Asesino de masajistas asiáticas fue echado de casa antes de la matanza porque veía muchas películas para adultos
Robert Aaron Long, de 21 años, estaba muy obsesionado con el sexo. Miraba pornografía a toda hora en internet y visitaba con frecuencia los tipos de spa donde los clientes reciben “masajes con final feliz”. Cansados de eso, el lunes por la noche sus padres lo echaron de la casa, según confirmó la policía y un amigo.
Al día siguiente, Long compró una pistola. Y por la noche del martes en Atlanta, se dirigió hasta tres spas asiáticos del área de Atlanta, donde disparó contra nueve personas y mató a ocho de ellas.
Según reveló luego ante la policía, estaba en una misión para detener su adicción al sexo. Los spas eran “una tentación para él que quería eliminar”, dijo el capitán Jay Baker, portavoz de la oficina del alguacil del condado de Cherokee, según The Washington Post.
La explicación del motivo del asesinato tenía la intención de disipar los temores de que Long se había embarcado en una campaña de terror por motivos raciales contra las mujeres asiáticas. Sin embargo, planteó inquietantes preguntas sobre su animadversión hacia las mujeres y las actitudes raciales que impulsaron su decisión de apuntar contra los spas asiáticos.
Long se dirigía a Florida para continuar con su masacre cuando la policía lo detuvo en la Interestatal 75 el martes por la noche, informaron las autoridades.
Cuando fue capturado, el joven era objeto de horror en Estados Unidos por el asesinato de ocho personas, seis de ellas mujeres asiáticas. Muchos estadounidenses temían estar ante un nuevo estallido social tras los asesinatos policiales de afroamericanos y los ataques contra asiático-americanos que surgieron después de que el expresidente Donald Trump comenzara a llamar al coronavirus el “virus chino” y la “kung flu” (“gripe kung”).
Los ataques del martes desencadenaron una nueva preocupación sobre si lo acontecido se trata de otro estallido de odio racial.
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El camino de Long desde la pertenencia a un club social religioso en su escuela secundaria hasta un raid asesino, aparentemente impulsado por su adicción al sexo, sigue siendo confuso. Lo que está claro es que el reciente ataque, uno más de la larga lista de tiroteos masivos, golpeó al país donde más le duele: en sus angustiosas luchas por la raza, el género y el atractivo de la violencia armada.
Previo al tiroteo del martes, Long se subió a su Hyundai Tucson 2008 negro y condujo desde su ciudad natal de Woodstock, Georgia, hasta Canton, donde compró una pistola de 9 mm en Big Woods Goods, una tienda dedicada principalmente a suministros de caza, según confirmó un abogado del negocio, de acuerdo con The Washington Post.
Incluso antes de que Long se fuera de casa, el área estaba en alerta por ataques contra estadounidenses de origen asiático. El lunes por la mañana, la senadora estatal demócrata Michelle Au encendió las alarmas. En declaraciones a otros senadores en el Capitolio estatal, Au, anestesióloga y china estadounidense de primera generación, calificó el aumento en los crímenes contra los asiático-estadounidenses que comenzaron con la pandemia el año pasado como “un nuevo capítulo en una historia muy antigua”.
“Todo lo que estoy pidiendo ahora, como la primera senadora estatal del este de Asia en Georgia, es simplemente que nos consideren plenamente como parte de nuestras comunidades”, dijo. “Necesitamos ayuda, necesitamos protección y necesitamos personas en el poder que nos defiendan contra el odio”, añadió.
Con información de La Patilla