Cómo funciona el sistema de voto electrónico de Smartmatic
La frase es del expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, pero las autoridades venezolanas la han repetido incontables veces para defender la legitimad de las elecciones celebradas en el país desde agosto de 2004 a la fecha.
“De las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo“, dijo el exmandatario en septiembre de 2012.
“Tienen un maravilloso sistema de votación en el que vas y tocas la pantalla y votas como quieres y ese resultado es automáticamente grabado y transmitido electrónicamente al centro de conteo”, explicó Carter.
“Pero también imprime una boleta de papel, lo que significa que uno no solo vota electrónicamente sino que puedes ver la boleta y comprobar que votaste como querías. Y luego colocas la boleta en una urna y puedes regresar y comprobar que los resultados concuerdan”, detalló.
Según el exmandatario estadounidense, la mayor ventaja del sistema venezolano es que su completa automatización facilita la verificación de los resultados.
Y esta automatización corre por cuenta de Smartmatic, la empresa que diseñó la plataforma tecnológica y entre 2004 y 2015 desplegó más de medio millón de máquinas de votación y entrenó a más de 380.000 operadores para manejar 14 procesos electorales diferentes en Venezuela.
Una plataforma que volvió a ser utilizada durante la polémica elección de la Asamblea Nacional Constituyente celebrada el domingo 30 de julio en el país sudamericano.
ENCENDIENDO LAS ALARMAS
Smartmatic, sin embargo, también es la empresa que este miércoles denunció una manipulación en las cifras de participación publicadas por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE).
Según el CNE, en los comicios participaron 8.809.320 votantes, pero la empresa estimó una discrepancia con las cifras arrojadas por su sistema de “al menos un millón de electores”.
“Smartmatic tiene todos los elementos para afirmar que los datos proporcionados por el CNE no coinciden con los del sistema”, aseguró en una conferencia de prensa convocada en Londres su director ejecutivo, Antonio Mugica.
Y, según Mugica, fue gracias precisamente a su “robusto sistema automatizado de votación” que “podemos saber, sin lugar a dudas, que en las pasadas elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente hubo manipulación del dato de participación”.
La denuncia cayó como una bomba en Venezuela, con la fiscalía inmediatamente anunciando una investigación por posible fraude.
Pero la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, desestimó la denuncia calificándola de “aseveración irresponsable con base en estimaciones sin fundamento en la data que maneja exclusivamente el Poder Electoral”.
Y, según Lucena, el “único rol” de Smartmatic en las elecciones venezolanas es “proveer ciertos servicios y soporte técnico que no son determinantes en sus resultados”.
Sus declaraciones, sin embargo, contradicen aseveraciones previas de las autoridades electorales e incluso la descripción del sistema de votación electrónica de la propia autoridad electoral.
“Todas las fases del proceso están resguardadas con una clave alfanumérica cifrada a través de un hash o firma electrónica. Esta clave no depende de una de las partes porque está compartida entre el CNE, las organizaciones con fines políticos de todas las tendencias y Smartmatic. Eso hace imposible acceder a los datos sin la clave compartida entre todos los actores”, se lee, por ejemplo, en el sitio web del CNE.
Y en la misma página también se destaca repetidamente la “auditabilidad del sistema”.
No en balde las máquinas de votación venezolana responden al nombre de SAES (Smartmatic Auditable Election Systems o Sistemas Auditables Electorales Smartmatic) y, según el CNE, “representan una alternativa innovadora, segura y 100% auditable para la automatización de consultas electorales”.
DE PRINCIPIO A FIN
Las máquinas SAES no son, sin embargo, la única contribución de la empresa de raíces venezolanas, pero ahora con sede en Londres, que se describe a sí misma como la líder indiscutible a nivel mundial en sistemas electrónicos de votación.
“El método de votación venezolano se fortaleció con la entrada del Sistema de Autenticación Integral (SAI) que permite al elector activar la máquina con su impresión dactilar, lo cual representa una garantía más para la integridad del voto”, explica también el CNE.
Y una vez depositado el voto, además del soporte en papel ya mencionado por Carter, este también permanece almacenado en la memoria de la máquina “de manera aleatoria” -para que no se pueda vincular a votante con voto- y al final de la jornada queda plasmado en las actas impresas de totalización.
El paquete de votos de cada máquina viaja encriptado a través de una red segura que provee la empresa de telecomunicaciones estatal CANTV. La red está aislada de Internet y tiene múltiples niveles de seguridad y autenticación. Ninguna computadora externa puede penetrar los resultados electorales”, asegura el CNE.
Mientras que, siempre según las propias autoridades electorales, el sistema de totalización descansa en poderosos servidores, “los cuales reciben los resultados electorales provenientes de todas las máquinas de votación distribuidas en el país”.
De la propia explicación del CNE se desprende que Smartmatic es uno de los actores de todo el proceso y su participación es requerida para que las propias autoridades electorales accedan a los datos.
Y la misma empresa explica en su página web que uno de los servicios que ofrecen en Venezuela es el llamado REIS (Real-Time Electoral Information System o Sistema de Información Electoral en Tiempo Real), que es descrito como “un sistema seguro de conteo, monitoreo y adjudicación empleado para la recepción de datos electorales”.
EL FACTOR HUMANO
Varios de los sistemas y tecnologías de Smartmatic han sido objeto de críticas y dudas en el pasado.
Pero de la declaración que su director ejecutivo hizo en Londres se desprende que si esta vez el sistema no estuvo a la altura de su reputación como “mejor del mundo” no fue por deficiencias en la seguridad de los “captahuellas”, dudas sobre la confidencialidad del voto o la impermeabilidad del sistema de transmisión.
“Una vulnerabilidad en cualquier elección que está claramente identificada es que el reporte de totalización que arroja el sistema en la sala de totalización al final de la jornada puede ser ignorado por las autoridades a cargo de la elección con el fin de anunciar resultados distintos a los resultados reales”, explicó Mugica.
“Es por eso que en todas las elecciones desde el año 2004, los representantes de los diferentes partidos políticos han estado presentes en la sala de totalización al momento de emitir el reporte, de tal manera que todos tengan acceso al mismo”, agregó.
En esta oportunidad, sin embargo, la decisión de la oposición de boicotear la elección de la Asamblea Nacional Constituyente los privó de esos testigos.
Y para el fundador de Smartmatic eso creó la oportunidad para la manipulación.
“Nuestro sistema automatizado está diseñado para evidenciar cualquier manipulación, pero deben existir personas observando el sistema y esperando por esas evidencias: los auditores. En esta elección no hubo auditores de la oposición porque ésta no participó”, recalcó Mugica.
Y sus palabras sugieren que el CNE simplemente decidió ofrecer datos diferentes a los arrojados por el sistema REIS, probablemente esperando que el único otro actor presente en la sala de totalización -Smartmatic- no se fuera a pronunciar.
El presidente Nicolás Maduro, sin embargo, se ha mantenido firme en su defensa de la Constituyente y acusó a Mugica de estar siendo presionado por Estados Unidos y Reino Unido.
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“Salió el estúpido este de Smartmatic a decir que tenemos solo 7 millones 500 mil (votos). Yo creo que sacamos más de 10 millones”, aseguró Maduro.
Y aunque el mandatario anunció haber ordenado una auditoría de todo el proceso electoral, que según Mugica permitiría conocer la cantidad exacta de participación, queda por verse si este se hará con la participación de la empresa.
Y, en ese caso, cuánta credibilidad le darían a la misma la oposición y la comunidad internacional.