La compra de armas se dispara entre los latinos de EE.UU.
Olor a pólvora. Lo primero que recuerda Gilberto Irisson, de 22 años, del rancho de tiro —gun ranch— es el olor a pólvora, el sol a plomo y el clima seco que lo hacía todo más como de película de vaqueros. El resto no es así, dice. “Al inicio es muy confuso, es muy diferente a las movies de Hollywood, donde ves que una persona que nunca ha disparado un arma, de repente la agarra y le atina con una mano. En la vida real estas pistolas tienen mucha fuerza: si no las tomas y te mueves de cierta forma, si no plantas bien tus pies, te puedes quebrar las muñecas y herir a alguien”.
Irisson y tres de sus amigos, dos de ellos de origen latino como él, recibieron entrenamiento en Waxahachie, Texas, con la idea de saber cómo defenderse en un caso de violencia. “Después de la pandemia tuvimos problemas económicos y no hemos podido recuperarnos. Vivo con mi mamá y mi hermana, y nos tuvimos que cambiar de casa a un barrio peligroso donde seguido se escuchan tiros”.
En los últimos años, ha habido un notable incremento en la compra de armas de fuego por parte de personas de origen latino en Estados Unidos. Este fenómeno, impulsado por diversas razones que incluyen preocupaciones de seguridad personal, el deseo de proteger a sus familias y los ataques con tintes raciales, ha transformado el paisaje de la propiedad de armas en el país.
Una quinta parte de los nuevos propietarios de armas son hispanos: entre 2019 y 2020, las compras de armas por parte de latinos crecieron casi un 50%, de acuerdo con la National Shooting Sports Foundation, una asociación comercial de armas de fuego. Aunque no hay cifras de propietarios latinos de armas en Texas, las personas no blancas son el 20% de los nuevos titulares de licencias.
Julián Longoria, un instructor de armas y expolicía de Brownsville, Texas, ha sido testigo de primera mano de este cambio, una buena proporción de latinos le piden entrenamiento en el uso de armas. “Hace diez años, la mayoría de las personas que acudían a entrenarse ya tenían un interés previo en las armas. Ahora veo a muchas personas que nunca han tenido una”, compara Longoria.
La violencia, la inseguridad y los tiroteos con motivación antiinmigrante o de origen racial, como la masacre en El Paso, han sido un factor clave en el cambio demográfico. “Muchos de los que vienen a mí están preocupados por la seguridad de sus hijos y su propia seguridad. Nunca habían considerado tener un arma, pero las circunstancias actuales los han llevado a tomar esta decisión”, añade.
Entre las personas que ha entrenado muchas son mujeres, amas de casa, estudiantes o algunas maestras de primaria que tienen como único propósito defender a sus estudiantes en caso de un tiroteo, como el que ocurrió en Uvalde. En 2022, la comunidad de Uvalde, Texas, donde ocho de cada diez son hispanos, perdió a 19 niños y dos maestros después de que un joven de 18 años armado con un rifle de asalto abriera fuego en la escuela primaria Robb. Tres años antes del tiroteo, El Paso, también en Texas, vivió un ataque terrorista interno cuando un supremacista blanco condujo once horas desde el norte del Estado hasta un Walmart en la frontera para disparar a diestra y siniestra, mató a 23 personas e hirió a 23 más.