Cuando fue cuestionado sobre esta decisión, el presidente respondió con su característico tono desafiante: «No podría importarme menos. Lo único que hago es gestionar bien este país».
Este episodio recuerda un incidente similar ocurrido en marzo, cuando el vicepresidente de EEUU, JD Vance, y su esposa también fueron abucheados al asistir a un concierto en el mismo recinto.
El Centro Kennedy ha sido un punto de fricción entre Trump y la comunidad artística desde su regreso a la Casa Blanca en enero.
Poco después de asumir el cargo, el presidente disolvió el patronato del centro, argumentando que no le gustaba la programación y que quería asegurarse de que el recinto no promoviera una agenda «woke».
En su lugar, nombró a Richard Grenell como director interino y a Usha Vance, esposa del vicepresidente, como parte del nuevo patronato. Desde entonces, varias actuaciones han sido canceladas, algunas de manera voluntaria y otras involuntariamente.
A pesar de la controversia, Trump aseguró que su presencia en el evento tenía un propósito benéfico. Según el mandatario, logró recaudar 10 millones de dólares para el Centro Kennedy en un evento ligado a la presentación del musical.
Sin embargo, este gesto no fue suficiente para evitar la reacción negativa de parte del público, que dejó claro su descontento con el presidente en un espacio tradicionalmente asociado con las artes y la cultura.
Vía caraota