El tratado más antiguo de Europa: Francia le entrega tres vacas a España cada año
Cada 13 de julio, en la serenidad de los Pirineos, un antiguo ritual cobra vida en el paso de Ernaz, un lugar donde el tiempo parece detenerse. Aquí, alcaldes franceses y españoles, vestidos con atuendos tradicionales que evocan siglos de historia, se reúnen para renovar el tratado más antiguo de Europa aún en vigor. Este pacto, conocido como el Tributo de las Tres Vacas, ha unido a las comunidades de Baretous y Roncal desde la Edad Media. Un testimonio insólito de la durabilidad y singularidad de las alianzas forjadas a través de la convivencia y el respeto mutuo.
De la Edad Media al siglo XXI
Los orígenes del Tributo de las Tres Vacas se hunden en las brumas del pasado y la leyenda. Según la tradición, todo comenzó con la invasión de los cimbrios, un pueblo protogermánico que, ayudado por los habitantes de Baretous, infligió un severo castigo a los pobladores del valle de Roncal. Como compensación por las hostilidades, los de Baretous acordaron entregar anualmente tres vacas a los de Roncal, sellando así un compromiso de paz y cooperación que perduraría a través de los siglos.
Este pacto fue formalizado y documentado por primera vez en 1375, mediante una sentencia arbitral que buscaba apaciguar las continuas disputas entre los dos valles por el uso de tierras y aguas, además de reafirmar el tributo como un acuerdo de carácter perpetuo. La sentencia, conocida como la carta de paz, estableció con claridad los términos y condiciones bajo los cuales se llevaría a cabo el intercambio anual, y cómo este acto simbólico debía ser ejecutado con un respeto y solemnidad que reflejara su antigua y profunda importancia. Con esto, el tributo se convirtió en un testimonio de la capacidad de los pueblos para resolver sus diferencias y vivir en armonía.