Un parásito que altera la mente puede hacer que las personas infectadas sean más atractivas, revela un estudio

Toxoplasma

Uno de los parásitos más comunes es el Toxoplasma gondii, que se estima que puede estar presente hasta en el 50% de las personas. Esta bacteria causa la enfermedad llamada toxoplasmosis, pero ahora, un estudio revela otras curiosas consecuencias.

El parásito se ha relacionado con una gran variedad de trastornos neurológicos, como la esquizofrenia y los episodios psicóticos, y los científicos siguen descubriendo más efectos misteriosos que pueden resultar de la infección.

En uno de estos nuevos estudios, los investigadores encontraron que los hombres y mujeres infectados por el parásito terminaron siendo calificados como más atractivos y de aspecto más saludable que las personas no infectadas.

A primera vista, eso puede sonar extraño e improbable. Pero hipotéticamente hablando, el fenómeno podría tener sentido desde el punto de vista de la biología evolutiva, dicen los científicos.

Además de los muchos cambios neurobiológicos que la infección por Toxoplasma gondii parece provocar en sus huéspedes, los investigadores plantean la hipótesis de que algunos de los efectos pueden beneficiar ocasionalmente a los animales infectados, lo que también podría beneficiar al parásito, al ayudar posteriormente a estimular sus propias perspectivas de transmisión.

“En un estudio, las ratas macho infectadas con Toxoplasma se percibieron como más atractivas sexualmente y las hembras no infectadas las preferían como parejas sexuales”, explican los investigadores en un nuevo artículo dirigido por el primer autor y biólogo Javier Borráz-León, de la Universidad de Turku, en Finlandia.

El papel de la testosterona

Además, hay evidencias que sugieren que los hombres infectados tienen niveles más altos de testosterona que los hombres no infectados. Los hombres con niveles más altos de testosterona podrían ser más propensos a infectarse con el parásito en primer lugar, a través de mayores niveles de comportamiento de riesgo asociado con la hormona.

Sin embargo, una visión alternativa es que el parásito podría ser capaz de alterar sutilmente el fenotipo de su huésped, manipulando sustancias químicas en el cuerpo del animal, como neurotransmisores y hormonas, para sus propios fines posteriores.

“Algunos parásitos de transmisión sexual, como T. gondii, pueden producir cambios en la apariencia y el comportamiento del huésped humano, ya sea como subproducto de la infección o como resultado de la manipulación del parásito para aumentar su propagación a nuevos anfitriones”, escriben los investigadores.

El experimento

Para probar esta hipótesis, los investigadores compararon a 35 personas (22 hombres, 13 mujeres) infectadas con Toxoplasma gondii contra 178 personas (86 hombres, 92 mujeres) que no portaban el parásito.

No obstante, todos los participantes (incluidos los infectados) eran estudiantes universitarios sanos, a quienes previamente se les había realizado un análisis de sangre para otro estudio que investigaba Toxoplasma gondii.

Tras una serie de pruebas diferentes que involucraron a los participantes, incluidas encuestas, mediciones físicas y evaluaciones visuales, los investigadores encontraron que los sujetos infectados con Toxoplasma tenían una asimetría facial fluctuante significativamente menor que las personas no infectadas.

La asimetría fluctuante es una medida de la desviación de las características simétricas, y los niveles más bajos de asimetría (es decir, una simetría más alta) se vinculan con una mejor salud física, buenos genes y atractivo, entre otras cosas.

Además, se encontró que las mujeres portadoras del parásito tenían una masa corporal más baja y un IMC más bajo que las mujeres no infectadas, y reportaron tanto un mayor atractivo autopercibido como un mayor número de parejas sexuales.

En un experimento separado, un grupo de 205 voluntarios independientes calificaron las fotografías de los rostros de los participantes, y los evaluadores encontraron que los participantes infectados eran significativamente más atractivos y saludables que los participantes no infectados.

Al interpretar los resultados, los investigadores dicen que es posible que la infección por Toxoplasma produzca cambios en la simetría facial de sus huéspedes a través de cambios en variables endocrinológicas, como los niveles de testosterona.

Además, el parásito también podría estar influyendo en la tasa metabólica de los huéspedes, empujando a las personas infectadas de maneras que podrían influir en su percepción de la salud y el atractivo.

“Es posible que las interacciones aparentemente no patológicas y potencialmente beneficiosas entre T. gondii y algunos de sus huéspedes intermediarios, como ratas y humanos, sean el resultado de estrategias coevolutivas que benefician, o al menos no dañan, a la aptitud tanto del parásito como del huésped”, concluyen los investigadores.

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