Los detalles inéditos de la desaparición de Ángela Aguirre

Angela Aguirre – Foto: Archivo.

«Por supuesto que soy inocente, ninguno de nosotros se merece esto porque todo es producto de un invento que se creó con mucha mala intención. Todo fue muy premeditado, ya que el día domingo 24 de marzo de 2019, ellos -familia Aguirre- comenzaron a darle forma a esa película de terror que se inventaron y subieron a las redes: que nosotros la golpeamos con un palo en la cabeza, que la habíamos amarrado y que la agarramos entre todos,que las muchachas -Dayana y Joselyn- se prestaron para violarla.

Por Anaísa Rodríguez/El Cooperante

El pasado 26 de marzo se cumplieron dos años desde aquel fatídico martes en que el cuerpo de la adolescente Ángela Aguirre apareció flotando cerca del Balneario El Rey del río Caroní, en Puerto Ordaz. Había desaparecido tres días antes cuando se encontraba celebrando el cumpleaños de uno de sus amigos José Alberto Cedeño. La historia de femicidio que conmocionó al país y a la comunidad internacional tiene un trasfondo que pocos conocen: la versión de los imputados por este caso. Para José Zorrilla, quien fue condenado a 29 años de prisión, todo se trata de un accidente que fue usado por los familiares de la liceista «para tomar venganza» y un «cuento de terror» que comenzó a formarse mucho antes de que apareciera el cadáver de Ángela.

Para el hombre de 46 años que desde muy joven se interesó por el mundo náutico, los últimos dos años han sido una total pesadilla. Zorrilla es el dueño de la lancha «la Kaki» donde esa tarde de sábado se montaron Aguirre y otras seis personas para celebrar el cumpleaños de José Alberto Cedeño en la isla Terecaya.

En entrevista exclusiva concedida a El Cooperante, Zorrilla se defendió y relató minuciosamente cómo se ejecutó la búsqueda de la adolescente desde el primer momento y cómo él mismo contrató buzos privados y «movió cielo y tierra hasta encontrarla». Hoy está recluido en la cárcel Rodeo II, estado Miranda, lejos de su familia y aunque hasta hace una semana compartió con su hijo Glauber Zorrilla, quien fue liberado tras el juicio, espera que finalmente «se haga justicia».

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¿Cómo resultó involucrado en el femicidio de Ángela Aguirre? ¿Qué hacía ese día sábado 23 de marzo de 2019?

Ese día me levanté muy temprano porque quedé en salir de la ciudad con unas amistades a comprar pescado, queso y verdura. Regresamos como a las 2:30 p.m. y recibí la llamada del señor Carlos Polanco y me dijo que teníamos una invitación para ir a la isla Terecaya. Le dije que estaba bien y que iría. Al llegar a mi casa en Puerto Ordaz me bañé y me quedé dormido, al rato comenzó a sonar el teléfono y era el señor Polanco que me estaba esperando en el club. Me arreglé para ir a buscar la lancha e ir al plan que habíamos quedado, ya eran las 4:00 p.m.

Le dije a Wilmer Díaz Urbano y Orlando Salazar que arreglaran la lancha. Glauber, mi hijo, invitó a su novia Joselyn y Orlando me preguntó si podía llevar a una amiga -Dayana Nicieza- y le dije «claro, no hay problema». José Alberto estaba de cumpleaños y me preguntó si podía ir, porque no le iban a hacer nada en su casa, ni torta ni nada; y que si podía llevar a tres amigas. Le dije que sí, que no había ningún problema, siempre y cuando tuvieran mayoría de edad. Pasó un rato y José Alberto me dijo que solo le respondió una chama de Los Alacranes, me ofrecí a buscarla, pero él me dijo que sus papás la iban a llevar hasta el club.

Al llegar al club Ítalo ingresé con mi lancha porque estaba autorizado por la persona que me invitó porque no soy socio, cancelé el zarpe y ellos avisaron por radio que ya había entrado. Me estacioné en el primer puesto a esperar que llegaran las amigas de José Alberto; los vigilantes me preguntaron cuántos íbamos y cuántos chalecos teníamos. Les dije que ocho personas íbamos a la isla Terecaya.

