En Nueva York ya es obligatorio advertir sobre la sal en el menú
Las cadenas de restaurantes en Nueva York que sirven menús con mucha sal deberán indicarlo a sus clientes con un cartel de un salero sobre un fondo negro, un paso inédito en Estados Unidos para reforzar la información a los consumidores, reseña Globovision con información de EFE.
La medida, votada el 9 de septiembre por el comité de salud de la ciudad, incluye a los establecimientos que tengan al menos 15 sucursales en Estados Unidos.
Su incumplimiento será sancionado con una multa de 200 dólares a partir del 1 de marzo, aunque estos restaurantes pueden acoger desde ya, precisó a la AFP la doctora Sonia Angell, comisaria adjunta a cargo de prevención y primeros auxilios del departamento de Salud de Nueva York.
Bajo la dirección de Michael Bloomberg, alcalde de 2002 a 2013, Nueva York se ubica en la vanguardia de la lucha contra la comida chatarra.
En 2006, la ciudad prohibió los ácidos grasos trans de las mismas cadenas de restaurantes y de café. Estos ácidos modificados industrialmente para que la duración de conservación de los alimentos sea más larga, son conocidos por aumentar el colesterol “malo” (LDL) y bajar el “bueno” (HDL).
En junio pasado, la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA, en inglés) invitó a la industria agroalimentaria a dejar de utilizar esos ácidos trans dentro de tres años.
Nueva York se convirtió en 2008 en la primera ciudad del país en obligar a las cadenas de restaurantes a fijar el número de calorías contenidas en cada menú.
La iniciativa fue validada por la FDA, que amplió la medida a todo el país a partir de diciembre de 2016.
Bloomberg también intentó limitar a 16 onzas por cliente, es decir un poco menos de medio litro, la cantidad máxima de bebidas azucaradas que podían ser servidas en Nueva York. Pero después de una batalla de dos años, la justicia invalidó la medida.
Esta vez, la mayor ciudad de Estados Unidos eligió otro ángulo de ataque: la sal.
Los platos que contengan al menos 2,3 gramos de sodio -equivalente a una cucharadita de sal-, superior a la dosis diaria recomendada, deberán estar señaladas en los menús con un salero blanco y negro.
Un estudio realizado por los investigadores de la universidad de Minnesota demostró que el nivel medio de sodio contenido en los alimentos servidos en ocho de las grandes cadenas de restaurantes estadounidenses aumentó un 23% entre 1998 y 2010.
Impacto sobre el consumidor
“Los restaurantes se convierten en un lugar donde es difícil limitar la cantidad de sodio en nuestro régimen alimentario, para quienes lo desean”, observó Angell.
“La gran mayoría de sodio que comemos no viene de la sal que añadimos en la mesa o con la que cocinamos, sino de los alimentos transformados y condicionados industrialmente”, indicó la experta.
La sal es la principal fuente de sodio. Su consumo excesivo es asociado a la hipertensión y a un riesgo más elevado de cardiopatías y accidentes vasculares cerebrales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según este organismo, la mayoría de gente consume mucha sal, de 9 a 12 gramos diarios en promedio, es decir el doble de lo recomendado, 5 gramos de sal, equivalentes a 2 de sodio.
¿Qué pasa en otros restaurantes de Nueva York, que representan la inmensa mayoría de la oferta y no son parte de las cadenas?
“Globalmente, los restaurante son una importante fuente de sodio”, responde Angell.
“Queremos que las personas tengan tanta información como sea necesaria para decidir con conocimiento lo que comen en nuestros restaurantes”, sostuvo en un comunicado Zane Tankel, director general de Apple-Metro, que tiene varios restaurantes en franquicia de la empresa Applebee en Nueva York.
En estos establecimientos, la señalética ya fue instalada desde hace un mes. Queda la pregunta sobre el impacto de los carteles en el consumidor.
Un estudio recientemente publicado por investigadores de la Universidad Escuela de Medicina de Nueva York demostró que, entre 2008 y 2014, el número promedio de calorías por orden en los restaurantes de comida rápida en la gran Manzana no evolucionó.
Además de los carteles con las calorías, “deberían preverse otras opciones para combatir la obesidad”, indican los autores del estudio.