[ENTREVISTA] Mujeres aumentan consumo de alcohol en Venezuela
Venezuela es el tercer país de América Latina con más consumo, según informe de la Organización Mundial de la Salud. PANORAMA conversó con Maristela Monteiro, responsable del informe sobre el estado de la bebida en la región.
La disminución del consumo de alcohol es una batalla integral todavía pendiente en América Latina, donde el beber se ha vuelto una cultura y, por lo tanto, un ascendente problema de salud pública.
“Es una cultura de excesivo consumo de alcohol, es decir, puede que las personas no tomen todos los días, pero sí de manera regular y en exceso”. Así, Maristela Monteiro, asesora principal en abuso de sustancias y alcohol de la Organización Mundial de la Salud (OMS), analizó para PANORAMA el primer informe que, la semana pasada, la OMS publicó sobre el consumo de bebidas alcohólicas en la región.
Monteiro, quien presentó el reporte, recordó que “el alcohol es una droga psicoactiva que no puede ser tratada como un producto de consumo ordinario, como un jabón o un champú”.
El estudio arrojó que América Latina y el Caribe consumen una media de 8,4 litros de alcohol al año, unos 2,2 litros sobre el promedio mundial. En la primera plaza se ubicó Chile, con 9,6 litros cada 365 días; luego Argentina con 9,3 y en tercer lugar Venezuela con 8,9.
—Si pudiera hacer una radiografía de la cultura del consumo de alcohol que se está formando en la región, ¿cómo la describiría?
—Es una cultura de excesivo consumo de alcohol, es decir, puede que las personas no tomen todos los días, pero sí de manera regular y en exceso. Así, cuando uno mira el consumo promedio percápita de un país, este puede ser bajo, sin embargo, cuando uno se enfoca en los consumidores, entonces el consumo sí es muy elevado.
—¿Están nuestros jóvenes cada vez incurriendo más en el consumo temprano de alcohol?
—Sí, no solamente temprano, también excesivo. En la región, casi un 30% de los chicos entre 15 y 19 años ya tienen, al mes, un consumo de cinco copas o más. Los varones de 15, hasta en un 40%, han tenido, como mínimo, un episodio de intoxicación en su vida. Entre tanto, un 30% de las chicas entre 13 y 15 años ya ha tenido un comportamiento parecido.
—¿Y cómo podemos diferenciar lo que es un consumo moderado o social de alcohol de uno excesivo?
—Es una frontera difícil de establecer porque no existe un consumo que sea sano o sin riesgo alguno. En los hombres jóvenes, hasta los 25 años, cuando el cerebro todavía está en desarrollo, cualquier consumo es considerado nocivo porque puede interferir con el progreso del cerebro, la capacidad cognitiva, así como en el rendimiento escolar. Las mujeres embarazadas no pueden tomar, ni aquellas personas con tratamientos médicos, por eso de hablar de consumo social depende de cada caso.
—Bien se conocen los efectos hepáticos y de desórdenes mentales que produce el alcohol, pero estos son apenas la punta del iceberg…
—Existen como 60 enfermedades conectadas directamente al consumo de alcohol, además de otras 200 vinculadas de alguna manera con la ingesta de alcohol. Entonces, más allá del hígado, tenemos problemas cardiovasculares, neurológicos, cerebrales vasculares y hasta de epilepsia. Sobre esta última, podemos decir que entre 15% y 30% de los casos están vinculados al consumo excesivo de alcohol. Paralelamente, están los eventos violentos, especialmente contra los niños y las mujeres. Tenemos entonces un rango muy amplio de problemas atribuibles al alcohol.
—¿Están las mujeres incrementando también el consumo de bebidas alcohólicas?
—Sí, y desde el punto de vista del comercio, es lógico mirar esta situación. Tradicionalmente, la mujer fue el grupo que menos ha tomado, pero esto ha cambiado y ahora tenemos muchos productos alcohólicos dirigidos hacia la mujer. Se asoció también la independencia de la mujer con la necesidad de tomar. Esto es un problema porque la mujer es más vulnerable biológicamente que el hombre a los efectos de la misma cantidad de alcohol. La mujer también es víctima del consumidor masculino por aquello de la violencia doméstica.
—De acuerdo con su experiencia, ¿cuáles son las medidas más efectivas para el combate del alcohol en nuestros países?
—Las más efectivas tienen que ver con la disponibilidad del alcohol, tanto desde el punto de vista físico, como económico y social. Esto pasa, por ejemplo, por regular los horarios de la venta y la edad para poder comprar alcohol. La fiscalización es un área muy importante. También es efectivo el aumento de los precios a través de los impuestos de acuerdo con la cantidad de alcohol presente en la bebida. Otra medida debe estar vinculada hacia la publicidad porque, en muchos casos, el consumo está conectado con mensajes como: ´el alcohol hace bien, es bueno y es divertido´. Igualmente, es clave la educación en los colegios para combatir la publicidad. Hay que tomar en cuenta que la industria tiene más recursos que la salud pública. Un minuto de educación lucha contra 10 horas de publicidad.
—Con toda esta información, ¿por qué cree que los gobiernos de la región han sido lentos e ineficientes en el combate al consumo de alcohol?
—Porque, en parte, históricamente el consumo de alcohol forma parte de la cultura en muchos países. Comunidades indígenas, por citar un ejemplo, han producido estas bebidas desde hace mucho. Pero en los últimos 50 años, el incremento de la disponibilidad del alcohol en la región ha sido el más alto que conozcamos. El desarrollo económico de los países y la globalización ha contribuido a que todos tengan acceso a las bebidas. El alcohol es una droga psicoactiva que no puede ser tratada como un producto de consumo ordinario, como un jabón o un champú.
—¿Existen “lobies” de grandes empresas ligadas al alcohol que presionan para evitar que se legalice alrededor del consumo?
—Sí existe y han crecido muchísimo en la región. En los últimos 20 años, han surgido decenas de ONG o asociaciones de responsabilidad corporativa a las que se les paga para hacer parecer como bueno, ante la sociedad, el consumo de alcohol. También para que hagan el contacto con políticos y así evitar que se produzcan leyes de control.
—El consumo de alcohol en Venezuela ha venido en aumento, ¿qué nos pueden decir al respecto?
—Sí ha venido aumentando. Venezuela es el tercer país de América Latina con más consumo, aunque cuando se agregan islas o países del Caribe puede bajar en el ranking. Venezuela, por otro lado, ha incrementado los impuestos a las bebidas alcohólicas, pero no es suficiente para cambiar la realidad. El consumo, hablando en general, está estable, pero nos preocupa que el consumo entre adolescentes continúa elevándose en todas partes y esto está vinculado a la disponibilidad de las bebidas.
—¿Están nuestros países al día con las estadísticas del consumo de alcohol y sus consecuencias?
—Estamos trabajando para que los países mejoren. La OMS tiene una base de datos que congrega información sobre el consumo, mortalidad y daños relacionados con el consumo de alcohol. Los países debieran hacer encuestas regulares para saber si las políticas están funcionando y, además, conocer las tendencias a nivel del consumo.
Panorama.