Pasamos más de una hora esperando a Ángela y cuando llegó le presté el carro a José Alberto y a Glauber para que la fueran a buscar donde la dejaron sus papás. Al llegar, me la presentaron, le di la mano de forma cordial, le dije mi nombre y ella me dijo el suyo. Al verla le pregunté qué edad tenía porque se veía muy joven y estos muchachos, tirándosela de habilidosos, me dijeron que tenía 18 años. Le pregunté quién la llevó hasta el club y me dijo que sus papás.

Se subió a bordo, Orlando y Wilmer la ayudaron a embarcarse y una vez todos a bordo, les dije que se pusieran los chalecos porque es mi norma, no se puede zarpar hasta que todos tengamos los chalecos. Salimos a la isla y en el trayecto estaba una embarcación accidentada, era mi amigo Carlos Polanco que andaba en la lancha con su esposa y dos hombres. Nos paramos un momento, estuvimos allí quince minutos y hasta tanto el señor Carlos pudo revisar la falla nos retiramos, era el buje de la propela y me dijo que él se iba poco a poco porque me ofrecí a remolcarlo. Continuamos el camino, llegamos casi oscureciendo, serían las 6:30 p.m. y me estacioné en el único puesto que quedaba, entre una lancha amarilla y otra verde.

¿Usted dice que no conocía a Ángela Aguirre? Su madre, Yerlis Yaguare asegura que usted la conocía…

– No, no la conocía. A su hermana Nathaly sí la había visto unas tres oportunidades. Una de las veces la vi en un balneario que se llama Santa Rosa, estábamos en moto de agua y ella estaba en el grupo, me saludó y me preguntó si le podía dar una vuelta en la moto y le dije «claro que sí, que se pusiera el chaleco». Ella andaba con su novio, una persona que yo conocía. No conocía a sus papás, ni a Ángela.

¿Qué pasó cuando llegaron a la isla?

Había unas 25 0 30 embarcaciones, tiramos el ancla y la amarramos de una mata de palma. Todos nos bajamos, nos quitamos los chalecos porque nadie se iba a bañar. Calculo que había unas 200 personas, sonaba karaoke, mucha música, lanchas con buen sonido, un ambiente festivo. Yo me senté a conversar con el señor Carlos Polanco, y Dayana y Joselyn estaban hablando con su esposa.

Al cabo de unos minutos, me percaté de que Wilmer le estaba tomando una foto a José Alberto con Ángela, estaban metidos en el agua y les llegaba por la cintura y los regañé porque no tenían chalecos. José Alberto se montó, buscó los chalecos y se los pusieron. Seguí conversando, luego vi que fueron hacia el baño, después los ví en la parte de atrás en la lancha y encima de la lancha. Estaban allí, riéndose, tomándose fotos, dándose besitos. Seguí conversando, pero estaba pendiente, vi que tenían los chalecos.

Cuando pasó como media hora, escuche que Glauber le preguntó a Orlando dónde está José Alberto y él le dijo que le pidió un cigarro y estaban fumando en el baño, porque no fuman delante de mí. Glauber empezó a buscarlo en el baño y no estaba, en la orilla y no estaba. Entró al camarote y tampoco estaban. Glauber le dijo a Orlando que no estaban en ningún lado y sacó una lamparita que tenemos para casos de emergencia. Empezó a alumbrar en el agua y Wilmer se metió porque vio a José Alberto tratando de nadar y le dijo «auxíliame que no puedo más». Lo agarró por el chaleco y lo trajo a tierra firme, en ese momento Wilmer me dice a mí: «Cheo no está la niña, la niña no está».

¿Qué sintió en ese momento?

Desesperación. Salí, me levanté corriendo, me lancé al agua y agarré a José Alberto porque estaba en un estado como que se iba a desmayar y me dice que «no sabe, que no sabía de ella, que quizás se la estaba llevando la corriente». Le reclamé que cómo no iba a saber y le pregunté si tenía el chaleco y me dijo que sí.

