¡LA PREGUNTA! ¿Quién pagará los destrozos de los saqueos en San Félix?

Por primera vez San Félix fue escenario de saqueos a gran escala. Nunca en la historia de esta ciudad había sucedido algo como lo que presenciamos los guayaneses y es que la gente salió a la calle a robar, a saquear y a destruir. Las pérdidas son millonarias.

Quienes lo hicieron eran en su mayoría jóvenes, residentes de San Félix, de los barrios y de los sectores más populosos, pero además iban con sonrisas en sus caras y comportándose como si se tratara de algo normal.

Como siempre las autoridades tardaron para reaccionar tal cual ocurrió el 27 y 28 de febrero de 1989 cuando el “caracazo” lo que significó la destrucción de varios locales comerciales y la muerte de un ciudadano.

La pregunta lógica es ¿Quién pagará esos destrozos? Y ¿El gobierno actuará con coherencia o aplicará el expediente del paramilitarismo y la derecha apátrida?

La pregunta es pertinente porque en las fotos, muchas, en las redes sociales y en los medios de comunicación social, no se observa a ciudadanos de otros países. No. Se trata de guayaneses, de nativos, de residentes de San Félix, cuyo color de piel, revela que llevan sol y no precisamente en los bordes de piscinas de hoteles cinco estrellas o en las playas de Aruba.

La gente en la calle inició las protestas, presuntamente, por la dificultad para conseguir transporte público mientras en los estacionamientos de la gobernación y de la alcaldía de Caroní, se mantienen resguardadas unidades que saldrán a la calle cuando al fin Transbolívar sea un hecho.

Mientras tanto se resuelve como se puede, sólo que en Guayana esas son palabras mayores porque todo, pero todo queda lejos y ningún alcalde, todos del proceso o identificados con la izquierda progresista ni los gobernadores chavistas y adecos, han podido ofrecer una planificación de transporte público que atienda a quienes viven en Core 8 y trabajan en el centro de San Félix o que viven en El Rosario y trabajan en la zona industrial de Matanzas.

Ambas rutas implican una hora y un poco más de recorrido público y el pago varias veces de pasaje pero en paradas escogidas por los transportistas porque ni una estación de transferencia han podido hacer los ineptos que nos han gobernado en los últimos 26 años.