Corea del Norte desarrolla misiles con mini cabezas nucleares más difíciles de interceptar

La imagen que encendió las alarmas

Un análisis detallado de las últimas imágenes del dictador revela que Pyongyang habría logrado miniaturizar ojivas atómicas. El hallazgo eleva al máximo la tensión. INFOGRAFÍAS.

Por infobae.com

Kim Jong-un sabe de narrativas. Su vida es una construcción propagandística cuidadosamente confeccionada. Con las imágenes que difunde y los mensajes que filtra pretendió instalar que en su país lo veneran como si fuera una estrella de rock: se cansó de publicar la famosa foto en la que aparece con un centenar de mujeres que sollozaban histéricas por él; nos enteramos de que supuestamente tiró a su tío a los perros hambrientos; también supimos que habría fusilado a su novia pornstar; que no le habría temblado el pulso para usar un lanzallamas contra los “traidores”; y ahora, que desarrolla un mega arsenal nuclear listo para atacar a Occidente y a sus enemigos regionales.

La construcción de la leyenda se puso en marcha cuando su padre, Kim Jong-il, murió en algún momento no precisado entre el 17 y el 29 de diciembre de 2011 (hermetismo al estilo norcoreano en su máxima expresión). Desde entonces, cada imagen de una prueba misilística o nuclear agiganta el mito y renueva la advertencia a sus enemigos.

 

Esta vez, la amenaza nace del análisis detallado de una secuencia fotográfica distribuida adrede por su aparato de propaganda norcoreano que revelaría -de confirmarse- un peligrosísimo avance en su carrera nuclear. En las imágenes se ve al dictador paseando entre una decena de mini ojivas Hwasan 31 -”Volcán31?- en exhibición. Y detrás de Kim Jong-un aparece un afiche en el que se da a entender que sus investigadores lograron miniaturizar las cabezas nucleares a tal punto que servirían para diversos misiles y, por lo tanto, sus proyectiles serían más fáciles de lanzar y más difíciles de interceptar.

Kim Jong-un hace tiempo que enfocó la producción armamentística en el desarrollo de armas nucleares más pequeñas, ligeras y tácticas para apuntar a sus enemigos regionales: Corea del Sur, Japón y las bases militares estadounidenses en la región.

El portal francés especializado Méta Défense analizó las imágenes del afiche y reveló que el dispositivo mostrado tiene una longitud de entre 90 cm y 1 metro, y un diámetro de 50 cm, es decir, unas dimensiones lo suficientemente pequeñas como para tener lugar a bordo misiles balísticos más compactos que los enormes ICBM norcoreanos.

Las fotos que encendieron las alarmas muestran al dictador inspeccionando al menos 10 de esas pequeñas cabezas nucleares pintadas de rojo y verde que aparecen exhibidas estilo showroom, dentro del Instituto de Armas Nucleares norcoreano. Junto a las ojivas, también aparecían modelos completos de un misil de crucero de largo alcance Hwasal-2, un misil KN-25 de 600 mm con sistema de lanzamiento múltiple de cohetes y un misil balístico de corto alcance KN-23.

Según comprobó NK News, el medio abocado específicamente a las novedades norcoreanas, los diagramas expuestos en la pared muestran el montaje de la ojiva Hwasan31 en otros misiles grandes y pequeños.

Con el historial propagandístico del dictador es imposible saber si las cabezas nucleares de las fotos son reales o no. No sería raro que fueran una maqueta más de las tantas que exhibe regularmente, pero sí genera inquietud.

Un indicio de que esta vez podría ser real es que Corea del Sur alertó en febrero pasado, en su Libro Blanco de Defensa anual, que Pyongyang había alcanzado “un nivel significativo de miniaturización” en sus armas nucleares.

El diario japonés Yomiuri –en agosto de 2019- fue el primero en poner en foco el nuevo escenario atómico: en el apartado de advertencias de su informe anual de defensa, reveló que Tokio había elevado el nivel de alerta por la capacidad nuclear de Corea del Norte.

El polémico Alejandro Cao de Benós, que se presenta como “delegado especial de la República Popular de Corea en Occidente”, confirmó en diálogo con Infobae los avances de Pyongyang. “Solo le puedo decir que hace tiempo que el país dispone de cabezas termonucleares para acoplar en los misiles de medio y largo alcance”, afirmó.