Me metí por detrás de la lancha, pero no la ví. Me monté en la embarcación, la prendí y salí inmediatamente, di una vuelta cerca de la orilla, no la ví. Ese lago es inmenso, me regresé y le dije a los lancheros que me ayudaran a buscar a la adolescente desaparecida y salieron junto a la mía, cinco lanchas, más una moto de agua. Los demás se quedaron allí en su celebración.

Podría describirme, ¿cómo estaba la noche?

Había muchas olas, hacía mucha brisa, el río estaba muy oscuro, no se veía nada y todos los que estábamos buscando alumbrarnos con las linternas de los teléfonos. No la pudimos ubicar. La buscamos aproximadamente desde las 8:30 p.m. hasta las 12:30 a.m.

¿Usted en algún momento dudó de lo que le decía José Alberto?

Le pregunté si habían discutido y él me dijo que no. Me dijo que estaba sentado allí con ella tomándose fotos, y «me metí a tomar una cerveza y cuando me volteé, no estaba». Yo le dije: «coño José Alberto, no me digas esa vaina a mí, ¿cómo se va a perder con el chaleco ahí mismo?», pero él no quería decir que estaban en el agua a esa hora haciendo sus cosas, haciendo el amor, se pusieron a inventar y se dejaron llevar. Después de dos días fue que contó eso y que pararon lejos.

Cuando se perdió en el primer momento pensé que ella se había ido con alguien, que seguro se había devuelto al club Ítalo porque no la conseguimos y barrimos toda la zona. La llamamos por su nombre, en la isla apagaron toda la música, gritábamos «Ángela», «Ángela», pero nunca respondió…

¿Cómo decidieron irse a casa y dejar de buscarla esa noche?

Ya era casi media noche, cuando llegamos al muelle eran ya la 1:00 a.m. y le pregunté a los vigilantes si no habían visto a una muchacha con la descripción de Angela, me dijeron que no y que ya sabían que estaba desaparecida, y que una patrulla de la policía estuvo hasta las 11:00 p.m. preguntando en el club.

Cuando me disponía a sacar la lancha, me dijeron que no podía retirarla por la persona desaparecida, le dije que no había ningún problema y salimos del club. En ese momento nos dividimos en dos grupos, yo le dije a Orlando que es el mayor y a Dayana y a José Alberto que fueran avisarle a la mamá y al papá de Angela y que pusieran la denuncia en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, mientras que yo iría a la casa de un amigo donde estaba la moto de agua, para surtir gasolina. Les dije que nos veíamos a las 5:00 a.m. para irnos al club nuevamente a buscarla.

En ese momento, preocupado, yo pensaba que si ella tenía su chaleco debía estar bien, el chaleco lo buscamos en todas las lanchas y en ninguna estaba. No lo vimos flotando ni nada. Tenía la esperanza de que apareciera.

Una de las denuncias fue que ustedes nunca buscaron a Ángela

– No, esa noche yo no dormí nada, y a las 5:00 a.m. llamé al señor Carlos Polanco para que buscara la lancha porque mi camioneta ya estaba sin gasolina para echarla a la moto. Él no me respondió, pero fui hasta su casa y estaba dormido. Dejé a mi hijo Glauber con la llave de la moto para que la buscaran y fui a buscar a Abraham. Todos nos fuimos al club, ya eran casi las 6:00 a.m. cuando vimos a los padres de Angela, una tía y a Nathaly, su hermana.

Me preguntaron qué había pasado y les expliqué que desapareció, que no la encontramos por cuatro horas y fue un momento muy triste porque no la ubicamos, pero estábamos allí dispuestos a buscarla porque pensamos que podía estar por alguno de los islotes que quedan cerca o agarrada de un árbol que están secos dentro del lago.

