La espeluznante historia del hombre que robaba cadáveres para convertirlos juguetes (+Fotos)

Imagen referencial. Fuente: La Patilla

En 2011, la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en Rusia, se sumía en el terror y la incertidumbre por el constante profanamiento de tumbas en los cementerios locales.

Por lo general se saqueaban las tumbas de niñas que tenían entre 3 y 15 años en el momento de su deceso. Estos cadáveres podían datar de principios de siglo e incluso de finales de 2010.

Las autoridades intentaban hallar a los responsables del hecho, pero no encontraban indicios o patrones que dieran con alguna ruta de seguimiento para capturar a los ‘profanadores’. Sin muchas opciones en aquel ‘laberinto’ recurrieron a expertos en temas necrofílicos y de santería.

Se temía que, quizá, los cuerpos de las pequeñas fueran utilizados para asuntos demoníacos.

Uno de los expertos que querían consultar las autoridades era Anatoly Moskvin, historiador de la Universidad de Moscú y especializado en la cultura Celta. Él había participado en algunas investigaciones en los cementerios locales para un estudio antropológico con el fin de datear las causas de muerte de las personas enterradas en Nizhni Nóvgorod.

Esta curiosa recopilación podía brindarle pistas a la policía.

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Las autoridades llegaron a la casa del Anatoly para buscar respuestas y las encontraron todas.

Los oficiales se enfrentaron a una escena espeluznante digna de una película de terror: Moskvin tenía un total de 29 cuerpos de niñas embalsamados y colgados por toda la casa como si fueran adornos. Las había vestido como muñecas.

Los rostros de los cadáveres eran tapados con una máscara de cera para ocultar los restos óseos. Él las maquillaba e introducía una caja de música en su pecho para simular el sonido de un juguete, pues hablaba con ellas y jugaba a la hora del té, según lo reseñado por medios locales en ese entonces.

Anatoly Moskvin era un respetado profesor universitario y hablaba más de 13 idiomas. Fue capturado en 2011 por profanar más de 29 tumbas de niñas.

El inicio

Según declaraciones del mismo Anatoly en la revista ‘Necrología’, su adicción a los muertos empezó cuando tenía 12 años: volvía a casa después de un día de colegio normal cuando fue abordado por unos hombres que lo obligaron a asistir al funeral de una niña de su mismo instituto.

Uno de los familiares tomó su cabeza y le obligó a besar la frente del cuerpo inerte de la niña fallecida en repetidas ocasiones. La madre de la infante tomó un par de anillos de matrimonio y le puso uno a Moskvin y otro al cadáver para ‘casarlos’ antes de enterrar el cuerpo, una acción que marcaría psicológicamente al historiador para toda su vida.

La madre de la pequeña, de luto, me puso un anillo de boda en la mano antes de ponérselo también a ella. Así fue que me casé simbólicamente (…) Mi matrimonio con Natasha Petrova fue muy útil, me ayudó a desarrollar un profundo interés en ceremonias mágicas”, dijo a la revista mencionada.

Anatoly estuvo fuertemente ligado al luciferismo gnóstico, un movimiento que separaba a lucifer de la idea de satán como algo maligno y lo mostraba como una especie de benefactor de la humanidad. Por esta razón se vincula al ‘secuestrador de cuerpos’ como un practicante de ritos oscuros.

Moskvin vivía con sus padres a pesar de tener 45 años, sin embargo, nunca se percataron que detrás de las muñecas habían cadáveres. Ellos en su momento les manifestaron a las autoridades que las afinidades de su hijo siempre fueron muy extrañas y por eso nunca le prestaron la debida atención.

Dejaron pasar su ‘manía’ con las muñecas.

Según lo reseñado por varios medios, Moskvin aprovechaba las escapadas de sus padres a la casa de verano, a mediados de agosto de cada año, para profanar las tumbas. Él tenía casi un mes para sacar el cuerpo, embalsamarlo, maquillarlo y vestirlo.

El psicólogo del caso consideró que Anatoly no era una persona mentalmente competente para afrontar un proceso judicial, por lo que la sentencia, en 2013, fue enviarlo a un centro psiquiátrico. Allí duró cinco años hasta que en 2018 los médicos tratantes aconsejaron liberar al historiador para seguir su proceso en casa.

Moskvin fue diagnosticado con esquizofrenia.

Los padres de las niñas fallecidas alzaron su voz en contra de la determinación. El padre de Olga Chardynova, quien fue encontrada en la casa del historiador, fue uno de los primeros en pronunciarse al saber que el ‘profanador’ volvería a casa.

Nuestras leyes son demasiado blandas, el castigo debe ir, de alguna manera, en consonancia con lo que ha hecho la persona, y este hombre descansará en su clínica hasta que, tememos, digan que está curado y le dejen volver a su cementerio (… ) Ojalá me lo hubiese encontrado junto a la tumba de Olga, pero su hubiese hecho lo que tendría que haber hecho, ahora sería yo quien estaría en la cárcel”, dijo en una entrevista para un medio local.

Pese a todo, la libertad fue denegada debido a que el historiador no mostraba arrepentimiento por los actos cometidos. Incluso se negó a pedir disculpas públicas a las familias afectadas.

Estas niñas son niñas. No tienen padres. No conozco a ninguno de ellos. Además, enterraron a sus hijas, y aquí es donde creo que terminaron sus derechos sobre ellas. Así que no, no me disculparía”, dijo al tribunal en 2018 cuando estaban revisando los detalles de su probable libertad.

En la actualidad sigue encerrado en el centro psiquiátrico.

Sus víctimas poco a poco han vuelto a su lugar de descanso eterno.

Con información de La Patilla

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