La “vengadora”: la historia de la esposa despechada que metió en la cárcel a la banda del robo del siglo
Alicia Beatriz Di Tullio, hermana de “Pepita, la pistolera” y ex de uno de los ladrones que entró a la sucursal del Banco Río de Acasusso en enero de 2006, entregó a su marido cuando se enteró de que planeaba escaparse del país con el botín y una amante. “Fue una víctima, no le guardo rencor”, dijo a TN sobre ella Mario Vitette Sellanes, el “hombre del traje gris”.
Cuando lograron alejarse lo suficiente del epicentro de la tensión, la banda salió por una alcantarilla donde los esperaba otro cómplice con una camioneta que tenía un agujero en el piso. En ese lugar, los ladrones se repartieron el botín y se separaron con el acuerdo de no volver a verse nunca. Ya eran millonarios.
La historia de amor, sin final feliz
Había pasado poco más de un mes de la cinematográfica fuga cuando cayó el primero. “Beto” De la Torre, un especialista en robos a bancos y camiones blindados, fue detenido mientras paseaba por Avellaneda en una camioneta 4×4 junto a su amante, una mujer de 30 años. Era el sábado 18 de febrero. La pieza clave para dar con él, había sido su exesposa.
Alicia Di Tullio y “Beto” De la Torre se conocieron en 1992 en la cárcel de Batán, donde él estaba preso por robar fábricas y empresas. Por su parte, ella iba los domingos a visitar parientes y amigos que tenía allí, casi siempre acompañada por su hermana Margarita, más conocida como “Pepita La Pistolera”, dueña entonces de dos conocidos prostíbulos de la zona del Puerto de Mar del Plata.
El “flechazo” entre Alicia y “Beto” fue inmediato. A tal punto que formaron una familia, tuvieron un hijo y estuvieron juntos durante 15 años. Hasta que el amor, al menos para él, tan repentinamente como había aparecido, desapareció.
Ella no perdonó. “A mí este tipo no me deja por una pendeja”, dijo ante el comité de crisis que se había creado para investigar el robo del siglo, y empezó a hablar.
Plata mojada
Di Tullio se convirtió en la testigo clave de la causa, algo que le valió el fuerte repudio de su propia hermana. “¡Turra de porquería! ¡Botona! ¡Te falta la gorra y el uniforme! Das asco”, habría sido el mensaje que le dejó en el contestador “Pepita” al enterarse de que había entregado a su esposo, según replicaron las crónicas de ese momento. Y disparó: “Es una traidora, una mujer que no tiene códigos”.
Lo cierto es que los detalles que brindó Alicia a la Justicia fueron demoledores para la banda. Entre otras cosas, la mujer declaró que tras el robo al Banco Río, De la Torre escondió 600 mil dólares adentro de una heladera en su casa. Esos billetes, apuntó, estaban húmedos y tuvo que secarlos primero en el horno de la cocina.
Ese dinero, entendieron los investigadores, era parte del botín y el olor a podrido que despedía provenía de los billetes que se habían mojado en las cloacas por las que el grupo tuvo que pasar durante la fuga.
La mujer también contó que durante el año previo al asalto, “Beto” volvía a su casa sucio de barro después de trabajar durante la noche, poniendo en evidencia su participación en la construcción del túnel que usaron para escapar.
Pero el detalle determinante de su testimonio fue que Alicia describió las armas que se habían usado en el asalto antes de que se las mostraran e incluso mencionó que estaban rotas en la parte de abajo, cosa que se verificó después. Al parecer, los revólveres de juguete eran los de su hijo Damián.
Cantó retruco
Después de una breve – e increíble – reconciliación, y con De la Torre ya nuevamente en el cárcel, el conflicto con su exesposa se agudizó cuando se supo que Alicia se había puesto en pareja con uno de los integrantes de la custodia que le había asignado la Justicia, en calidad de testigo reservada del caso. Entonces, fue “Beto” quien la denunció a ella.
De la Torre abrió dos causas contra su exmujer, una causa en el Juzgado Civil N° 8 y otra en el Juzgado Penal de Instrucción N° 29, ambos de Capital, por los delitos de estafa, robo, hurto y de prohibirle ver a su hijo. Además, denunció al nuevo novio de Di Tullio, ya que por ley un funcionario público no puede hacer negocios con la persona que debe cuidar.
Según la acusación, la pareja había querido quedarse con las propiedades que eran de los dos, aprovechando su situación de encierro.
“Sólo quería denunciar a mi marido”
Tiempo después del célebre asalto y ya con la etiqueta impuesta de haber sido “la mala” de la historia, Di Tullio habló con Infobae y aseguró: “Yo solo quería denunciar a mi marido. Que me perdonen los otros muchachos porque yo no quise que les pasara nada a ellos”. “Ellos me tendrían que haber ayudado si querían pasarla bien, pero que me perdonen por los años que pasaron presos porque con ellos no tenía nada”, agregó.
Pero fue un efecto dominó y después de que detuvieron a De la Torre, cayó también el resto de la banda. Todos fueron atrapados y condenados, aunque para la Justicia quedó la sospecha de que hubo otras dos personas involucradas en el hecho, que no tuvieron roles activos durante el golpe dentro del edificio, pero sí desarrollaron tareas bien definidas que contribuyeron a su ejecución.
El final
Entre febrero y mayo de 2010, más de 600 testigos declararon en el juicio contra los acusados de cometer “El Robo del Siglo”. Finalmente, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 condenó a De la Torre a 15 años de prisión, a Araujo le dieron 14, a Julián Zalloechevarría 10 y a García Bolster 9.
Pero dos años después, el Tribunal de Casación Penal bonaerense redujo las penas a cuatro condenados porque no se pudo probar que las armas que usaron eran aptas para disparar.
En tanto a Vitette, el “cerebro” del golpe, se le unificó la condena en 25 años de prisión tanto por su participación en el “Robo del Siglo” como en otros asaltos cometidos años atrás. Pero en agosto de 2013 logró el “extrañamiento”, es decir, ser expulsado del país con la mitad de la condena cumplida y así regresó a Uruguay, donde puso una joyería, se casó y tuvo un hijo.
Actualmente, todos están en libertad.
En la última página de su libro “El ladrón del siglo”, publicado por Planeta, el urguayo concluyó:
“Es muy difícil la reinserción social de una persona que abandona las drogas, el alcohol y el delito para trabajar, formar una familia y hacer las cosas bien.
El común de la gente se arroga el derecho de nunca perdonarte, como si fueran dioses, y de ponerte la pata encima para que te hundas (….).
Aquí estoy yo, agradeciendo a los que sí tienden una mano, apoyándote en tus emprendimientos laborales, sociales y familiares
Les doy un fuerte abrazo, sobre mi corazón”.