La odisea de los estudiantes venezolanos en el exterior

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Oportunidades de empleos, ingresos dignos, seguridad y desarrollo profesional son algunas de las razones que motivan al joven venezolano -con título universitario o sin él- a emigrar, de acuerdo con un artículo publicado en el portal web Alternos.

Lo cierto es que no todos los jóvenes tienen la posibilidad de irse del país, aunque también deseen una mejor calidad de vida, sus condiciones socioeconómicas y las constantes demandas que implica el proceso de emigración (legalizar papeles) les dificultan alcanzar esta meta.

Sin embargo, el venezolano que se va -de forma temporal o definitiva- también tiene que afrontar dificultades distintas que convierten su partida en una autentica travesía para alcanzar sus sueños.

Indudablemente el mayor obstáculo para el venezolano que quiere salir de su país es obtener las divisas necesarias y si su meta es estudiar una carrera universitaria en el exterior, esto se transforma en algo semejante a un viacrucis para ellos y sus familiares.

Según un reportaje de Radio Canada International, más de 20.000 estudiantes venezolanos -que siguen sus formaciones en el extranjero- protestan contra el gobierno de Venezuela debido a las negativas o las trabas que deben vivir sus familiares a la hora de solicitar el cambio de divisas para pagar matrículas o manutención.

De acuerdo con varios de esos estudiantes internacionales, la situación los ha llevado a perder cupos en universidades y visas de estudio y trabajar ilegalmente para poder pagar sus cursos y mantenerse en donde están.

Los estudiantes, las divisas extranjeras y el bolívar

Esta situación comenzó en octubre del 2014 cuando el gobierno venezolano se dio cuenta de un aumento significativo, según ellos anormal, del número de estudiantes extranjeros que pedían autorizaciones de cambio de divisas.

Debido a esto el gobierno impuso más reglas y controles para el cambio de divisas para estudiantes y elaboró una lista de profesiones “que benefician al país” que tendrían la prioridad.

Todo para reducir o casi eliminar el riesgo de que los “carteles de divisas” aprovecharan a los estudiantes para sacar dólares de Venezuela por vías legales y luego regresarlos al país por vías ilegales y venderlos en el mercado negro donde el valor es muy superior a la divisa oficial.

El problema es que desde que existen los controles cambiarios, en Venezuela el dólar oficial tiene un precio muy distante del dólar comercializado en el mercado paralelo.

Dilema

¿Cómo saber quién usa o aprovecha el sistema y quién sí usa las divisas para pagar sus estudios? Es un verdadero rompecabezas para el gobierno. Por su parte, los padres de los estudiantes dicen que el dinero que piden es de ellos, que no es un regalo y que sólo exigen que les permitan cambiar sus bolívares por dólares u otras divisas para ayudar a sus hijos.

Mientras esta incógnita sigue sin una respuesta clara, los estudiantes siguen buscando alternativas para pagar lo que estudian.

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