En cuestión de minutos entramos al Club, pero el papá se puso obtuso y dijo que había que esperar al cuerpo de Bomberos, de Protección Civil. Me tocó rogarles, decirles que su hija podía estar sufriendo una hipotermia porque hacía mucha brisa y un frío terrible. El señor Ángel entró en razón y le dije que se montara en la lancha del señor Polanco.

La búsqueda inició el domingo 24, en presencia de la familia de Angela, dimos un recorrido y no la vimos. Nos dividimos, buscando en el centro, en los balnearios, en las orillas, ese recorrido me llevó más de tres horas porque es un lago muy grande. Llegué al club Ítalo y no la encontramos. Me regresé haciendo movimiento zig zag en la moto, de una orilla a otra porque no se ve lo que flota. Pero no la conseguimos.

A las 11:00 a.m. llegué al club y ya estaba una comisión de los Bomberos, y un señor de nombre Ramón Guzmán que supuestamente era el buzo, me preguntó que dónde estaba la lancha. El señor se comenzó a poner su traje mientras seguía conversando con los bomberos y en eso vi que el señor Ramón Guzmán hizo una pequeña inmersión de un minuto. Pensé que tenía problemas con la bombona, se metió y duró otro minuto y medio, pero se salió y dijo que estaba botando sangre por la nariz porque le dolía la cabeza, y que esa muchacha no estaba allí. Dijo que eran 15 metros y que estaba muy hondo y que se iba. Me pareció muy poco profesional ese comentario y por eso contraté a tres buzos profesionales privados con todos sus equipos para que la buscarán porque conocemos las carencias del cuerpo de Bomberos.

Esos tres buzos iniciaron la búsqueda como a la 1.00 p.m., usaron una técnica con una cabuya de 200 metros que estaba compuesta de nudos, en cada metro tenía un nudo. Ellos amarraron la cuerda donde tenía la lancha y empezaron de orilla a orilla a hacer unos movimientos de tiro media luna. Iban avanzando de acuerdo a la distancia de cada nudo. Los dejé allí en la búsqueda y me monté nuevamente en la moto, estaba conmigo un amigo lanchero para buscar por los islotes con la moto de agua. Visitamos los cuatro islotes y en todo momento, buscamos gritando el nombre de Ángela, por si estaba desmayada o dormida. Nos imaginamos tantas cosas, menos que estaba ahogada. Buscamos por todos lados, por las piedras, por la madera, pero siempre fue infructuosa la búsqueda.

A las 3.00 p.m. fui a la isla a tomar agua y buscar combustible porque ya la moto no tenía. Estaba una comisión del Cicpc, me interrogaron, me preguntaron qué había sucedido, me dijeron que los acompañara hacia el Ítalo y se llevaron la lancha. El jefe del Cicpc Carlos Iriarte estaba al lado de mi lancha y me preguntaron si la embarcación era mía porque la iban a revisar. Por supuesto les dije que no había problema.

Revisaron todo lo que había allí, me interrogó, me preguntó qué había pasado, le conté todo y me dijo que cuando se terminara la búsqueda fuéramos a la sede de homicidios del Cicpc en San Félix. Terminó la búsqueda a las 5:30 p.m., regresamos las lanchas y las motos al Ítalo. Mandé a buscar a las muchachas, nos fuimos todos al Cicpc y cuando llegué ese domingo en la tarde al Ítalo, cuando iba saliendo, veo un malestar en los lancheros y me dijeron que «ellos no iban a ayudar a buscar nada porque resulta que los familiares de Ángela, mientras estábamos buscando, escribían en las redes sociales una serie de señalamientos».

Empezaron a darle forma a todo este cuento de terror: que la habíamos violado, que la habíamos matado, que le habíamos dado con un palo en la cabeza, que le habíamos amarrado una piedra en el cuello, que la habíamos arrastrado con la lancha prendida. Todo eso lo subieron el día domingo a las redes. Yo les dije a los lancheros que lo hicieran por mí, porque yo era la persona más interesada en que apareciera esa muchacha y que todos sabían que esos eran puros inventos. Le dije que no le pararan a eso y tuve que llamar a un lanchero que tiene un grupo de WhatsApp para que nos apoyaran en la búsqueda, y así fue, fueron bastantes el día lunes.

