“Me practicaron un exorcismo evangélico para que dejara de ser gay”: el infierno que viven personas expuestas a “terapias de conversión”

Rubén Moreno, es un joven español que se alejó de su familia hace tres años, luego de que su fe evangélica lo llevara a atravesar por un calvario por ser homosexual.

Varios fieles de su iglesia sometieron a Moreno al exorcismo, además de ser sometido a otras prácticas por parte de psicólogos y psiquiatras que buscaban «curarlo».

Durante varios años, Moreno intentó revertir su homosexualidad, por lo que acudió a campamentos evangélicos de reeducación en el extranjero, hizo varios viajes de los que regresaba condenándose a sí mismo.

«De aquellos viajes a Texas y Puerto Rico volvía hecho una mierda porque todo lo que aprendía allí, y en lo que acababa creyendo, me condenaba y, al mismo tiempo, no podía dejar de pecar. Después de meterme en páginas pornográficas podía tirarme una semana y media llorando», explicó.

El joven logró mantener en secreto su orientación hasta que fue descubierto por su madre cuando tenía 19 años por unos mensajes que intercambió con un joven colombiano a quien le confesaba su realidad.

«Mi madre me llamó al salón y empezó el interrogatorio. Yo tenía la firme intención de no salir nunca del armario y le juré que no me gustaban los hombres. No me creyó, me dijo que eso era cosa del demonio y me prohibió Internet», contó al detallar que poco después varios pastores de su iglesia intentaron convencerlo de confesar.

«Ellos no lo llaman exorcismo, pero es lo que hacen. Un ritual en el que tratan de sacarte el espíritu de la lujuria, la homosexualidad, la pedofilia y el adulterio. Meten todo en el mismo saco», destacó.

Su familia intentó obligarlo a ir a un centro en Estados Unidos donde prometían sanar la homosexualidad.

«Las fotos eran de película de terror, chicos con batas blancas y la cabeza rapada, como si fueran enfermos de cáncer. Todos con expresión de asco», detalló.

Aunque los intentos por cambiarlo no acabaron: «De verdad que lo seguía intentando. Finalmente, acabé en Brasil con un pastor chileno que comparaba la homosexualidad con la zoofilia. Fue horrible. A los dos meses volví a España con 20 kilos menos».

Moreno ahora tiene 33 años, ha intentado acabar con su vida dos veces y estuvo internado durante un mes en un psiquiátrico, experiencia que calificó como la peor de su vida.

Después de esto logró irse de su casa y comenzar una nueva vida, aunque reconoce que el pasado le dejó muchas secuelas.

«Tengo muchas secuelas, todavía soy incapaz de estar solo con niños. Me aterra que alguien pueda acusarme de pedofilia. También me cuesta entender cosas tan básicas para otros como la teoría de la evolución porque el creacionismo es algo que te graban a fuego», indicó.

Con información de La Razón

¡Deja tu comentario!

avatar
  Suscribete  
Notificar a