Los 9 aparatos ingeniosos (y letales) que crearon los espías de la Guerra Fría (+Fotos)

El Muro de Berlín en la época de la Guerra Fría | GETTY IMAGES

El Muro de Berlín en la época de la Guerra Fría | GETTY IMAGES

Durante la Guerra Fría, Berlín quedó partida en dos por un imponente muro. Pero eso no impidió que en aquella época se convirtiera en la capital mundial del espionaje.

“La ciudad congregó a miles de agentes de las principales potencias que querían conseguir valiosa información de inteligencia para doblegar al enemigo”, le explica a BBC Mundo Christopher Nehring, jefe de investigación del nuevo Museo Alemán del Espionaje, con sede en Berlín.

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“A ello contribuyó su ubicación estratégica en la frontera entre Occidente y el bloque soviético. No había otro sitio en el mundo donde los rivales de la Guerra Fría estuvieran tan cerca”, añade Nehring.

“Berlín tenía además un estatus político especial, al estar dividida en cuatro zonas. El oeste se lo habían repartido los aliados tras ganar la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Y el sector oriental era la capital de la República Democrática Alemana (RDA), que desde luego estaba bajo la influencia de la Unión Soviética”.

 “Todos ellos tenían espías en la ciudad”, asegura el investigador. Pero quizás los más sofisticados del conjunto eran los agentes del famoso Servicio de Seguridad del Estado de la RDA, conocido por el acrónimo de Stasi (Staatssicherheitsdienst).

“La Stasi recibía mucho dinero y era muy buena reclutando personal. Alcanzó a tener 90.000 empleados entre espías y personal administrativo y de servicios”, afirma Nehring.

“No eran muy buenos analizando la información que obtenían, pero sí sobresalían en la construcción de dispositivos para espiar; eran muy creativos”.

Según el investigador, el 80% de la tecnología la compraban en Occidente y luego la llevaban a sus laboratorios en la RDA para adaptarla a sus necesidades.

BBC Mundo te muestra 9 increíbles dispositivos desarrollados por la Stasi y otras agencias de inteligencia durante a Guerra Fría.

CAJETILLA DE FÓSFOROS FOTOGRÁFICA

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

La agencia de espionaje de la RDA y la KGB (el servicio de inteligencia soviético) dedicaron muchos de sus esfuerzos al desarrollo de las minicámaras.

Estas tenían numerosas ventajas para los espías: su reducido tamaño permitía camuflarlas casi en cualquier objeto o prenda, y producían películas en miniatura, los llamados microfilmes, que también eran fáciles de ocultar.

La cajetilla-cámara de la imagen mide 5 x 3,5 x 1,5 cm. Fue construida por la Stasi, cuyo directorio de tecnología llegó a tener nada menos que 1.000 empleados.

LÁPIZ ADHESIVO DE UHU

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

“La tecnología de las minicámaras tuvo grandes avances a partir de la década de 1950”, le cuenta a BBC Mundo Christopher Nehring, del Museo Alemán del Espionaje.

Para tomar fotografías sin ser detectados, los agentes camuflaban los dispositivos de diversas maneras. Se recomendaba disfrazarlos de objetos personales o cotidianos para no levantar sospechas.

Para los espías oficinistas, la Stasi diseñó este cámara encubierta en un lápiz-adhesivo Uhu, muy popular en Alemania.

SOSTÉN CON CÁMARA

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

La Stasi llegó al extremo de esconder minicámaras en prendas íntimas como este sostén rojo. La espía debía valerse de su seducción para conseguir fotografiar de cerca a las personas de interés.

“Este dispositivo es producto del ingenio de la agencia de inteligencia de Alemania oriental, pero sabemos que nunca llegó a usarse”, afirma Nehring.

FRANCOTIRADOR DE FOTOS

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

Los espías también necesitaban tomar fotografías a distancia y a veces desde lugares o posiciones difíciles. Así, la compañía KMZ (Krasnogorsker Mechanikfabrik), con sede en Moscú, creó para los agentes de la Unión Soviética y su área de influencia este excepcional dispositivo que parece un fusil.