¿Qué les dijeron en el Cicpc?

Nos fuimos a la sede del Cicpc en San Félix hasta las doce de la noche, nos interrogaron individual a cada uno, nos dieron cita para el día lunes 25 a las 9.00 a.m. Nos retiramos otra noche sin poder dormir.

El lunes 25 fuimos a la citación del Cicpc, nos interrogaron por unas dos horas y luego nos incorporamos nuevamente a la búsqueda. Me monté en una lancha de una vez y buscamos hasta las 5:30 p.m. porque hasta esa hora autorizó la Guardia Costera. Ese día había un helicóptero dando vueltas toda la tarde, dando vueltas al lago. Sabía que los bomberos le iban a prestar tres drones para ese día, pero también fue infructuosa la búsqueda. Ya ese día lunes había muchas lanchas, muchas motos de agua.

Aparte de la búsqueda, ¿recuerda algún episodio en particular en el que los hayan culpado de hacerle daño a Angela?

Sí, fue ese día lunes cuando ya se había terminado la búsqueda que los familiares: intentaron linchar a José Alberto. Había un novio de Ángela y entre él y los familiares lo querían linchar, menos mal la Guardia Nacional lo custodió y lo sacaron de allí.

Ya en ese punto en las redes no decían que la habíamos violado, sino que la habíamos mandado a secuestrar y nosotros sabíamos dónde estaba. Esos comentarios fueron dichos sin responsabilidad alguna. Ese día también llegó el señor gobernador Justo Noguera en un machito blanco, pasó a nuestro lado y dijo «muy lamentable el hecho» y le digo «sí, señor».

Siguió caminando hasta llegar a los familiares de Ángela, había unas ochenta personas a su alrededor y al cabo de un rato, una persona que frecuenta el club me preguntó mi nombre, se lo dije y me dijo: «váyanse del país, piérdanse, este es un consejo que le estoy dando, escóndanse». Y le dije, ¿por qué, sino soy ningún delincuente? No hemos hecho nada. Y me dijo: porque el señor gobernador acaba de llamar delante de todo el mundo y le dio la orden a la persona con la que estaba hablando de que quería pena máxima para todos, sin excepción.

En eso me llamó un señor del Cicpc el señor Erick Muños, que era el que me llamaba siempre, pero entonces estaba como acelerado, agitado. No era normal como siempre me hablaba cuando debía ir al Cicpc, porque nosotros siempre fuimos de manera voluntaria. Le dije que estábamos en el Ítalo y que al salir iríamos para allá. Nos interrogaron otra vez, haciendo las mismas preguntas de las dos entrevistas anteriores. Nos fuimos a la casa de cada uno y nos llamaron para que fuéramos el martes a las 9.00 a.m.

Ese día muy temprano, apareció el cuerpo, ¿cómo se enteró?

Ese día en la mañana me estaba duchando para arreglarme y salir a la citación, a las 7:00 a.m. me llamó uno de los lancheros y me dijo que apareció la muchacha por el balneario El Rey, por Santa Rosa. En ese momento agradecí a Dios porque a pesar de lo triste y lamentable de todo esto, ya había aparecido y su familia le podía dar la cristiana sepultura y descansar.

Pensé que se iba a aclarar todo lo de los malos comentarios de las redes porque en ese punto ya el odio estaba voraz. Querían que nos mataran y yo pensé que se iba a aclarar todo. Me terminé de bañar y salí directo al club. En ese momento venía llegando la lancha donde traían a Angela, vi cuando la sacaron del agua, con una distancia de más o menos unos 40 metros, no dejaban que nadie se acercara. La sacaron del agua, la montaron en una ambulancia y se la llevaron.