El dictador norcoreano reanudó el desarrollo armamentístico ni bien se frustraron los diálogos con Donald Trump, también en 2019. Desde entonces, Corea del Norte ha estado probando misiles balísticos de corto alcance que podrían servir como sistemas de entrega para estas mini ojivas nucleares a un ritmo acelerado.

La reanudación de estas pruebas incluyó tres nuevos proyectiles, conocidos como KN-23, KN-24 y KN-25. Todos estos cohetes pueden llevar cabezas nucleares y alcanzar Corea del Sur, Japón y las bases militares estadounidenses de la región en cuestión de minutos.

Esta nueva serie de misiles balísticos de corto alcance funciona con combustible sólido. Esto hace que sean más fáciles de ocultar y transportar, y más rápidos de lanzar que los misiles antiguos que utilizan combustible líquido.

Los propulsores sólidos son una mezcla de combustible y oxidante unidos por un material gomoso duro y empaquetados en una carcasa metálica. Es denso y se quema con bastante rapidez, generando empuje en poco tiempo. Además, puede permanecer almacenado sin degradarse ni descomponerse, un problema habitual con el combustible líquido.

Vann Van Diepen, un experto en armamento que trabajó para el gobierno estadounidense, afirmó a Reuters que los misiles de combustible sólido son más fáciles y seguros de manejar y requieren menos apoyo logístico, lo que los hace más difíciles de detectar y capaces de sobrevivir más que las armas de combustible líquido.

“Dado que estos misiles reciben el combustible en el momento de su fabricación y, por tanto, están listos para ser utilizados cuando sea necesario, podrían usarse mucho más rápidamente en caso de crisis o conflicto, privando a Corea del Sur y a Estados Unidos de un tiempo valioso que podría ser útil para interceptarlos”, advirtió en diálogo con la agencia AP Ankit Panda, experto de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.

Especialistas consultados por el New York Times explicaron que, en comparación con los misiles de combustible líquido, que podían tardar horas en cargarse antes del lanzamiento, los misiles de combustible sólido pueden sacarse rápidamente de los túneles de montaña para ser lanzados en poco tiempo. “Esto y su menor tiempo de combustión hacen más difícil detectar dónde están almacenados y cuándo se lanzarían, dejando así menos tiempo para que reaccionen los sistemas de defensa”, advirtieron.

“Los misiles de propulsión sólida tienen un tiempo de combustión más corto que los de propulsión líquida. Esto hace que la ventana de detección, en la que los sensores infrarrojos podrían ver el motor caliente del cohete funcionando, sea más pequeña”, alertó también Markus Schiller, analista de cohetes de la consultora alemana de tecnología espacial ST Analytics.

El Ministerio de Defensa surcoreano, de hecho, cree que Pyongyang planea retirar sus viejos misiles balísticos de corto y medio alcance Scud y Rodong de combustible líquido, sustituyéndolos por esta nueva flota balística de combustible sólido.

En su plan nuclear, Kim Jong-un también sofisticó el desarrollo de diferentes métodos para lanzar ataques nucleares.

Desde 2019, Corea del Norte hizo pruebas desde lugares dispersos por todo el país. La metodología busca evadir los sistemas de defensa antiaéreas del enemigo. Además, también ha probado misiles de crucero supuestamente capaces de transportar ojivas nucleares. Son más lentos que los balísticos, pero pueden volar a altitudes extremadamente bajas y maniobrar entre montañas, lo que dificulta su detección por radar.

A principios de abril, el régimen también afirmó haber probado “drones de ataque nuclear submarino” capaces de crear “tsunamis radiactivos a gran escala” para acabar con las flotas navales y los puertos marítimos de sus enemigos.

Y desde 2021, Corea del Norte también probó proyectiles cuyas “ojivas planeadoras hipersónicas”, según afirma, pueden realizar saltos en el aire y maniobras disuasorias.

“Aunque existe una brecha entre las afirmaciones del Norte y nuestra evaluación, no podemos descartarlas”, admitió el ministro de Defensa surcoreano, Lee Jong-sup, como hace cada vez que Kim Jong-un aparece rodeado de armas y militares junto a algún miembro del clan (ahora la preferida es su misteriosa hija preadolescente).

La información de inteligencia no es suficiente confirmación de nada en el mundo de los Kim, por lo que solo queda una forma -tan reveladora como aterradora- de validar los datos: sus tests nucleares. Así, tanto Washington como Seúl esperan que próximamente Kim Jong-un dé luz verde a una séptima prueba atómica que demuestre que su nueva y más pequeña ojiva nuclear Hwasan-31 es efectivamente real.

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