmente recuperado”, reconoció, un mes más tarde de aquel desmayo doméstico del que, de no ser por su esposa, muy probablemente no se hubiese levantado.
Con información de la Voz de América.