El doloroso testimonio de una venezolana: “Mi mamá murió de covid-19 porque no pagué los $60 diarios a la enfermera”

Beltimar Rondón llegó a la sala de emergencia del hospital Jesús María Casal Ramos, de Acarigua, con su madre, Yolanda del Carmen Rondón, de 69 años, sumida en una crisis respiratoria por covid-19, allí la paciente estuvo recluida cinco días y falleció «por negligencia», aseguró su hija.

Rondón aseguró que su madre no recibió las atenciones adecuadas porque no pagó los 60 dólares diarios que le solicitaba la enfermera encargada de cuidarla: «Allí lo que se vive es negligencia, sufrimiento y muerte».

Durante una entrevista ofrecida a El Pitazo, la hija indicó que interpuso una denuncia y espera que la investigación liderada por el Ministerio Público «sea justa, que no favorezca ni complazca al grande».

Rondón llegó con su madre al hospital a las 8:00 de la noche del pasado viernes 10 de septiembre, dos horas y media después de ser ingresada la paciente estaba sola en una camilla, salió del área de emergencia con la mascarilla de reservorio de oxígeno buscando a su familia y allí les dijo que un enfermero le decía que iba a morir.

A las 4:00 de la mañana del sábado la médica residente llamó a los familiares: «Mi mamá no se calmaba y así no podían atenderla. Entré y empecé a conversar con ella. Su respiración era débil».

La hija llevó siete dosis de Remdesivir, las ofreció a la enfermera de guardia quien las rechazó asegurando que el hospital no administra esa terapia por su elevado costo.

Al amanecer la enfermera les informó que la mujer quedaría aislada, pasando de observación a un área e pacientes estables de la sala de covid-19, señaló Rondón.

La familia encontró todos los medicamentos que les pidieron: ampollas de Meropenem, Remdesivir, Clexane, Dexametasona, Omeprazol, Vitamina C y D, Aminofilina, Omega 3, 6 y 9, Ácido fólico y Complejo.

Para la mañana del sábado no hubo reporte médico, pero sí una factura: «Una enfermera de nombre Jania Veroes nos dice que teníamos que pagar 60 dólares diarios y que podrían bajar la tarifa a 50 para garantizar un cuidado personalizado. Alegó que mi mamá necesitaba los antibióticos a la hora y por la cantidad de pacientes, más de 30, se retrasaba el tratamiento. Luego descubrí que solo había cinco pacientes».

Para la noche de ese mismo día, la residente de guardia, Dayana Márquez, informó que Yolanda saturaba oxígeno en 95%, no usarían el Remdesivir y prometió devolverlo.

«El domingo temprano solicité a la enfermera de guardia el Remdesivir, pero respondió que sí fue administrado. Le escribí a la doctora Márquez, porque tenía la opción de intercambiarlo por Clexane y dijo que el Remdesivir se le cumplió a la paciente antes de pasar la revista con la especialista. Contestó que luego de esto se omitió», explicó Rondón.

Esa noche la hija pagó 20 dólares por oxígeno y vigilancia especial para su madre.

Para el lunes el personal de guardia señaló que la paciente no necesitaba la máscara de oxígeno desde el día anterior.

«Estaba estable, incluso con su glucemia casi normal. Me llamó la atención que el Dímero D estaba en 4.9, a solo un día de diferencia. Cuando me dan el parte de la evolución, me dicen que bajaron la dosis de Clexane de 180 a 120 y que debo repetir el Dímero D para el día miércoles. Comienzo a analizar por qué estaba tan alto si ella viene de colocarse Clexane desde la casa. Sospeché que no le estaban cumpliendo el tratamiento porque me negué a pagar los 60 dólares diarios», denunció.

El día martes 14 de septiembre, Rondón denunció ante el director del hospital, Emilio Montilla, lo que estaba ocurriendo en la sala covid-19.

«Me oyó con atención y me acompañó hasta esa área. Allí, el médico internista José Gregorio Morales y el residente Yorman Pino explican que mi mamá desaturaba oxígeno por nervios y que estaba bien de salud. Dijeron que, de acuerdo con la historia médica, no tenía indicado antibióticos. Pegué un grito y dije: ‘¿cómo que no está recibiendo antibióticos si yo he entregado desde el sábado tres ampollas de Meropenem por día?’», destacó.

El director preguntó por el Remdesivir y se comunicaron vía telefónica con la enfermera que recibió el medicamento, ella respondió: «Esa doctora Dayana está loca, yo sí coloque la Remdisivir».

La hija solicitó al director que permitiera la atención de una enfermera de su confianza, no se negó, pero tampoco concretó la orden.

«Mi madre comenzó a recaer. Una enfermera me informó de una saturación en 83 y de un estado retraído. A las 8:00 de la noche del martes, acudí al residente Yorman Pino, quien me reporta una hipoglucemia con administración de seis unidades rápidas de insulina a complementar con dextrosa. Me solicitan tiras reactivas para glucómetro, dos hojas de papel blancas y alcohol. En el mismo hospital compré las hojas y el alcohol. El vendedor me mira de manera extraña. Ahí descubrí que las hojas de papel las solicitan cuando el paciente muere. Salí a comprar las tiras y al regresar al hospital estaban las hojas y el alcohol tirados en el escritorio. Desde ese momento nadie me quiso decir nada de mi mamá», señaló Rondón.

El miércoles 15 de septiembre una enfermera anuncia a la familia una emergencia, le piden Aperina y guantes para bañar a la paciente.

«Me entregan una bolsa con la ropa de cama y hasta con la almohada. Me solicitan todo para el aseo personal. Aperina no había en Portuguesa. Las conseguí en Sabaneta de Barinas, a 100 kilómetros del hospital. Continúa el cuadro de hipoglucemia. Ante mis preguntas señalan que entre martes y miércoles la paciente no recibió insulina, algo que contradecía la versión dada el día anterior por el doctor Yorman Pino», recalcó.

La doctora residente dice a la familia que la estabilizaron con 10.000 unidades de Aperina y Clexane.

A la 1:57 de la tarde, la hija graba notas de voz y las envía a su madre con una enfermera de guardia: «Asdalys, la enfermera, me respondió: ‘ya le pongo el audio para que lo escuche tu mamá’».

Pero tres minutos después le informan que su madre había fallecido, le entregaron un informe manuscrito en una hoja blanca donde señalaban que la hora del deceso fue la 1:42 de la tarde.

Ahora se pregunta por qué la enfermera le había asegurado que le mostraría los audios a su madre si para ese momento el personal ya la había declarado muerta y por qué le pidieron hojas blancas desde el día anterior para el informe de deceso.

Con información de El Pitazo.

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