En ese momento me llama el señor Erick Muños nuevamente y me dijo que apareció el cadáver, y que fuéramos otra vez al Cicpc. Estuvimos todo el día sentados en un sofá y en la tarde nos quitaron los cordones de los zapatos, la correa, la cartera y los relojes. Allí fue cuando nos dimos cuenta de que algo estaba pasando.

O sea, ¿ustedes no sabían que los iban a dejar detenidos por homicidio?

Hasta ese entonces no, como a las 6:00 p.m. nos llevaron a la sede principal del Cicpc, nos colocan en un logo, en la insignia del Cicpc y nos toman la foto a cada uno. Esa fue la foto que subió el señor Douglas Rico -director del Cicpc-, de una manera irresponsable, ya que teníamos el rostro totalmente descubierto y diciendo que habían capturado a los siete asesinos de Angela Aguirre. Nosotros no sabíamos para qué era la foto, nos tuvieron como hasta las 11:00 p.m. y nos llevaron hasta la Sede de Homicidios y fue cuando nos enteramos de la noticia, de que Douglas Rico había dicho que el cadáver tenía signos de violación y las otras tonterías que ya habían inventado el día domingo.

Al siguiente día nos llevaron a la sede principal nuevamente, nos sacaron la sangre, nos hicieron unos exámenes, nos pidieron la ropa que teníamos esa noche. Lo mandamos a buscar, lo entregamos y nos regresaron nuevamente a la sede de Homicidios y allí estuvimos. Ya el día jueves en la noche, nos trasladaron nuevamente y nos entrevistan tres señores que eran de Caracas. Nos interrogaron por separado y recuerdo el nombre del señor Jhony Matute y en mi caso le conté todo. Le dije lo que habíamos hecho, el señor se paró, me dio la mano, me dijo que me creía, que yo estaba diciendo la verdad y que le dijera eso al juez.

El viernes 29 uno de los funcionarios estaba viendo una rueda de prensa y dice que era sobre el caso y pude escuchar cuando Douglas Rico hablaba de la segunda autopsia, que un equipo de Caracas del Ministerio Público y del Cicpc también de Caracas, le practicaron una segunda experticia al cadáver, en la cual se determinó que no había ningún signo de violencia, llámese en la estructura ósea, en la piel, en el ano, ni en la vagina. Douglas Rico dijo que la muerte fue asfixia mecánica por sumersión, ya que tenía agua desde la entrada de las fosas nasales hasta el pulmón. Recuerdo esas palabras claritas que las dio el señor Douglas Rico.

Y los funcionarios nos dijeron que entonces nos soltaban ese mismo día y nosotros estábamos contentos porque no sabíamos que iban a hacer una segunda autopsia ni nada.

¿Por qué la familia de Angela no reconoce que fue un accidente entonces?

– Bueno, Douglas Rico ni siquiera había terminado de dar esa declaración de manera formal y comienzan los familiares a escribir por las redes, ya el día anterior habían subido el supuesto audio de Angela de forma irresponsable; el fulano audio que supuestamente había salido del teléfono.

Cuando cambiaron el tribunal a uno ordinario, se prendieron otra vez las redes sociales. Ellos se sentían guapos y apoyados y recuerdo que la fiscal Emily tuvo que viajar a Bogotá porque ya habían ubicado a su hija y le habían escrito que tenía el caso y decían que había que matarla. Luego vino la radicación de la causa a Caracas, nos trasladaron y aquí estamos.

¿Qué puede decirme sobre el audio en el que Angela decía que la habían violado?

Nadie se imaginó que el mismo MP le iba a hacer un análisis forense a ese audio, para determinar de quién era la voz, ya que las voces se pueden parecer, tú la puedes imitar, pero ninguna en el mundo es igual a otra. Según la exposición de los expertos que hicieron el estudio de ese audio, nos dijeron en el juicio que las voces son como las huellas digitales, se parecen, pero ninguna es igual a otra en el mundo. Gracias a Dios, Venezuela cuenta con equipos para este estudio y no todos los países los tienen. La señora tenía veintisiete años analizando audios.

