María Corina Machado dice que busca frenar el éxodo de venezolanos y que voten contra el Gobierno
Los testimonios de los venezolanos que se quieren ir por el régimen o de los que piden retornar si vuelve la democracia son el pan de cada día en la campaña electoral. «No nos abandones. Tenemos toda la fe puesta en ti para que mis sobrinos no se vayan», dice una mujer llorando cuando abraza a María Corina Machado desde Boquerón, que la líder incluyó en su campaña por la isla de Margarita.
En la Península de Macanao, al oeste de la isla, otra mujer se le acerca a la ventanilla del coche y le manifiesta: “Venezuela está en tus manos, tu vas a traerlos de vuelta, te llevamos aquí en nuestro corazón”, después de abrazarla y señalar que sus tres hijos no se han ido del país pero que le “duelen muchos de sus familiares que se fueron al extranjero”.
Un joven liceísta también se le acerca y con voz entrecortada por las lágrimas le ruega: “Confiamos en ti, haz que vuelvan mis hermanos que están regados por Latinoamérica”. Abraza a la líder, llorando en sus hombros.
Las escenas conmovedoras de dolor y sufrimiento, de niños, jóvenes y ancianos llorosos, se repiten en todas partes. Al enterarse que la líder liberal de 56 años va a pasar por la carretera o cualquier pueblo la gente sale corriendo en chancletas y batas para poderla saludar y tocar. La mayoría son gente de tercera edad que pide el retorno de sus hijos, nietos y a los padres que dejaron abandonados a sus hijos al cuidado de los abuelos.
María Corina se ha convertido en algo más que la principal trinchera electoral de la oposición, que no puede ser candidata por estar inhabilitada por el régimen de Nicolás Maduro: es la esperanza del cambio, y además en un paño de lágrimas y de consuelo para los más pobres (90% de la población) que claman por el regreso de sus familiares.
Según cifras de ACNUR de las Naciones Unidas, Venezuela se encuentra entre los tres países principales después de Siria y Afganistán que han registrado mayor flujo migratorio del mundo. La diáspora venezolana ronda los 8 millones de migrantes. Y si el régimen de Nicolás Maduro continúa en el poder unos 3 millones más se sumarán al éxodo, proyectan los analistas políticos.
La campaña de María Corina en busca de los votos para el candidato unitario de la oposición, Edmundo González Urrutia, tiene la virtud de haber frenado un tanto los planes de los venezolanos que estaban dispuestos a abandonar el país si no se presentaba la posibilidad cierta de que el abanderado de la oposición fuera a ganar las elecciones del 28 de julio.
Y en efecto, la intención de voto a favor de González más que duplica a la de su rival Maduro, 5 a 2, lo que ha devuelto la esperanza a los venezolanos de que habrá un cambio de gobierno, y por consiguiente se frenó la nueva ola migratoria que amenazaba con barrer las fronteras de la región.
El acoso oficialista
A su paso en caravana por la isla con el mar Caribe al fondo, los margariteños alzan las manos para aclamarla y corear: “Y va a caer este gobierno va a caer”, mientras la líder les responde con micrófono en mano: “Esta es una lucha espiritual más que electoral, hemos estamos superando de la mano de Dios los obstáculos que nos ha puesto el régimen. Aquí estamos construyendo una Venezuela para todos, donde nunca más, bajarán la cabeza por una bolsa de comida”.
Su liderazgo ha crecido en la medida en que el régimen de Maduro, que busca su tercer mandato, la ha reprimido y perseguido. En un juego político inusual de la cacería del gato y el ratón, el candidato oficialista le ha seguido los pasos por todas partes para robarle las imágenes de las multitudes que rodean los mítines de María Corina para mostrarlas como suyas en el mismo sitio y a la misma hora.
Además de robarse las concentraciones de la líder opositora y de hacer campaña en contra de Edmundo González, Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez se han puesto a acosarla y cerrar los hoteles y restaurantes que prestan servicio para María Corina y su equipo. También encarcelar a las diez personas de su equipo y detener a todas las personas que le prestan asistencia técnica.
María Corina no puede desplazarse en avión ni por tierra porque le prohíben incluso surtirse de gasolina. El régimen se lo tiene prohibido. Aún así la líder y su equipo han superado todos los obstáculos. Toda su campaña la realiza en su propio coche blindado, en una canoa, en caballo, o a pie cuando le ponen restricciones. Es una campeona en evadir y sortear los bloqueos y las dificultades que le impone el régimen autoritario.
Nadie esperaba que una mujer rica de cuna, procedente de una familia de industriales metalúrgicos, llegara a conectar con la población más humilde y vulnerable. El furor que despierta en la multitud es inédito en el país. “Eres de hierro, te amamos, no nos abandones María”, gritan a su paso. Sorprendida a la líder se le eriza la piel de la emoción.
El ex jefe del consejo de seguridad de la ONU, Diego Arria, comparó su energía con la del ex presidente Carlos Andrés Pérez: “Conozco a ambos pero la fuerza que irradia María Corina supera con creces a la de Carlos Andrés”.
Todo se transmite a través de las redes sociales. El régimen controla de manera absoluta todos los medios de comunicación convencionales y no le da espacio a los opositores. Por esta razón, la campaña de la líder se difunde por las redes y muchas veces no anuncia el destino de sus giras para evitar la persecución del régimen. Aun así y sin anuncios previos las multitudes a través del boca a boca llenan los actos de la líder.
La líder es un fenómeno político aluvional. El furor que despierta causa admiración. Renán Avilés escribió en X: “María Corina Machado ya es más que un sentimiento nacional. Es un grito de esperanza que nace desde las entrañas del sentir venezolano que a viva voz reclama por su derecho a vivir en libertad”.
Hasta el escritor Elías Pino Iturrieta la elogia: “Nadie, por poderoso que pretenda ser, puede romper el vínculo afectivo que se ha creado entre un pueblo abandonado y María Corina. No hay manera, olvídense de eso”.