La terrible matanza que se inició por culpa de un punto y una coma (+Detalles)

Imagen referencial. Fuente: La Patilla

El Domingo Sangriento o Domingo Rojo, sucedió en San Petersburgo, el 22 de enero de 1905. Ese día, 1200 trabajadores que manifestaban pacíficamente frente a las puertas del Palacio de Invierno, residencia del zar Nicolás II, fueron casi exterminados por la Guardia Imperial rusa.

Todo empezó tiempo antes de una manera insólita. Las protestas habían comenzado en septiembre de 1904, cuando los imprenteros moscovitas reclamaron un aumento de sueldo basados en una petición increíble.

Los imprenteros cobraban por cada letra impresa, pero no por la puntuación. La imprenta Sytin fue la que dio el puntapié. Pidieron cobrar también los signos de puntuación. Y una jornada laboral más corta.

Para el 24 de septiembre (1904) cincuenta imprentas se habían unido a la huelga. Y la policía empezó a reprimir.

La huelga que fue creciendo

A la huelga de los imprenteros se sumaron otros gremios: en especial el de los panaderos. Dos compañías del Primer Regimiento Cosaco del Don tomaron por asalto la panadería Filippov.

En octubre ya se habían unido los tipógrafos y los ferroviarios, que detuvieron todos los servicios y formaron un Soviet.

La huelga se extendió como reguero de pólvora. Los cables de telégrafos se cortaron, los trenes no corrían, las centrales eléctricas no funcionaban y el Soviet de San Petersburgo se hizo fuerte teniendo a la cabeza a Lev Bronstein, luego conocido como León Trotsky. El zar se enojó mucho cuando a la huelga se plegó el Ballet imperial.

El 17 de octubre, el Zar concedió poderes legislativos a la Duma, sufragio limitado a los trabajadores urbanos varones y la aprobación de partidos políticos (sólo aquellos que apoyaran al zar).

Un punto y coma había sido el germen de la revolución rusa. El propio León Trotsky dijo: “esta fue la huelga que comenzó con los signos de puntuación y terminó con el absolutismo”.

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Pero las huelgas fracasaron y al empezar 1905 los obreros recrudecieron con sus protestas. Hasta el fatídico 22 de enero.

El día de la matanza

Los obreros protestaban tan pacíficamente que hasta llevaban estandartes religiosos y retratos del zar. Que no estaba en el palacio. Había ido a pasar el fin de semana a Tsárskoye Seló y a cargo del Palacio estaba su tío, el gran duque Vladimir Aleksándrovich.

El duque no tuvo titubeos al momento de ordenar la represión.

Le dijo a la Guardia Imperial que disparara contra la multitud sin importar sexo o edad. Al final del tiroteo, con las balas que sólo salían de los fusiles de los soldados, la explanada quedó sembrada con 200 muertos y 800 heridos.

Muchos de los muertos y heridos eran niños y mujeres. Todo en un domingo lejano de aquel 1905. Y por reclamar por un punto y una coma.

Con información de La Patilla

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