El crimen que consternó Argentina: Degolló y quemó la cara a cuatro mujeres, una sobrevivivió y jamás pudo declarar

Carmen, Mónica y Alejandra, las víctimas del triple crimen de Cipolletti.

El 23 de mayo de 2002 atacaron salvajemente y asesinaron a la bioquímica Mónica García, a la psicóloga Carmen Marcovecchi y a la paciente Alejandra Carbajales en un laboratorio de análisis clínicos del centro de Cipolletti. La masacre tuvo una sola sobreviviente y un solo detenido, que más tarde quedó libre por orden de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ya que lo habían enjuiciado dos veces. Después de 20 años, familiares de las víctimas difundieron una carta abierta y convocaron a una marcha.

La liberación de David Sandoval dejó impune el segundo triple crimen que sacudió a la ciudad rionegrina que, como el anterior, se caracterizó por el hecho de que todas las víctimas eran mujeres.

De acuerdo a la investigación, la matanza ya estaba en marcha cuando Ketty Karavatic llegó para retirar sus estudios al laboratorio. La golpearon, la atacaron con un cuchillo y le dispararon en la cabeza, pero milagrosamente la mujer sobrevivió. Sin embargo, murió 17 años después sin haber contado jamás qué fue lo que ocurrió aquel trágico día.

Los peritos trabajan en el lugar donde fue encontrado el cuerpo de Alejandra.

Cómo fue la masacre en el laboratorio de Cipolletti

El asesino llegó y se escapó en bicicleta. Eran cerca de las 20.30 de aquel 23 de mayo y Bettina, la hija de Karavatic, entró a buscar a su mamá porque tardaba mucho y se cruzó con el autor del triple crimen cuando salía de la sangrienta escena.

La psicóloga Marcoveccio, de 30 años y con dos hijos, pareciera haber sido quien se llevó el mayor sadismo del femicida. La encontraron atada, con la cara quemada con ácido acético y tenía en total 13 puñaladas: en el pecho, el abdomen y la espalda.

Por su parte, la bioquímica García, tenía 9 puñaladas y le habían quemado el rostro con el mismo producto químico que a la médica. En tanto, la paciente de Marcoveccio, Carbajales, fue degollada y se desangró en el jardín interno del laboratorio.

Mónica, Carmen y Alejandra.

El homicida había cortado a Ketty Karavatic dos veces en el cuello y en el hospital le encontraron también a la mujer una bala alojada en la cabeza. Contra todo pronóstico, ella se recuperó, pero no declaró ni en el primero ni en el segundo juicio contra David Sandoval, cuyas huellas fueron encontradas en la escena del crimen.

La fuga del asesino fue accidentada y por lo menos cinco personas lo vieron cuando intentaba alejarse de la escena del crimen. De acuerdo a los testimonios, el sujeto pedaleó unos metros en su bicicleta, pero perdió el equilibrio y se cayó, por lo que terminó de huir a pie.

Unas tres horas después de la masacre y basados principalmente en la declaración de los testigos, la Brigada de Investigaciones detuvo a David “El Clavo” Sandoval, quien tenía en su poder una botella de ácido acético. Pero después, un laboratorio móvil de Gendarmería encontró huellas de un lavacoches, David Sandoval, quien no tenía ningún parentesco con El Clavo, pero que había sido paciente de la psicóloga durante su infancia en un orfanato de Neuquén.

Los dos Sandoval quedaron presos. “El Clavo” fue acusado de encubrimiento y David de ser el triple homicida. Pero “flojos” de pruebas en su contra, en octubre de 2004 los jueces de la Cámara Segunda del Crimen absolvieron a los dos Sandoval.

 

David Sandoval.

No conforme con el fallo, el viudo de la paciente, Juan Widmer llegó en queja hasta el Superior Tribunal de Justicia, que habilitó un segundo juicio, en el que, con otro Tribunal, se declaró culpable al lavacoches. Sin embargo, unos años después, el ya fallecido abogado roquense Eves Tejeda logró que la Corte Suprema anulara el juicio y David Sandoval recuperó la libertad.

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