Ese estudio duró aproximadamente cuatro meses y extrajeron 3 015 audios del teléfono de Angela, decantaron en primera instancia los audios masculinos, dejaron los femeninos, que eran como 2 000 audios, descartaron uno a uno, hasta que quedaron dos audios. La voz uno, la voz dos y la voz tres que fue la del audio que subió el señor Germán Dan, el primero en subir ese famoso audio a las redes sociales. La especialista identifica en ese estudio que con un 95 % de exactitud, la voz pertenece a Nathaly, ellos no sabían quién era Nathaly, sino que ella en los audios se identificaba como Nathaly.

«Mira marica, ¿dónde estás? es tu hermana Nathaly», decía uno de los audios. En el teléfono de Angela, ese audio no apareció en el vaciado. Cuando la gente está cegada comete estupideces.

La abogada nuestra -para entonces- le pide a la juez que por favor consignara esa prueba de manera legal. La mamá de Angela lo llevó en un CD, y cuando la juez preguntó de dónde lo había sacado, la señora se quedó como por un minuto muda, no sabía qué decir y dijo que no podía exponer su fuente. Que era la voz de su hija porque ella la parió y tenía 16 años escuchándola.

Durante el juicio nunca pudieron decir de dónde había llegado el audio, a qué equipo, ni nunca determinaron de dónde sacaron ese audio.

Usted dice que había unas 200 personas esa noche en la isla Terecaya, ¿la Fiscalía llamó a declarar a algunas de esas personas?

Sí, a cinco de las que estaban esa noche y todos dijeron lo mismo. El día de la audiencia preliminar le dije que, si nosotros fuimos detenidos, aun cuando estábamos fuera del agua, entonces debería ir presa ese poco de gente que estaba allí.

Pero no entiendo nada, no entiendo este sistema de justicia, esto nos tiene desconcertados porque en realidad estoy en un estado de indefensión total. No hay manera de que, teniendo todas las pruebas a tu favor, de que los testigos dijeron la verdad, que todos estábamos fuera del agua, que saben que es mentira que la violamos, que las pruebas demuestran nuestra inocencia. Después de que ellos mismos investigaron todo en su segunda autopsia, aún nos digan que somos culpables.

Es una cosa que no se entiende. ¿cómo van a dudar de los expertos más experimentados del país, de los principales cuerpos de investigación que ellos mismos mandaron? Están cuestionando el trabajo de todas esas personas por una mentira de redes sociales. Simplemente, me encomiendo a Dios porque es el único que nos puede salvar de tanto odio y tanta mala intención.

Entonces, ¿usted es inocente de lo que se le acusa? ¿no hubo alguna acción que propiciara lo que pasó ese día?

Por supuesto que soy inocente, ninguno de nosotros se merece esto porque todo es producto de un invento que se creó con mucha mala intención. Todo fue muy premeditado, ya que el día domingo 24 de marzo de 2019, ellos -familia Aguirre- comenzaron a darle forma a esa película de terror que se inventaron y subieron a las redes que nosotros la golpeamos con un palo en la cabeza, que la habíamos amarrado y que la agarramos entre todos. Que las muchachas -Dayana y Joselyn- se prestaron para violarla.

Antes de que apareciera el cuerpo ya decían que le habíamos amarrado una piedra en el cuello, que la habíamos lanzado al agua con la lancha el rodamiento y luego nos regresamos al club. Todo eso lo escribieron el día domingo, y el día lunes, dijeron que la teníamos secuestrada. Todo fue para formar una venganza, fomentar el odio en la sociedad y obviamente nosotros no merecemos nada de este castigo.

Lamentablemente, fue un accidente y ellos lo saben. Lamentablemente estamos en Venezuela y no hay justicia, pero nosotros no debimos estar ni un minuto detenidos.

¿Es cierto que el papá de Angela le pidió dinero a usted?

Sí, a través de un primo me llegó un mensaje del señor Angela Aguirre para que dejara la cuestión así, yo más nunca hablé con ellos, solo en la búsqueda. Como te dije no los conocía y más nunca hablé con ellos.

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