Así lo dijo el Santo Padre durante una entrevista en televisión difundida este Viernes Santo, 15 de abril.
“Algunos dicen que hablo demasiado del demonio. Pero es una realidad. Creo en ello, ¡eh! Algunos dicen: ‘No, es un mito’. Yo no voy con el mito, voy con la realidad, creo en ella. Pero es seductor. La seducción siempre trata de entrar, de prometer algo. Si los pecados fueran feos, si no tuvieran algo de bello, nadie pecaría. El diablo te presenta algo hermoso en el pecado y te lleva a pecar”, señaló el Papa.
En esta línea, el Santo Padre se refirió a la guerra y advirtió que “el diablo siempre busca nuestra destrucción. ¿Por qué?? Porque somos la imagen de Dios”.
Luego, el Pontífice destacó que “no se puede dialogar con el diablo” porque el demonio “es el mal, sin nada bueno”.
“Cuando digo que no se puede dialogar con el diablo, es porque el diablo es el mal, ¡sin nada bueno! Digamos que es como el mal absoluto. ¡Es el que se ha rebelado totalmente contra Dios! Pero con las personas que están enfermas, que tienen esta enfermedad del odio, se habla, se dialoga, y Jesús dialogaba con muchos pecadores, incluso hasta con Judas al final como ‘amigo’, siempre con ternura, porque todos tenemos siempre -con el Espíritu del Señor, que él ha sembrado en nosotros- algo bueno”, indicó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre lamentó que la cruz actual más grande de la Iglesia es la mundanidad, que también fue la tentación del diablo a Jesús.
“Hablo claramente de esto, porque estoy convencido de ello. La cruz más dura que la Iglesia hace al Señor hoy es la mundanidad, el espíritu de la mundanidad. El espíritu de la mundanidad, que es un poco como el espíritu del poder, pero no solo del poder, es vivir en un estilo mundano que -curiosamente- se nutre y crece con el dinero”.
De este modo, el Papa explicó que “en las tres tentaciones del diablo a Jesús, el diablo hace propuestas mundanas. La primera, el hambre, es comprensible, es humana. ¿Pero después? El poder, la vanidad, las cosas mundanas. Porque el modo es atractivo y la Iglesia, cuando cae en la mundanidad, en el espíritu mundano, la Iglesia es derrotada. El espíritu de mundanidad es lo que más duele hoy, pero siempre ha sido así?”.