Se trata de una cámara réflex con un superteleobjetivo de 300 mm. Con ella, los agentes podían retratar a personas que se encontraban muy lejos y en movimiento.

MONEDA PARA OCULTAR VALIOSOS MICROFILMES

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

Las fotos captadas con las minicámaras luego debían ser enviadas a la agencia de inteligencia sin que fueran interceptadas.

Por eso también surgieron formas creativas de trasladar los microfilmes, como esta moneda de cinco marcos alemanes de los años 70 que el espía podía llevar en su bolsillo o cartera.

Ahora bien: el agente no debía distraerse y usarla para pagar.

CAPTURA DE OLORES

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

En la capital del espionaje las imágenes eran valiosas, pero también lo eran los aromas. La llamada “captura de olores” era uno de los métodos que usaba la Stasi para mantener en jaque a disidentes políticos. Se basa en un sencillo principio: cada individuo deja rastros únicos, no sólo con sus huellas digitales, sino además con su olor.

“La Stasi llevaba a los sospechosos de haber traicionado al socialismo a una sala de interrogatorios y les extraía una muestra de su aroma frotándoles una tela en el cuerpo, la cual se preservaba en un frasco”, le explica a BBC Mundo Christopher Nehring, del Museo Alemán del Espionaje.

“Esto permitía que, de ser necesario, los disidentes pudieran ser rastreados rápidamente por perros olfateadores”. En 1990, cuando se disolvió la RDA, se descubrieron varios depósitos con miles de estos recipientes.

No se sabe a quién pertenecía la muestra de la foto.

DESODORANTE CON SECRETOS

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

Siguiendo con el tema de los aromas, este frasco de desodorante de la marca Tabac, fabricado por la empresa alemana Mäurer & Wirtz, fue utilizado por los espías del Pacto de Varsovia, la alianza de ocho países comunistas europeos bajo el ala de la Unión Soviética, para ocultar desde microfilmes hasta pequeños documentos.

Es probable que el espía que necesitara perfumarse sufriera un poco sin el contenido original.

MALETÍN DE LA MUERTE

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

 A la hora de matar, a los espías se les exigía que no fallaran. Y a veces necesitaban disimular bien el arma para acercase lo más posible a su víctima. Un ejemplo es el lápiz labial de la primera fotografía de este artículo.

Sin embargo, una de las soluciones más espeluznantes de la Guerra Fría fue esta pistola-ametralladora Skorpion montada en un maletín.

Los espías de la Stasi la consideraban bastante útil, según documentos del Museo Alemán de Espionaje: el arma no tenía que extraerse para disparar, sino que estaba lista para ser usada inmediatamente.

Y pesaba poco: 1,5 kg con el cargador lleno.

PARAGUAS BÚLGARO

MUSEO ALEMÁN DEL ESPIONAJE

Con este letal dispositivo se cree que el disidente búlgaro y periodista de la BBC Georgi Markov fue envenenado por un espía de la KGB en el puente de Waterloo, en Londres, el 7 de septiembre de 1978, mientras se dirigía a su trabajo.

Markov les contó a los médicos que lo trataron que un hombre lo había atacado con un paraguas. Los forenses hallaron un diminuto proyectil en su muslo, que había liberado a su flujo sanguíneo una sustancia letal conocida como ricino.

Se cree el agente de la KGB le clavó la punta del paraguas en la parte posterior de la pierna y luego apretó un botón que se encontraba en el mango, el cual activó un cilindro de aire comprimido que disparó el proyectil mortífero.

Markov falleció a los 49 años.

“Esta es una reconstrucción de aquel paraguas, hecha a partir de planos que Estados Unidos obtuvo de Rusia”, le cuenta a BBC Mundo el doctor Nehring, del Museo Alemán del Espionaje.

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